Queriendo ampliar el esplendor de la iglesia, establecemos que todos los días después del prefacio cuando se comience la consagración, dos niños vayan a incensar; […]
Los niños, destinados a este gran oficio, serán elegidos por el sucentor.[1] y elegirá a los más aptos.[2]
La cita, traducción del original latino, es final de los Estatutos del Cabildo de Burgos, promulgados, noviembre 1230, por Don Mauricio, obispo de Burgos, con sede aún en aquella catedral soñada por Alfonso VI para su capital castellana, asentada en los terrenos ocupados por el palacio y jardines de su padre, el rey Fernando I, abierta al culto desde 1085, año en que definitivamente se traslada la sede episcopal de la iglesia románica de Santa María de Gamonal, establecida en ella provisionalmente, desde el año 1075, a Burgos, también iglesia románica, también dedicada a Santa María.
La presencia de niños en la catedral para el servicio del altar y participación en el canto, no era novedad en Burgos, más bien espíritu de cumplir los mandatos eclesiásticos heredados de una tradición legislada desde tiempo inmemorial; los antecedentes, aquellas épocas en las que los monjes en sus cenobios y los canónigos en su catedral viven en comunidad bajo la legislación de una Regla de vida. La primera documentada, aquella, conocida como Regla benedictina, que, en el siglo VI, escribe Benito de Nursia, el padre del monacato occidental que muere el año 547; su Regla no solo reglamenta el modo de recibir los niños, así de nobles como de pobres, también explicita su participación musical en el Oficio Divino:
«Si alguno se equivoca al cantar salmo, responsorio [3]
Antífona [4] o lección, si allí no satisface humillándose públicamente, aplíquesele castigo más grave pues no quiso corregir por medio de la humildad el yerro que cometió por su descuido. Los niños serán castigados recibiendo un golpe de vara por semejantes faltas».[5]
La práctica totalidad de las Reglas monásticas autóctonas asumirán, a partir del siglo VIII, el ideario y norma de vida de esta Regla benedictina, aplicándola al pie de la letra o bien adaptándola a las circunstancias de cada momento histórico: en primera línea de reconocimiento cronológico, Witiza, el visigodo nacido en el condado paterno del carolingio Melguelh, integrado en la Occitania de Toulouse, que se rebautizará como Benito cuando, en 774, haga profesión de monje en la abadía de Saint-Seine, en la borgoñona Côte-d´Or, y más tarde, funde su monasterio de Saint Saveaur de Aniane, a un paso del antiguo castro romano de Montpellier. La nueva propuesta de vida material, espiritual y cultural es la establecida por Benito de Nursia adaptándola a la realidad social de su época, año de 782. En ella, los niños serán educados siguiendo aquella disciplina escolar que él mismo había practicado en la Escuela Palatina de Aquisgrán, donde ha compartido clase y juegos con los hijos de Carlomagno, bajo la dirección de Alcuino, el monje inglés, maestro de York, que el Emperador ha retenido en el continente para dirigir su Escuela palatina.
Seguirá Cluny, la abadía borgoñona bañada por el rio Garona, fundada bajo la advocación de San Pedro, en tierras de Guillermo I, duque de Aquitania, año 910. Uno de sus tantos monjes más ilustres, Udalricus, secretario de Hugo, llamado el Grande, VI abad cluniacense, que gobernó la abadía entre los años de 1049 y 1109, al recopilar las antiguas costumbres redactadas en el Ordo cluniacensis, dedica un capítulo a los niños y sus maestros;[6]porque Cluny, aparte su dedicación exclusiva al canto de oficios litúrgicos que abarcaban toda la jornada nocturna y diurna, acoge en su escuela a los hijos de las grandes familias de la nobleza franca.
Para cuantos adoptan las reformas de ambos monasterios, los niños serán presencia imprescindible en la liturgia; sus voces agudas aportarán un contrastante color diáfano con las voces graves de los monjes y ensayarán, cuantos procedimientos y estructuras van gestando sus mayores: en la abadía suiza de San Gall, el rey de los francos, Pipino el Breve, abre la escuela monástica con el apoyo incondicional de su hijo, Carlomagno, su nieto Ludovico Pio, y de forma extremadamente generosa, su biznieto Carlos III, apodado el Gordo.[7] Son los años en los que, en la abadía suiza, que está viviendo su época de mayor florecimiento litúrgico, arquitectónico y cultural, dos figuras emblemáticas, Tuotilo, Notker, revolucionarán toda la técnica poética, todos los procedimientos y estructuras de la música, introduciendo en la liturgia monástica dos trascendentales procedimientos que abrirán puertas a una futura evolución de la música: los tropos, [8] esos poémas líricoss que se incrustarán en las melodías del canto gregoriano y las secuencias, originariamente, añadiduras poéticas a los melismas del Alleluia:
«Lo que compuso Tuotilo son melodías únicas y reconocibles, porque las melodías inventadas, acompañadas por el salterio o la rota, que tiene más potencia, son muy dulces como se ve en Hodie cantandus y Omnium virtutum». [9]
Notker Balbulus, tartamudo de nacimiento, estudia la posibilidad de introducir silábicamente un texto en los procedimientos melismáticos del canto gregoriano, con el fin de facilitar el aprendizaje de las obras adornadas con infinidad de sonidos; convencido de haber descubierto la clave del sistema, se lo entrega a su maestro Marcelo y éste, repleto de alegría, los hizo copiar y ensayar con algunos niños.[10]
La Regularis Concordia,esas Constituciones de vida material, espiritual y litúrgica para monjes y monjas de Inglaterra inspiradas, en las costumbres seguidas en los monasterios del continente, Fleury – sur Loire [11] y en Gante, [12]aprobadas, segunda mitad del siglo X, en asamblea reunida en la catedral de Winchester bajo la presidencia del rey Edgar, son fuente insondable para la interpretación de la música litúrgica medieval; aunque únicamente es citada por la historiografía, y de forma fraccionada, por la aparición escrita del primer drama litúrgico Visitatio Sepulcri, el contenido de su capítulo IV, apartado 37, crea entre las voces agudas de los niños y las graves de los hombres, una auténtica policoralidad, futura obsesión del barroco, envuelta en un juego de variadas sonoridades, diferenciadas por la acústica de cada espacio de la iglesia abacial.
En los maitines del jueves, viernes y sábado santo que el pueblo llama Oficio de Tinieblas porque finalizan con las luces apagadas [13].terminada la antífona evangélica,[14] sin que quede nada de la luz de los cirios, estén dos niños, seleccionados para ello, en la parte derecha del coro, un coro, que, en la arquitectura monacal de la Edad Media, ocupa los primeros tramos de la nave central, junto al crucero, [15]los cuales con voz sonora canten Kyrie eleison; de la misma forma, dos en la parte izquierda respondan Christe eleison, y en la parte occidental, la entrada a la iglesia, porque la cabecera, el ábside, se reserva, en orientación a la salida del sol, otros dos digan, Domine miserere nobis; acabados, responda al mismo tiempo todo el Coro Christus Dominus factus est obediens usque ad mortem; la alternancia de los cuatros coros repite el rito tres veces con igual melodía, con diferentes textos, para finalizar, uniéndose todos, en acústicas superpuestas, en el recitado del salmo L, miserere mei Deus.[16]
En la Abadía de Céntula, conocida en la historia del arte como Saint Riquier, fundada hacia el año 625, en la antigua región de Picardíe, en las cercanías de Amiens, Angilbert, el poeta que, en la Escuela Palatina de Aquisgrán, Alcunio llamaba mi dulce Homero, establece, año 799, que,para el esplendor litúrgico-musical de su abadía, haya trescientos monjes y cien niños que estén entre los monjes, divididos en tres coros, como ayuda en la salmodia y el canto.[17]
En España, la única referencia monástica medieval sobre el hecho es un manuscrito copiado el año 1307 que registra la existencia de voces infantiles en la Abadía de Montserrat, apostillando el manuscrito latino que el hecho proviene de su tradición, ut est fieri antiquitus consuetum in dicto Monasterio. Pero si este documento no especifica que los niños sean cantores, sí lo hace otro redactado en 1497 en el que los Consellers de Barchinona solicitan «als mols religiosos vicaris, prior e procuradors del monestir de Montserrat, fadrins musichs havent bones veus»[18]para solemnizar la entrada en la capital catalana del rey Fernando II de Aragón, llamado en Castilla, el católico.
La normativa monacal se trasvasa a la catedral en idéntica función escolar y musical, documentada en fuentes casi contemporáneas de las monásticas: en España, la tradición provenía de la legislación eclesiástica de la Iglesia visigoda; durante el reinado de Amalarico; [19] los prelados de la iglesia visigoda, reunidos en el segundo Concilio celebrado en Toledo, año de 527, presidido por el obispo metropolitano, Montano, [20]aprobaban
«lo siguiente sobre aquellos niños a quienes la voluntad de sus padres, desde los tiernos años de su infancia, entrega al servicio de los clérigos: Que una vez rasurados y confiados al ministerio de los elegidos, sean educados en la casa de la iglesia bajo la inspección del obispo, por una persona encargada especialmente de ello». [20]
A partir de la documentación de las actas capitulares, firmadas por el secretario del Cabildo, que comienzan a registrarse en el transcurso del siglo XV, la presencia de cantorcillos, niños de coro, seises, originariamente seis niños cantores, infantes, infantejos, moços de coro, o, como popularmente se les llamaba en la soriana Burgo de Osma, coloradillos, por el color de su túnica, es habitual en todas las catedrales, e incluso en las capillas de reyes y nobles.
El Códice Calixtino, en título original Liber Sancti Iacobi, [21]el libro por excelencia de la peregrinación a la tumba del apóstol Santiago en Compostela, puede ser referente acústico de la unión de las voces agudas, delicadas, finas, penetrantes, de los niños y las resonantes, como trompeta, que dicen los teóricos medievales, de los hombres: el folio 132 y siguientes, al margen de la música del Conductus[22] Sancti Iacobi, rubrica que un niño, colocado entre dos cantores, repita lo que previamente han cantado ellos: Puer hoc repetat stans inter duos cantores (repita esto un niño estando entre los dos cantores); idéntica rúbrica en el Conductus Resonet nostra Domino caterva; y en un tercer caso, la voz infantil interpretará íntegro el Conductus, Cantemus Domino, dicat hoc puer (diga esto un niño)
En paralelo a la práctica catedralicia compostelana las alusiones documentales monásticas y catedralicias, podrían ser infinitas, todas ellas habían sido puestas en práctica siguiendo aquel texto, escrito en el siglo XI, los niños, los mayores y los jóvenes se reúnen para cantar en la iglesia, que, en carta de enseñanza litúrgica, el obispo de Dol-en Bretagne, Baldricus Dolensis que había vivido la experiencia infantil en la Abadía Saint Pierre de Bourgueil, en tierras del condado de Anjou, envía a las religiosas del desaparecido monasterio de Fiscanense. [23]
En la catedral de Burgos, los niños habían sido establecidos en los primeros Estatutos del Cabildo catedralicio, sellados por el obispo Mauricio, noviembre de 1230; dos años antes, 1228, Corrado della Suburra, obispo de Sabina,[24]como legado pontificio, ordenaba, en forma de Constitución oficial, que se estableciese en la catedral
«un cantor que escriba el nombre de aquellos que cada semana han de leer el evangelio y la epístola, así como en las fiestas de nueve lecciones, los que han de cantar las lecciones y responsorios, y en las Misas, el gradual o tracto y alleluya; con tal previsión, se interpretará el Oficio ordenadamente y sin defecto alguno».[25]
Con el Breve pontificio, la capilla de música de la catedral burgalesa ya está definitivamente conformada en el siglo XIII; una capilla de música que, en el XVI, su siglo de oro, será trabajo codiciado por los músicos eclesiásticos del reino, imán enriquecedor de posturas vanguardistas, un centro musical que el teórico vasco, afincado en Burgos como músico de la capilla de la Visitación de Nuestra Señora, Gonzalo Martínez de Bizcargui, en el mandato episcopal del dominico del convento burgalés de San Pablo, Juan Cabeza de Vaca, invitaba a todos los músicos a visitar:
«Vengan a esta muy noble ciudad de Burgos, donde residimos, e oírnos han conforme a lo que tenemos escripto; por aquí hallarán theóricos e prácticos, hombres de mucha experiencia e de suficiencia, así en el cantar como en la cuerda y en todos los otros instrumentos en general».[26]
Y dentro de la capilla, los niños o mozos de coro, como indistintamente les nombra la documentación catedralicia desde 1445, siguiendo las pautas doctrinales de sus primeros estatutos son fruto de la obligación que tenemos a que el servicio del altar y coro se haga con el decoro suficiente y autoridad.[27]Para ello, el indefinido número de niños propuesto por Don Mauricio se concreta que de aquí adelante sean doce los mozos de coro, para el servicio del altar y coro;[28]número que, posteriormente, irá aumentando
«si más hacienda hubiere de que se puedan sustentar a nuestra voluntad, los cuales se han de recibirpor orden del Cabildo, precediendo el examen conveniente para la habilidad, voz, costumbres y edad; que no sean menores de ocho años ni mayores de dieciocho, salvo si otra cosa pareciere al Cabildo».[29]
Éste, exigía, tajante, la obligación de no recibir ningún mozo de coro de los doce, sin que reciba seguridad que servirá a la iglesia cuatro años, y [30]si no supiese bien leer.[31]
Siguiendo la norma expuesta en los primitivos estatutos de 1230, los responsables de examinar y decidir su ingreso, previa aprobación final del Cabildo, serán el
«maestro de capilla y el sochantre que han de recibir a los más hábiles, los que más suficiente fueren de voz cantora y de lo que más fuere necesario, e no por ruegos sino por habilidad».[32]
«Para la recepción de los mozos de coro y cuáles de ellos deban ser apuntados, que el sochantre que es o fuere, haya de tomar en ello el parecer y consejo del cantor, [33] y con su parecer provea y reciba el dicho sochantre el tal mozo de coro, y, asimismo, en el despedirlos, haya de tomar su parecer del cantor en la forma sobredicha, y que la corrección y castigo del servicio del coro y altar que han de hacer en el coro los dichos mozos, hagan el dicho sochantre y el maestro que fuere de los dichos mozos».[34]
Admitidos los niños dentro del organigrama musical de la catedral, han de residir, en calidad de internos, en
«una casa colegio con habitación para el rector, vicerrector y maestro de capilla, [35] dotada de despensero, mayordomo, oficiales de servicio, médico, barbero, maestros de canto y gramática, que serán los que el Cabildo señalare». [36]
La historiografía ha bautizado esta casa con diferentes nombres; las fuentes capitulares del Cabildo la inscriben como Casa de los niños de coro; En el siglo XVII, el burgalés Francisco Antonio del Castillo Pesquera la presenta como Colegio de la Música, ordenado a la música de la Santa Iglesia; en otra ocasión, como Colegio de los Infantes,[37]denominación que corresponde a la primera casa que habitaron, situada en una pequeña calle que partiendo de la actual Nuño Rasura, finalizaba en forma de callejón en la plaza de San Fernando, junto a la puerta de Santa María, dedicada a los niños de coro con el título de Corral de los Infantes:
«Este día trataron de la casa que tienen del Cabildo los mozos de coro de esta iglesia en el Corral de los Infantes y de la que tenía Pedro de Allende en el dicho Corral, que puso el abad de Gamonal a venta, y atenta la necesidad que tienen de extender y ensanchar la casa en que viven, por ser muy pequeña, a algunos capitulares les pareció sería bien darles la dicha casa de Pedro de Allende a censo para juntarla con la que viven y darles, asimismo, a censo, la dicha casa en que viven, y para ello mandaron llamar a cabildo para mañana, martes».[38]
Y ese martes, con la desaprobación de tres canónigos,
«mandó el Cabildo, se ejecute como está decretado, y los diputados de hacienda hagan las escrituras y contratos necesarios sobre ello con parecer de los letrados».[39]
Y allí, ya en vivienda de amplias proporciones, permanecieron los niños de coro hasta los primeros años del siglo XVIII; porque el acta capitular del 11 de septiembre de 1713 describe la situación de ruina en que se encontraba el edificio; [40] es la ultima noticia sobre la casa del Callejón de los Infantes y presumiblemente, la primera del traslado al edificio que, en los ultimos años del siglo XVI o primeros del XVII, había ordenado construir el Cabildo como residencia sacerdotal en la calle de la Canonjía [41]
llamada así, porque, en ella no debían morar más que clérigos.[42] No se conserva documentación del hecho hasta el año 1777, [43] como tampoco de la advocación a que estaba dedicada esta nueva casa, Colegio de Santa Cruz, cuya fiesta, en su misterio de la Exaltación de la Santa Cruz solemnizaban los niños de coro, [44]cada año, el 14 de septiembre.
Y, viviendo en la antigua casa del Corral de los Infantes, la Junta plenaria del Cabildo reunida el 3 de abril, 1533, ordenaba que,
«quien tiene cargo de los mozos de coro, tenga cuidado de administrarlos y darles buena crianza y mostrarles las ceremonias que han de hacer en el servicio del altar y del coro, y las más cosas que han de hacer al altar y a los señores que los llamaren, y enseñarles todas las tardes después de completas los versos que se han de cantar y oficios y misas de otro día, y darles lección de leer y contar y hales de mandar que aprendan del coro todas las horas y vesperadas, y si pudiere, darles lección del salterio».[45]
Años más tarde, en 1586, se aprobaba por unanimidad una nueva Instrucción que han de guardar el maestro y persona que tuviere a cargo los mozos de coro de esta Santa Iglesia de Burgos:
«Nos, el deán y Cabildo de esta santa iglesia, atendiendo la obligación que tenemos a que el servicio del altar y coro se haga con el decoro suficiente y autoridad [46]que es razón, nos pareció recoger los mozos de coro en una casa para que, con el recogimiento, decencia de hábito y sustento conveniente puedan mejor servir a la iglesia, les ordenamos y mandamos lo siguiente:
Primeramente, ha de haber en la dicha casa doce mozos de coro, como siempre ha habido, y más si más hacienda hubiere de que se puedan sustentar a nuestra voluntad, los cuales han de recibir por orden del Cabildo, precediendo el examen conveniente para la habilidad, voz, costumbres y edad, que no sean menores de ocho años ni mayores de dieciocho, salvo si otra cosa pareciere al Cabildo.
Traerán fuera de la iglesia unas ropas moradas, cerradas, cortas, que sean decentes y sus bonetes de lo mismo, y no saldrán de casa sin ese hábito y licencia del maestro, y de dos en dos, y para en casa traerán unas ropas pardas a orden del mayordomo; y así estas como las moradas y coloradas y bonetes se renovarán cuando convenga, con todo lo demás necesario a su vestido y calzado, teniendo consideración a que cuando se recibieren vengan bien vestidos.
En invierno se levantarán a las seis y media y en verano a las cinco de la mañana, y juntos harán oración. Luego se les dará la lección de canto, y antes de venir a la iglesia se les dará de almorzar y vendrán vestidos con sus lobas [47] coloradas y sobrepellices.
Tendrá cuenta el maestro de los dichos mozos de darles de comer a sus horas, en verano de diez a once, y en invierno de once a doce, o conforme a la hora que se sale de los oficios divinos, dándoles su ración que será a cada uno para la comida y cena doce onzas de carnero, con su principio y postre, conforme al tiempo, a disposición y orden de su mayordomo y maestro; y al que pareciere conveniente darle vino se le dé con moderación. Y a las Pascuas y días solemnes se les dará algún extraordinario como pareciere al maestro, comunicándolo con el mayordomo; y en tanto que comen leerá el semanero la vida del santo en romance del día siguiente, y a la cena la calenda,[48] y acabado de comer y cenar darán gracias.
Después de comer se recrearán una hora, más o menos, como al maestro le pareciere, y en lo demás del tiempo se ocuparán hasta que sea hora de venir a la iglesia, en leer, escribir y cantar y gramática, conforme a la capacidad de cada uno, a disposición del maestro; y acabados los oficios de la iglesia el maestro de gramática les leerá una lección y el de canto los ejercitará un rato, y después merendarán, y si pareciere al maestro podrán ir al campo a recrearse otro rato hasta que sea hora de cenar o recoger, según el tiempo, y al Avemaría tañerán su campana, y cerrarán sus puertas, teniendo mucha cuenta con que ninguno quede fuera.
En verano hasta la hora de acostarse han de dar lección de cantar y señalarles las lecciones que han de dar cuenta a la mañana, y en invierno harán el mismo ejercicio antes de cenar, y más se les leerá una lección de gramática con su plática a los que estudiaren, los demás se ocuparán en leer o escribir, como al maestro le pareciere, y acostarse han en todo tiempo, en invierno y en verano, al principio de la campana de queda, [49] y, por ahora dormirán de dos en dos, hasta que la hacienda dé lugar para otra cosa, salvo si alguno estuviere enfermo, que dormirá solo.
El sochantre que fuere semanero, el sábado repartirá los oficios que cada mozo de coro ha de hacer la semana siguiente a las horas diurnas y nocturnas, como servir de candeleros, incensarios, alumbrar al altar, y a la salve decir los versos, y tractos y entonar las antífonas a los caperos o al coro». [50]
Así discurre el día, desde el amanecer al anochecer, en el Colegio de los niños de coro; una jornada completa, sin horarios vacíos de actividad, repartida puntualmente entre el recreo lúdico, la liturgia en la catedral, los estudios humanísticos y la música. Una vida infantil, tranquila, pacífica, cimentando futuras esperanzas en el mundo de la música que se vería vapuleada, a punto de desaparecer, cuando un 17 de julio de 1855
«se había personado en dicho colegio el señor gobernador de la provincia acompañado de varias personas y un escribano, que se habían incautado, a nombre del gobierno, de dicho establecimiento y sus adyacencias, levantando acta de ello».[51]
Era obra del «progresismo» anticlerical; en 1855, en España, lo progresista no es adjetivo; es un partido político, Partido Progresista, nacido con la revolución liberal de 1835, liderado en ese momento,1855, por Baldomero Espartero como presidente del Consejo de ministros. Pascual Madoz es su ministro de Hacienda, presidente de la Junta revolucionaria interina de España; digno discípulo en las aulas de la anticultura, demostrada por su obsesión desamortizadora, de Álvarez Mendizábal, pionero en saquear los bienes de la iglesia, desde 1835; con ello, responsables ambos, Mendizábal, Madoz, de la pérdida de miles de documentos, obras de arte y manuscritos e impresos musicales de monasterios y conventos; este abogado navarro, Madoz, con un bagaje intelectual de tan solo una obra, bien alejada de la estética como es la estadística, [52]es quien ordena al gobernador de Burgos espoliar el Colegio de Niños de Coro. La reacción del Cabildo es rápida en presentar su disconformidad pertinente alegando que
«este acto no es conforme a la ley de desamortización ni a la instrucción para su cumplimiento. En el artículo 2º de la ley se exceptúan de la venta los edificios que ocupan hoy los establecimientos de beneficencia e instrucción; el colegio de Santa Cruz, además de la parte que tiene de beneficencia, es notoriamente un establecimiento de instrucción en música, en primeras letras, doctrina cristiana, latinidad etc.». [53]
La vida del colegio estuvo pendiente de la resolución de la petición catedralicia durante cuatro años; el mes de mayo de1859, el Gobierno de la Provincia decretaba la suspensión de desamortización del colegio burgalés, y lo hacía a condición de que el Cabildo presente en dicho gobierno de provincia los documentos en apoyo de su demanda.[54]
Las actas capitulares, pese al incidente político, siguen recogiendo con normalidad la actividad del colegio hasta 1938. A partir de esta fecha, hay un vacío documental en las actas catedralicias, incluidas las actividades de los niños de coro; sobre ellos tan solo dos notas nos hacen pensar que mantuvieron su actividad escolar, musical y litúrgica normales: en una breve acta, fechada el 17 de marzo de ese año, el Cabildo concede licencia a los niños de coro para ir con la Schola del Círculo Católico de Obreros a Logroño.[55]Luego, nada; tan sólo una carta-oficio firmada, junio, 1938, por el poeta-dramaturgo, Dionisio Ridruejo, director general de Propaganda, sección que había creado el nuevo gobierno, al finalizar la guerra civil, dependiente del Ministerio del Interior,
«diciendo que el colegio de niños de coro quedaba destinado, por orden superior, para oficinas de la sección de musicología y ediciones musicales del Ministerio del Interior».[56]
Era el inicio del final de una guerra civil que habría de ser letal para el Colegio de los Niños de Coro; a partir de esa fatídica fecha, 1936, las voces blancas enmudecieron en Burgos; las puertas del Colegio se cerraron para siempre;[57] quedaban, eso sí, 700 años de historia, de ellos, 400 documentando su formación musical, su participación en la liturgia, su actividad musical fuera del colegio, creando generaciones de grandes músicos, eclesiásticos y civiles, bajo la dirección de expertos maestros de capilla que les inculcaron, en teoría y práctica, los procedimientos y estructuras más vanguardistas de cada época; prueba de todo ello, recopilación del pasado y puerta abierta al futuro, es el pliego aprobado por el Cabildo catedralicio en asamblea capitular de 28 mayo, 1554, cuyo contenido perduraría, con puntuales añadidos, adaptados a cada época; simple muestra de ello, la adhesión de la música sacra a la moda italianizante que imperaba en el ambiente musical español desde el siglo XVIII, con la preparación de los niños en el canto eclesiástico y en el profano italiano, para cuya consecución se les hace estudiar este idioma además del latino:[58]
«Que el maestro de capilla que ahora es o será, sea obligado de estar en la capilla desde San Miguel hasta Pascua de flores, a la mañana desde acabada prima hasta acabadas las horas y de Pascua de flores hasta San Miguel desde las ocho hasta las diez, y a las tardes desde nona hasta acabadas las horas, y que esté allí dando lección con los libros.
Lo que parece es a cargo del maestro de capilla, tocante al enseñar a los mozos de coro, es lo siguiente, lo cual se tiene de guardar y cumplir con toda vigilancia y cuidado, porque de ello se servirá mucho Nuestro Señor, y será aumento del culto divino y contentamiento lícito para los que asistieren siempre a los oficios divinos.
Concertándose con el maestro de los mozos de coro, vayan a tomar lección de canto llano los más novicios, y esta lección se les ha de dar de suerte que les aproveche y lo entiendan, y no por cumplimiento de solamente dársela, enseñándoles los principios por el mejor modo y brevedad que sea posible, dándoles conocimiento de los tonos en la mano y en el libro;[59] y para que la lección les aproveche y más presto deprendan, siempre se tenga la costumbre de que la lección que se les dé un día, el siguiente que viniere se les pida cuenta y no pasen de allí hasta lo saber bien, y así ha de mirar que los de un tiempo, siempre se les dé lección juntos, para que así juntos los saquen al canto de órgano, y esto se entiende sin las lecciones que su maestro o ayo está obligado a dar.
Y como los muchachos vayan bonicamente enseñados en el canto llano, que si hay buena diligencia lo tienen que estar dentro de cuatro meses que lo principien, los tienen que poner luego en el canto de órgano, [60] y esto con mucha furia, [61] se les dé luego pausas é figuras e ligaduras, [62] y ansí tienen que ir procediendo por su orden, dándoles luego sus lecciones, y cada uno tenga su cuaderno, y como se vayan desenvolviendo un poco los tienen de mandar sacar de los libros que en la iglesia se cantan, dúos y tríos y algunos versos buenos de magnificas de a cuatro y algunos buenos motetes, [63] porque apuntándolos los mismos niños, tienen más conocimiento de ello y más presto se desenvuelven, y así en lo que hubieren sacado sus lecciones, enseñándoselas de muy buen aire [64]y que lo canten con toda osadía [65] y siempre la lección que un día se les diere la tornen a repetir el siguiente hasta que la sepan, y por ésta no dejen siempre de dar sus lecciones de canto llano, e tener ejercicio de ello, que el canto de órgano les ayudará mucho a saber más presto el canto llano.
Y para esto tiene que tener cuidado el maestro de capilla de mirar cuales niños tienen mejores voces y mejor aparejo, [66] para que con ésos se tenga mayor cuidado porque más presto sirvan en el facistol de canto de órgano, y, porque esto haya mejor efecto, como vayan desenvolviéndose un poco se tiene de tener cuidado de pasarles la misa o magnificat que se haya de decir otro día, porque cantándose en concierto[67 ] y compañía se hacen muy presto hábiles, y si en la tal misa o magnificat que así provieren, hubiere algún dúo o tercio o verso que sea de tiple, para lo decir, sencillos, se le enseñen muy bien a los niños por si fuere menester que lo diga uno o dos de ellos con muy gentil aire y meneo, [68] y así parecerá que luce el trabajo que con ellos se tomare, y ellos tomarán ánimo para lo querer hacer muy a la continua y aún pasar adelante, y para que, con mayor desenvuelto y sin temor, puedan cantar todo lo que en el coro se ofreciere.
Y como los dichos niños estén un poco diestros en el canto de órgano, [69]luego el dicho maestro les ponga en darles lección de contrapunto, [70] porque esto es con lo que acaban de hacerse hábiles.
Y el cómo se tiene que dar y enseñar no se pone aquí la forma, porque hay diferentes modos de ello, pero todavía no dejaré de tocar algo, y digo que, después de les haber enseñado bien el arte por la mano, [71]dándoles a entender qué especies perfectas e imperfectas [72] se pueden echar sobre punto [73]de canto llano,[74]se les debe mandar hacer sus cuadernos a cada uno y mandarles sacar cantos llanos diferentes, y sobre aquel canto llano hacerles sus lecciones, las cuales sepan dar razón, porque se vea que lo entienden, y como vayan entendiéndolo un poco los dichos niños, vuelvan a hacer lecciones sobre aquel otro canto llano, y continuándolo mucho y cantando con ellos de improviso se ayudarán luego y lucirán mucho en el coro; y el dicho maestro de capilla, por los animar, tiene de hacerles algunas alleluyas de contrapunto concertado y enseñárselas muy bien para que ellos las canten en el coro, que haciéndolo así se cebarán los muchachos a querer hacer ellos otro tanto por sí, y de esta suerte, con ayuda de Nuestro Señor, habrá gran ejercicio de música y saldrán muchos hábiles.
Que el maestro de capilla sea obligado a trabajar con los mozos de coro que tengan más habilidad, para que digan las lamentaciones [75] y la Sibila [76] y los otros oficios que son de mozos, y que del lunes de dominica in passione [77] adelante deputen dos horas cada día para proveer las pasiones y lamentaciones y otros oficios de la Semana Santa».[78]
Si hay que sintetizar el largo documento del Cabildo burgalés, habría que resumirlo en una enseñanza musical completa, teórica y práctica, al más alto nivel de eficacia. Las actas capitulares nos dicen que los niños de coro de nuestra catedral han estudiado e interpretado lo más granado del repertorio coral desde el siglo XVI al XX; [79] por sus voces han pasado los grandes maestros del siglo de oro español, Morales, Victoria, Juan Navarro, Rodrigo de Ceballos, que fue maestro de capilla de nuestra catedral, junto a los emblemáticos europeos Palestrina u Orlando de Lassus; en el siglo XVII se reseña a Juan García Salazar que fue niño de coro en Burgos, Juan del Vado, el prolífico compositor de Tonos humanos; Juan Hidalgo, pionero en la música escénica española, y tantos otros que se mezclan con lo italiano a través de Antonio Lotti o, en el siglo siguiente, de José Tartini, el virtuoso del violín. En ese siglo, siglo XVIII, y en la catedral de Burgos, el valenciano Francisco Hernández Illana que compone la música para solemnizar los ritos de la apertura al culto de la capilla churrigueresca de Santa Tecla, la santa asiática de Iconio a la que dedica un oratorio [80] para coro, solistas y orquesta que se interpretó ese día en el crucero de la catedral; fue el día 30 de junio de 1736. La relación completa de obras y autores aumentaría folios porque, aparte los emblemáticos compositores, Joseph Haydn, Cesar Franck, Charles Gounod…, en España, Hilarión Eslava, Vicente Goicoechea…, se conserva todo el repertorio que los maestros de capilla compusieron para la liturgia de su catedral, tanto obras litúrgicas en latín, como villancicos [81]en romance para Navidad, Corpus, la Asunción de Nuestra Señora Santa María, titular de la catedral, y celebraciones solemnes de fiestas propias de la diócesis burgalesa. [82]
Junto al repertorio que, desde su ingreso en el Colegio de Niños de Coro, han escuchado a la capilla de música, han interpretado con ella en la voz de tiples, han estudiado en sus clases de música, están los profesores, los maestros de capilla, que en cada época han sido de auténtica solvencia profesional. En relación con los Niños de Coro, desde el primero documentado, Juan Rodríguez de Sanabria, [83]hasta el último, el investigador Leocadio Hernández Ascunce, [84] han sabido aportar a los niños de coro una instrucción musical completa, basada, en cada época, en las teorías más avanzadas, que les permitía pasar en breve tiempo de la teoría a la práctica.
Un aprendizaje gradual, iniciado en el fundamento de la música, el canto llano, en palabras del fraile franciscano Antonio Martín y Coll, organista, primero en el convento de San Diego de Alcalá de Henares,, anexo a su Universidad, luego en el real de San Francisco, en Madrid,
«la costa para las alabanzas divinas, porque hasta en las Catedrales donde ay Capillas formadas por diestros músicos es el Canto Llano el más usual para cumplir con el Oficio Divino, [85]
Un canto llano que les iniciaba en la lectura entonada de la notación; una notación, la medieval, que expresa no sólo la representación acústica de los sonidos, también los adornos que brotan de su notación de ligaduras, y el desarrollo melódico a través de la unión de infinitos sonidos que los teóricos llaman melismas; [86] procedimientos monódicos imprescindibles para adentrarse en el universo de la polifonía; los teóricos medievales no aconsejan su estudio, lo exigen:
«Quien ignora el Canto Llano inútilmente accederá al mensural. Primeramente, se ha empapar del Canto Llano y a través de él podrá acceder al mensural». [87]
Y la música mensural, la polifonía, se diversificará, a partir de la revolución en las técnicas de componer que la historiografía moderna ha dado en llamar Ars Nova en contraposición al Ars Antiqua que abarca la polifonía de los siglos XII-XIII, en la harmonía vertical, en el canto de contrapunto y el canto de órgano:[88] el canto de contrapunto, como auténtica vuelta a los procedimientos de la polifonía medieval; esa técnica artística de colocar una dos, tres o cuatro melodías de forma horizontal sobre la base de un texto con su monodia litúrgica como base de la composición; aquí en el contrapunto, a partir de las teorías del siglo XV, unas melodías improvisadas en el momento de la interpretación sobre la base de la monodia que canta los textos de la liturgia de la fiesta correspondiente a ese día. Juan Bermudo glosaría en romance [89] la distinción entre contrapunctus (contrapunto) y res facta (canto de órgano) propuesta por Johannes Tinctoris en el Liber de arti contrapuncti, simplificando la diferencia entre canto de órgano y contrapunto.[90]
Los niños de coro burgaleses se familiarizaban técnicamente con la diversidad de tipos en los procedii1entos contrapuntísticos improvisados: contrapunto a dos voces, donde un cantor improvisaba sobre el canto llano que interpretaba otro, diferenciando el contrapunto llano, cuando a cada nota del canto llano correspondía un sonido superpuesto, del contrapunto disminuido, en el que libremente el cantor introduce varios sonidos sobre una sílaba del texto. En el contrapunto concertado, apto únicamente para los más hábiles, se improvisa sobre el conjunto de tres, cuatro o cinco voces; en él la mente del cantor ha de estar pendiente, por una parte, del cantus firmus, sea extraído del canto llano o rescatado de otra obra polifónica, por otra, en conexión auditiva, permanente, de la improvisación de los demás cantores.
El Canto de Órgano, escribía en los primeros años del siglo XVIII, Martín y Coll, en postura auténticamente barroca, tiene para lisonjear el oído, la misma eficacia que para divertir la vista un agregado de colores dispuestos con artificio;[91] y esos artificios son mezcla sonora de libertad individual; una polifonía pensada y escrita sobre el papel, trabajando con los diferentes procedimientos que le proporciona la técnica de composición que recogen en cada época los teóricos.
Introducir a los niños en este intrincado, aunque atrayente mundo de juegos sonoros, como es la polifonía, era cometido contractual del maestro de capilla; asignatura primordial en el currículo escolar que no permitía licencia alguna de descuido:
«El rector del colegio de niños de coro, informó de palabra a Su Illma., en orden a lo expuesto en el cabildo de 10 de este mes, para que los mozos de coro no sigan privados por más tiempo de la enseñanza de composición musical que está a cargo del maestro de capilla, enfermo en la actualidad, meses hace».[92]
«El cabildo acordó que se le comunique al maestro por medio del señor rector del colegio, esta obligación de dar lecciones de composición a los mozos de coro y si no pudiese hacerlo por sí mismo lo verifique por medio de otros a su cuenta». [93]
En el Colegio de los niños de coro, la práctica instrumental es inseparable de la vocal; aquel escrito que, en 1840, enviaba al Cabildo de la catedral un antiguo niño de coro, Santiago García, diciendo que por espacio de trece años había estado en el colegio de Santa Cruz, en el que había sido instruido en el violín, fagot, flauta y clarinete,[94] es reflejo parcial de aquella enseñanza tradicional que incluía el instrumento que los mismos alumnos eligen; [95]y sin duda podían elegir algunos de los muchos instrumentos que, documentados en las actas capitulares, sonaban en la liturgia de la catedral: bajón, clarín, corneta, chirimía, cornamusa, violón, viola, violonchelo Arpa, atabales, sacabuche, trompeta, vihuela de arco, vihuelilla, y, contrabajo.
Los instrumentos preferidos, los de tecla, con las variantes de cada época: el clave, no documentado en Burgos, el clavicordio [96] y, con preferencia sobre ellos, el órgano; el instrumento imprescindible en la liturgia catedralicia, con tal maestría en las manos de los niños de coro, con tal confianza del Cabildo, que el señor Tros, en capítulo celebrado el 2 de diciembre de 1859, propuso que, en ausencia y enfermedades del organista supliera este servicio un niño de coro, preparándole desde luego con lecciones correspondientes, pero es que ya, unos años antes, 1856,
«el señor Gutiérrez, como proponedor, hizo presente a S.I. la antigua práctica, que venía rigiendo en esta santa iglesia, de tocarse el órgano por los niños de coro más instruidos, determinantemente en el oficio y fiesta de Santa Cecilia, así como en otros días del año, con el fin de instruirse y darse a conocer como organistas». [97]
Más tarde, cuando, el Piano-Forte ideado por Bartolomé Cristofori, evolucione con los avances técnicos utilizados, entre otros, por la casa Steinway and Sons, Nueva York, 1853, nuestro colegio de niños dispondrá de ellos; en 1881, en la junta del Cabildo de cuatro de junio,
«el señor Bermejo dijo que juzgaba necesario que se compre para dicho colegio un piano, como quiera que el que hay está muy estropeado; el Cabildo acordó que, si los fondos del colegio lo permiten, el señor rector con el organista, luego que tome posesión, vean lo que sea más conveniente».[98]
El piano se compró; y el Cabildo recordó que el organista enseñe piano a los niños de coro que quieran aprender y estén preparados para ello. [99]
El escaparate histórico de este inmenso, fructífero, trabajo, los nombres de los grandes que han pasado por sus aulas, han jugado por los jardines que rodeaban el Colegio de los Niños de Coro: Rafael Calleja, propuesto y admitido por el maestro de capilla entre varios que se examinaron, [100] o Juan García Salazar, [101 punteros imprescindibles, el primero en la música escénica, el alavés del valle, fronterizo con Miranda de Ebro, de Valdegovía en la sacra del barroco, no dejan de ser reclamo parcial a completar con aquellas palabras que, en 1697, nos dejó manuscritas el noble caballerizo de Carlos II, Mayordomo de la Cofradía de Caballeros Nobles del Hospital burgalés de la Concepción, Francisco Antonio del Castillo y Pesquera:
salen de este Colegio y han salido los mejores músicos de España así para esta Santa Iglesia como para la Capilla Real, y además de todo el Reyno.[101]
NOTAS
[1]Según San Isidoro es el segundo responsable de la música: Praecentor, es el que, en el canto, entona el primero. El succentor es el que a continuación, responde cantando. Isidoro de Sevilla (?-636). Etimologías, lib. VII, 12, 27, Migne, Jacques Paul, Patroloiæ cursus completus, series latina, París, 1802-1865, vol. 82. col. 292
[2]Serrano, Luciano, D. Mauricio, Obispo de Burgos, Madrid, Junta para ampliación de estudios e investigaciones científicas 1922.Apéndice XIII, Estatutos del Cabildo de Burgos, promulgados por Don Mauricio (noviembre, 1230), p.147.
[3]Estructura litúrgica: a) Responsorio breve: A1-a2, B, a2. gloría patri etc. a1- a2. B) Responsorio largo: A-B-A-C-A. etc.
[4]Estructura litúrgica: A-BB-A. etc.
[5]Regla del Gran Patriarca San Benito, Abadía de SantoDomingo de Silos, Burgos, 1965, cap. 45: p. 110, cap.59: p. 136.
[6]Udalricus cluniacensis. Antiquiores consuetudines. Migne vl. 149, liber III, col.741.
[7]Pipino: 714-768 / Carlomagno: ¿ – 814 / Ludovico Pío: 778-840 / Carlos III: 839-888.
[8]Textos y música no litúrgicos intercalados en un texto litúrgico, entendido éste como texto seleccionado y reglamentado por la jerarquia eclesiástica, de obligada interpretación en el día y hora establecida por el calendario litúrgico.
[9] Ekkerhard IV, (980 – 1056) Casus Sancti Galli (edit. Perz, Georgius Heinricus, Monumenta Germaniae Historica, Hannover, Aulici Hanniani, 1829, t. II, p. 101).
[10]Notker Balbulus, Liber Sequentiarum, Migne, op. cit. vol. 131, col. 104.
[11]Fleury, conocido como Saint-Benoit-sur Loire, fundado en los primeros años del siglo VII, bajo el reinado del rey merovingio, Clodoveo II. / Gante: se trata de la abadía belga de San Bavón, fundada en el siglo VII.
[12] Regularis Concordia, ms. s. X, British Lybrary (Translated from the Latin with Introduction and Notes by Dom Thomas Symons of Downside Abbay. New York: Oxford University Press, 1953, p. 1.
[13]Petrus Abelardus, Epistolae, Migne, op. cit., vl. 178, col.114..
[14]Corresponde al cántico Benedictus, última obra que se interpreta en el oficio de Laudes, segunda hora del Oficio Divino.
[15]cf. Navascués Palacios, Pedro. Teoría del Coro en las Catedrales españolas. Madrid, Academia de San Fernando, 1998.
[16]Regularis Concordia cit. p. 36.
[17]Angilbertus Centulensis, Statuta, Migne, op.cit., vol. 99, col. 848.
[18] Caralt Ambrós, M. L´Escolania de Montserrat, Abadía de Montserrat: 1955, págs. 15/25.
[19]Obispo: 521-531.
[20]Tejada y Ramiro, Colección de cánones de la iglesia española, Madrid J.M. Alonso, 1849-1862, t. III.
[21]Ms. s. XII, Liber Sancti Iacobi, Archivo-Biblioteca Capitular de la catedral de Santiago de Compostela, sig. CF-14.
[22]Etimológicamente, del latín conducere, conducir; en la práctica litúrgica una obra destinada a ser interpretada en esos momentos rituales que indican movimiento. Musicalmente, tanto los compuestas en monodia como en polifonía exigen la utilización de un procedimiento rítmico.
[23]Baldricus Dolensis (1050-1130), Itinerarium sive epistola ad Fiscannenses, Migne, op. cit., vol.166, col. 1177.
[24]Región italiana con capital en Rieti, situada en el centro de Italia. della Suburra fue obispo de ella entre1227-1253.
[25]Constitución dada al Cabildo de Burgos por el Obispo de Sabina, legado pontificio el 8 de junio de 1228. Serrano, Luciano, op. cit. Apéndice X, p.140.
[26]Martínez de Bizcargui, Gonzalo: Arte de canto llano é contrapunto é canto de órgano con proporciones y modos brevemente compuesta é nuevamente añadida é glosada por Gonzalo Martínez de Bizcargui; endereçada al muy magnifico e Reverendo Señor Fray Pascual, obispo de Burgos, mi Señor. Burgos, Fadrique de Basilea, 1511. Libro II, cap. V.
[27]Archivo catedral de Burgos (ACB) acta 2 abril, 1586, López Calo, José, La música en la catedral de Burgos, (14 vols.) Burgos, Caja de Ahorros del Círculo Católico, 1996, Vol. III, p. 290
[28]A.C.B., acta 26 octubre,1498, López Calo, op. cit. vol. III, p. 39
[29] A.C.B. acta 2 abril, 1586, López Calo, op. cit. Vol. III, p. 290
[30] A.C.B. acta, 10, febrero, 1503. López Calo, op. cit. vol. III, p.42.
[31] A, C.B, acta 5 septiembre, 1488. López Calo, op. cit. vol. III, p.36.
[32] A.C.B. acta 23 enero, 1523. López Calo, op. cit. vol. III, p.58.
[33] En toda la documentación catedralicia el término cantor es equivalente a maestro de capilla y, en ocasiones, también se le denomina con el término medieval, capiscol.
[34]A.C.B. acta 13 octubre, 1511, López Calo op. cit. vol. III, p.50.
[35] A.C.B. acta 5 diciembre, 1856. López Calo, op. cit. vol. VIII, p.95.
[36]A.C.B. acta 23 abril, 1586, López Calo, op. cit. vol. III, p.287.
[37] Castillo Pesquera, Antonio del: Breve compendio de la historia eclesiástica de la ciudad de Burgos, fundación de esta ciudad, de su Iglesia mayor, Parroquias y Conventos hasta el año 1697. (Edit. Burgos, Ayuntamiento, 1946). fol. 62v
[38]A.C.B. acta, 14 junio, 1588. López Calo, op. cit. vol. III, p.306.
[39] A.C.B. acta 14, junio, 1588, López Calo, op. cit. Ibid.
[40]A.C.B. acta 11 septiembre 1713, López Calo, op. cit. vol. VI, p. 40.
[41]Actual Nuño Rasura.
[42]Carmona Urán Gregorio, Historia de las viejas rúas burgenses, Burgos, Instituto municipal de cultura, 2020, p.73.
[43] A.C.B. acta de 16 de mayo de 1777: Tomás Conte, que fue mozo de coro en el colegio de Santa Cruz.
[44] A.C.B. acta 9 septiembre, 1808, López Calo, op. cit. vol. VII, p. 73.
[45]A, C. B. acta 3, abril, 1533, López Calo. op. cit. vol. III, p. 69.
[46]Autoridad: estimación. Covarrubias Sebastián de, Tesoro de la lengua castellana o española, Madrid, Luis Sánchez, 1611.
[47]Vestidura clerical, talar, que llega al suelo, cortada a todo el ruedo y cerrada con golpes para sacar los braços. Covarrubias, op. cit.
[48]Lectura del santoral romano con los nombres y hechos de los santos que se celebrarán al día siguiente.
[49]La señal que se hace a cierta hora de la noche para que todos se recojan en sus casas y se aquieten. Covarrubias op. cit.
[50] A.C.B. acta,23 abril, 1586. López Calo, op. cit. vol. III, pp. 286ss.
[51] A.C.B. acta, 28, julio, 1855. López Calo, op. cit. vol. VIII, p. 77.
[52]Diccionario geográfico-estadístico- histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid, P. Madoz, 1845.
[53]Burgos, julio 28 de 1855.firmado por Fabián de Yarto en nombre del Cabildo.
[54]A.C.B. acta, 5 mayo, 1859, López Calo, op. cit. vol. VIII, p.110.
[55] A.C.B. acta13 marzo, 1938. López Calo, op. cit., vol. VIII, p.311.
[56]A.C.B. acta 3 junio, 1938, López Calo, op. cit. vol. VIII, p. 311.
[57]El año 1950, Luis Belzunegui (Pamplona 1904-1997) que había ingresado en la catedral de Burgos como segundo organista el año 1926, y a partir de 1944 ocupaba el magisterio de capilla, reabre el Colegio de Santa Cruz a las voces de los Niños de coro; en 1964, al jubilarse, se cierra de nuevo el colegio y desaparecen definitivamente las voces infantiles de la catedral.
[58]A.C.B. acta 5 noviembre, 1855. López Calo, op. cit. vol. VIII, pp.80ss.
[59]Hace referencia a las partituras manuscritas o impresas.
[60]Polifonía: procedimiento de componer a varias voces de forma vertical u horizontal.
[61]Es el ímpetu con que hacemos arrebatadamente alguna cosa. Covarrubias, op. cit.
[62]Pausa: ciertas señales en el canto de órgano, las quales advierten se han de callar todos los compases que ellas valen. Covarrubias, op. cit.
Figuras: signos para escribir el valor matemático de duración de los sonidos.
Ligaduras: signo de notación rítmica que abarca dos más sonidos que se cantan sobre una sílaba del texto.
[63]Compostura de voces, cuya letra es alguna sentencia de lugares de la Escritura. Cántase en las yglesias catedrales, los días de domingo y festivos, teniendo consideración a que la letra sea del rezado de aquel día; y porque se ha se ha de medir desde el alçar hasta la Hostia posrera, se dixo motete, sentencia breve y compendiosa dando a entender a los maestros de capilla que la letra ha de ser breve y no han de componer a modo de lamentaciones. Covarrubias, op. cit.
[64] Entre los músicos se usa este término: tiene buen ayre en tañer o cantar, tener gracia y viveza, Covarrubias, op. cit.
[65]Con determinación, con impulso, Ibid.
[66]Aparejo: Lo necesario para hacer alguna cosa, Ibid.
[67]En la Música es un concurso de más de dos voces. Ibid.
[68]El movimiento del cuerpo con donaire y sin él, Ibid.
[69]Polifonía, superposición vertical u orizontal de varios sonidos.
[70]Contrapunto: procedimiento polifónico que superpone horizontalmente varias melodías, basadas en una melodía base.
En el Renacimiento, un procesamiento polifónico improvisado sobre el canto llano.
[71]Hace referencia a la enseñanza musical en la Edad Media, y Renacimiento, propugnada por Guido de Arezzo, (Arezzo c. 991 – c.1033) basada en el exacordo, seis sonidos, cuyas correspondientes letras (notas) -ut, re, mi, fa, sol, la-, se escribían sobre las falanges de los dedos de la mano, para el aprendizaje de los sonidos y su entonación
[72]Hace referencia a los intervalos: distancia entre un sonido y otro.
[73]En música sinónimo de sonido.
[74]Monodia litúrgica, corresponde al canto gregoriano.
[75]Lamentaciones del profeta Jeremías que se cantaban en el primer nocturno del Oficio de tinieblas, maitines del jueves, viernes y sábado de Semana Santa.
[76]La recitación de la última lectura de los maitines, primera hora del Oficio Divino, del día de Navidad le corresponde a un niño de coro que interpretará el Canto de la Sibila,esa mujer, nacida en Oriente,dotada de poderes proféticos, enlace entre los dioses y la humanidad, transmisora de las realidades venideras que nos tienen determinadas.
[77]litúrgicamente correspondía al domingo anterior a Domingo de Ramos.
[78] A.C.B. acta 28 mayo, 1554, López Calo, op. cit. vol. III, pp. 109ss.
[79]La catalogación integral de las actas capitulares referentes a la actividad de la capilla de música, y contenido del archivo musical realizada por el profesor López Calo, abarca 14 volúmenes, de ellos, 7 están dedicaos a enumerar las obras musicales que interpretaba la capilla de música incluidos los niños de coro: vols.: 1,2,10.11.12,13,14.
[80]Drama musical, nacido en el siglo XVII, con textos sagrados que se interpretan sin acción escénica.
[81]Las canciones que suelen cantar los villanos quando están en solaz. Pero los cortesanos, remedándolos, han compuesto a este modo y mesura cantarcillos alegres, este mesmo origen tienen los villancicos celebrados en las fiestas de Navidad y Corpus. Covarrubias, op. cit.
[82]La numeración del repertorio completo, catalogado por el profesor López Calo, abarca 7 volúmenes de los 14 que componen su obra Música en la Catedral de Burgos. Volúmnes: 1: Polifonía española/2: Polifonía española/10: Polifonía española/11: Polifonía siglo XVII/12: Polifonía siglo XVIII/ 13: Polifonía siglo XIX/14: Polifonía siglo XIX-XX.
[83] Los dichos señores dijeron que, para el decoro de esta iglesia, porque el culto divinal sea acrecentado, deliberaron de recibir e recibieron a Juan Rodríguez de Sanabria, cantor, para que sirva en el coro en todo lo necesario e mostrar a los señores beneficiados e mozos de coro que querrán aprender gratamente, e recibiéronle cuanto fuere su voluntad, e para esto le deputaron diez mil maravedíes e una carga de trigo en cada año, lo cual se ha de pagar por los señores de la mesa e por la fábrica.A.C.B. acta 4 abril, 1484.López Calo, op. cit. vol. III, p.29.
84]Maestro de capilla: 1923-1939.
[85] Antonio Martín Coll, Arte de Canto Llano, Madrid viuda de Juan García Infancón, año de 1714. Prologo y razón de la obra.
[86]Sucesión de infinitos sonidos que se cantan sobre una sílaba.
[87] Johannis de Muris. Speculum Musicae. Coussemaker Edmond de, Scriptorum de Musica Medii Aevi, París, Durand, 1864, t. II, p. 303.
[88]cf. Johanne Tinctoris, Tractatus de Música, Edmond de Coussemaker, Scriptorum de Musica Medii Aevi, París, Durand, 1864, Tomo IV, pp. 78ss. / Francisco Tovar, Libro de Música práctica, Barcelona, Johan Rosebach, 1510, fol.35. / Juan Bermudo, Declaración de instrumentos musicales, Osuna, 1555, libro V. / Pietro Cerone, El Melopeo y Maestro. Tratado de música theórica y pratica, Nápoles, J.B. Gargano y L. Nucci, 1613, libros: 6,7,8,9,10.
[89]Declaración de instrumentos musicales, Osuna,1555, lib. III, De Canto de órgano
[90] Coussemaker, op. cit. t. IV, pp.76ss.
[91]Antonio Martín y Coll. Arte de Canto Llano, 1719, Advertencia preliminar a quien leyere.
[92] A.C.B. acta 17 mayo, 1861, López Calo, op. cit. vol. VIII, p.135.
[93] A.C.B. acta 10 junio, 1861, López Calo, op. ct. vol. VIII, p. 135.
[94] A.C.B. acta 2 diciembre, 1840. López Calo, op. cit. vol. VIII, p.14.
[95]A.C.B. acta 5 octubre, 1855, López Calo, op. cit. vol. VIII, p. 81.
[96]A.C.B. acta 8 junio 1714, López Calo, op. cit. vol. VI. p. 45.
[97] A.C.B. acta, 5, diciembre, 1856. López Calo, op. cit. vol. VIII p.95.
[98] A.C.B. acta 4 junio, 1881, López Calo, op. cit. vol. VIII, p. 226.
[99] A.C.B. acta 1 octubre, 1925, López Calo, op. cit. vol. VIII, p. 309.
[100] A.C.B. acta 31 octubre, 1879, López Calo, op. cit. vol. VIII, p. 216.
]101] A.C.B. acta 1 julio, 1659, López Calo, Ibid. Vol. V, p. 73.
[102]No se conserva documentación de su biografía, tan solo que nació en Burgos y murió en 1715.cf. Martínez Añíbarro y Rives, Manuel, Diccionario biográfico y bibliográfico de la provincia de Burgos. Madrid, Imprenta de Manuel Tello, 1898, pp. 129ss.
[103]Castillo y Pesquera, Francisco Antonio del, Breve compendio de la historia eclesiástica de la ciudad de Burgos, fundación de esta ciudad, de su Iglesia mayor, Parroquias y Conventos hasta el año 1697. Ms. Archivo Municipal de Burgos, sig. ms. 2-260939, (Edit. Facsímil, Burgos, Ayuntamiento, 1946), fol. 62rv.