CASTRILLO DE MURCIA

La Villa de CASTRILLO DE MURCIA tiene una rica y secular historia, que, incluso, su mismo nombre indica, pues deriva de “Castillo de Muza”.

Muza fue un moro que pasó por estas tierras en su ruta conquistadora desde Zaragoza hasta León, estableciendo en esta localidad un fortín castillo, del que en la actualidad, no queda nada.

La huella árabe y medieval se puede descubrir en su emplazamiento, en la falda de una pequeña montaña coronada por la ermita dedicada a Santa Bárbara, y por su disposición, con el señorío de su arco de entrada, las casas exteriores haciendo de muralla, sus callejuelas y rincones, todo ello bajo la sombra protectora de su formidable Iglesia.

SU IGLESIA

En la Iglesia parroquial también se puede constatar la huella del paso del tiempo: sobre restos románicos se levanta un grandioso templo gótico, hecho en varias fases, siendo la cabecera del siglo XV, y resto del XVI, con tres naves, majestuosa torre con escalera de caracol exenta de columna central, construida por Hernando de la Maza entre 1557 y 1580, así como las capillas de Juan de la Maza, fechadas en 1580.

El Colacho

Declarada de interés turístico, EL COLACHO es una celebración a la que acuden multitud de visitantes, y que la caracteriza por lo que tiene de tradición secular y de arraigo singular.

Es una fiesta característica que se celebra el Domingo siguiente al Corpus (actualmente coincide con esta solemnidad por su traslado de jueves a domingo), y en la que actúa el “Colacho” como representación del diablo, cubierto con una máscara, un traje característico y portando unas castañuelas descomunales, que golpea al unísono del atabalero con un palo de cuya extremidad pende una cola de caballería (zurriago), con la que “castiga” dando golpes.

En la procesión con el Santísimo, el Colacho, sin máscara huye, vencido y odiado, de Cristo-Hostia y salta por encima de los niños nacidos en el año, quedando de este modo libres de su influencia maléfica y recibiendo seguidamente la bendición del Santísimo, que los hace posesión y protección suya.

Importante es el papel del “atabalero”, que portando su “atabal” o tambor, con un toque característico, sirve de anuncio y enseña del Santísimo, al que precede en la procesión, y de la Cofradía, son sus capas castellanas, ambos son su digna comitiva.