BURGOS: 50 AÑOS DE COROS Y ORFEONES (1880-1930). -Por Luis Lozano Virumbrales-.

     El coro de los que salmean tomó su origen del coro de los que cantaban; la antigüedad lo instituyó para los ídolos, con el fin de alabarles con su voz y servirles con todo el cuerpo. Por los coros quisieron dar a entender el movimiento circular del firmamento: por el movimiento de las manos, la unión de los elementos, por el sonido de los cantantes, la armonía de los planetas resonantes, por la actitud del cuerpo, el movimiento de los signos, por el batir de las manos o el ruido de los pies, el crujir de los truenos. Todo esto lo imitaron los fieles y lo transformaron en servicio del verdadero Dios.[1]

     La cita, con incursiones en la música de las esferas, del germano de Agsburgo, Honorio, [2]conocido en la estética medival como Maestro de Autum, que,en los primeros años del siglo XII, nos enseñaba que la pintura se hace por tres razones: primero porque es la enseñanza de los ignorantes; segundo para adornat la casa con su belleza; tercero, para traer a la memoria la vida de los antepasados, [3]había sido sintetizada, cinco siglos antes, por uno de los grandes eruditos del reino visigodo, Isidoro de Sevilla; guiado por la única meta de enseñar que le impulsa a escribir las Etimologías, se limita a decir, en escueta frase, sin puntualizar que las civilizaciones son resultado de interacciones e interferencias del pasado, que el Coro fue inventado en Grecia [4]estableciendo su origen, cronológicamente, en la tercera edad, Año 3.955, y definiéndolo como

una multitud congregada en una celebración religiosa. Se llama Coro porque, en un principio, permanecían en píe en torno al altar a modo de corona y así cantaban; otros dijeron que coro proviene de concordia que consiste en la caridad, puesto que, si no hay caridad, se es incapaz de dar una respuesta conveniente.  En el arte musical, concentor, (corista), es el que canta en armonía con otros; el que no canta en armonía ni canta en coro no es un concentor.[5]

     En los primeros años del siglo XII, un monje de la abadía aquitana de Bourgueil, luego arzobispo de Dol-en Bretagne, Baldricus Dolensis, [6]completa la definición isidoriana reglamentando que en el coro eclesiástico se unen los niños, los jóvenes y los mayores,[7]sin especificar  clasificación nominal de sus diferentes voces, porque, para ello, habría que esperar hasta el siglo XV, cuando los compositores dejen consignado, en el inicio del pentagrama, el nombre de la voz que canta cada una de las melodías que teje el procedimiento polifónico: cantus, a veces sustituida por tiple, una voz de niño, más tarde también de hombre, producida por una técnica especial de falsete; altus, una voz aguda de hombre; tenor, una voz media de hombre y el bassus, una voz grave de hombre.

     Tomás de Yriarte,[8]nuestro fabulista tinerfeño de la Ilustración, de esmerada afición a la música, recogerá, de forma exhaustiva, esa tradición coral en su extenso Poema a la Música [9]poetizando las Calidades de las voces humanas que componen el Coro:

Mas como el hombre anhela novedades

y a la música han dado las edades,

si no más expresión, más artificio,

ofrenda y sacrificio

hace la religión de sus inventos

en el uso de voces e instrumentos.

hai, entre aquellas, quatro principales

de diversos alcances, y metales:

el tiple, ya primero, ya segundo,

éste, tres puntos más que aquel profundo;

el contralto perfecto, que se extiende

tres grados más abaxo,

el tenor, que desciende

todavía otros tres, y al fin el baxo;

siendo todos los puntos veinte y siete

desde el más grave al más agudo tono;

y excluyéndose de ellos el falsete,

entre el baxo y el tenor canta el baxete,

llamado barítono.

hai tiple y hai tenor acontraltado,

contralto tenorado, y atiplado,

sin que precisas en el canto séan

las voces que á este modo bastardéan,

toléranse mejór en el teatro;

pero, como legítimas, el templo

sólo debe admitir aquellas quatro.

ni hallarán simil que tan bien las quadre

como el de una familia: el baxo es el padre,

es anciano, que dándolas exemplo,

con madurez las rige y las contiene:

el juicioso tenor, a quien el nombre

de hijo mayor conviene,

en gravedad le imita

con la moderación propia de un hombre:

piérdela como joven el contralto;

y semejante a un niño el tiple, o alto,

inquieto corre, salta, juega y grita.

exige la agradable unión del coro

que se guarde el carácter y decoro

propio de cada voz.

 Quien los olvida,

quien sin causa las fuerza, y las invierte,

yerra, no de otra suerte

que el Escritor que de observar no cuida

las varias propiedades

que inseparables son de las edades;

pues en esta familia el desgobierno

se introduce, si el baxo contraltéa,

o el tiple tenoréa,

y no impide que los hijos roben

el oficio paterno,

y el padre se desmande como joven.[10]

     Toda una genial descripción lírica de la plantilla vocal aceptada como definitiva por la historia, fiel a su reglamentación durante ocho siglos, que elevará la figura de los cantores a la categoría de profesión liberal; una profesión que, a partir del siglo XIV, conformará las capillas de música con función ritual y de protocolo, tanto en las catedrales como en los palacios de reyes y nobles.

     Los cantores, a partir de ese momento, se han de preparar, no sólo musicalmente, también en las últimas técnicas vocales imprescindibles para la interpretación de la música de vanguardia, porque su acceso a la capilla de música ha de pasar por pruebas de gran dificultad: se le va a verificar sus condiciones vocales naturales, su capacidad y regulación de la presión del aire para emitir los sonidos con más o menos potencia, las características de su voz, su forma de emitir los sonidos, la utilización de los resonadores, la expresión en la interpretación; ha de demostrar, en examen, un total conocimiento, en teoría y práctica, de los tres procedimientos fundamentales de la composición: el canto llano, el canto de órgano y el canto de contrapunto.[11]

     La aparición de la música escénica con la ópera   creará nueva terminología aplicable a solistas y cantantes de coro,ahora formado éste por dos secciones: mujeres y hombres; ambas, con tres voces, correspondientes a los tres estadios de la producción y resonancia naturales de la voz: Soprano, voz aguda, Mezzosoprano, voz media, Contralto, voz grave; en la sección masculina: Tenor, voz aguda, Barítono, voz media, Bajo, voz grave. Con el hecho, estaba ya conformado el Coro Mixto; un nuevo coro hacia el que orientará sus aspiraciones vocales ese florecimiento de grandes masas corales que irrumpe a finales del siglo XIX en España. [12]

     Habría de ser precisamente ese siglo XIX quien conceda a la burguesía y al proletariado imitar la actividad coral. exclusiva hasta entonces, de los profesionales de la música, reservada exclusivamente para los ritos eclesiásticos, para los protocolos de la nobleza, para los teatros de ópera y concierto; ahora, en España, a partir de la primera mitad de ese siglo, liceos, academias, ateneos, círculos de recreo… soportes imprescindible de la cultura que reclama la burguesía industrial, introducirán en sus organigramas la música como placer estético para unos, como práctica coral para otros; idéntica función la de las Sociedades obreras de Socorro Mutuo, que, si por ideario fundacional, cubren la atención sanitaria de sus socios, paulatinamente darán al proletariado respuesta a idénticas demandas culturales, musicales y de ocio. Burgos contó con dos de ellas; la primera, fundada en 1841 con el nombre de Sociedad de socorros mutuos de artesanos y hacia 1850, La amiga de la Humanidad.

     Una apasionante aventura musical que bifurcará la práctica coral en los términos Coro, en referencia tradicional a una agrupación compuesta por profesionales o aficionados, hombres y mujeres, de la burguesía, que estudian los elementos básicos de la música y Orfeón, reunión de obreros que ciertos días de la semana, al atardecer, finalizada su jornada laboral, se reúnen para cantar, alternando los ensayos con el aprendizaje vocal e instrumental. En origen tan sólo se aceptan en la plantilla del orfeón las voces masculinas, hombres, y cuando el repertorio lo exige se incorporan los niños, agrupación infantil imprescindible en todas las sociedades corales como base preventiva de las futuras bajas de los adultos.

     Un manifiesto publicado, sin firma, por   el diario burgalés El Heraldo de Castilla [13] en su edición de 30 de marzo de 1881, bajo el epígrafe Intereses morales, un Orfeón, da fe de esa realidad socio cultural en nuestra capital:

     En las más cultas capitales de nuestra patria y del extranjero, forman parte de la educación popular los rudimentos de la música, y con el cultivo siquiera sea en pequeña escala de este bello arte, se templan las costumbres, dulcificando los caracteres, y se roban al ocio y al vicio muchas horas que los jóvenes pasan alegremente entretenidos en el aprendizaje de tal o cual instrumento musical.

     En Burgos, el número de aficionados es grande en la clase del pueblo, que es a la que vamos a dirigir nuestras miras, pues no es raro observar en cada barbería una academia de bandurria y guitarra, ni son escasas las noches del año en que comparsas más o menos numerosas improvisan sus populares serenatas, que al escucharlas revelan una perfección relativa, buen gusto, generalmente, e ingenio y dotes artísticas más que rudimentarias, porque los repertorios se componen frecuentemente de piececitas que son obra de los mismos aficionados.

     Y esta afición llega más allá, porque el que no sabe ni entiende del arte una sola letra, es entusiasta admirador de los músicos populares, y así se ven formar nutridos corros en torno de los músicos escuchando con tal atención y placer que es para ellos un verdadero sentimiento cada vez que terminan las veladas.

     No falta tampoco oído y retentiva en la clase popular, y más de una vez hemos oído entonar canciones mejor o peor ejecutadas, cuyos aires y tonos son difíciles de retener, hasta por quien posea una instrucción regular en la materia; también hemos tenido ocasión de observar que no faltan voces sonoras y de buen timbre, y poderosas, algunas de las cuales educadas, si no llegarían a ser de verdaderos cantores, podría ser una buena base para lo que proponemos.

     Todas estas observaciones nos conducen a concluir afirmando que en Burgos está bastante desarrollado el afecto por la música, y que existen elementos para poder formar lo que se llama un Orfeón.

     La falta de iniciativa en personas o sociedades que pudieran tenerla, es sin duda, la causa de que en Burgos el orfeón no exista ya.

     Ignoramos la clase de tentativas que para ello se hayan hecho, pero creemos que no ha sido ninguna, a excepción de las clases que para este objeto abrió en tiempos pasados la sociedad titulada La Academia, y allí el poco tiempo de que se dispuso y el no haber pasado el asunto más que de un proyecto casi casi, no fue suficiente medio para que se lograran sus deseos.

     No creemos difícil que el actual Liceo pudiera emprender la realización de los propósitos que la Academia antiguamente tuvo; el reglamento lo autoriza, y solo falta una o varias personas entusiastas, porque es claro que allí no se podría tener retribución, que abriesen también una clase con este objeto.

     Nuestra idea realizada del modo que mejor parezca, y como más fácil sea, daría en consecuencias más trascendentales de las que a primera vista parece. Equivaldría sacar de las tabernas y de sitios a personas que se envician sin ser viciosos y solo acaso porque no saben dónde matar las horas de descanso terminadas sus faenas, y apartaría de los mismos sitios a los que por menos precio encontrarán un lugar de esparcimiento en el que pasasen tranquilos las horas que, alterados, invierten en quimeras o en deslices.

     Es preciso convencerse, hay horas en el que el artista necesita esparcir su ánimo y dedicarlas a entretenimientos que sean de su agrado, teniendo la música el suficiente atractivo para entretener materialmente esos instantes, aprendiendo tal o cual coro en una reunión más o menos numerosa, debe aprovecharse este medio que une a la moralidad con el recreo y satisface al que cansado anhela buscar solaz y agradable pasatiempo.

     Además, el ejercicio de las artes liberales, como mecánico deja completamente libre la imaginación, y este fomenta y crea propósitos que el individuo trata de emprender; y las conversaciones de los centros febriles, no son por desgracia sino el comentario, la descarada sátira de los actos que luego se ejecutan a la salida del trabajo.

     Creado el centro musical que proponemos, estas conversaciones tendrían como pasto, asuntos más morales y cultos, como los proyectos de tal o cual serenata, el aprovechamiento y buenas o malas dotes de tal o cual socio y otros análogos, que, si no habrían de absorber por completo la imaginación de los artesanos, cuando menos disminuiría el número de los diálogos que hoy se entablan.

     Los gastos que esto podría ocasionar son escasísimos, pues aparte de la cesión de un local una o dos horas por la noche, no llegarían a ascender más que a una retribución de un profesor, si no existía quien gratuitamente prestase este servicio, a las de alumbrado y al de unos premios que sirviesen de estímulo a los alumnos.

     En cambio, podría utilizarse este bonito recurso para las ocasiones de feria u otras semejantes, y hasta para la realización de un teatro de funciones de beneficencia, no siendo difícil que esta enseñanza llegase a ser en algunos su verdadera carrera y el medio de ganar su subsistencia más tarde.

     Esto es de germen cuanto proponemos. Es claro que en los detalles habrían de tropezarse algunas dificultades que no creemos insuperables, el tomar ciertas medidas más o menos convenientes y mirar detenidamente la cuestión económica, en cuanto al medio de proporcionar recursos para la prosperidad del instituto, pero ni aquí tratamos de hacer el reglamento ni unos presupuestos, a lo que también accederíamos gustosos si acariciásemos la idea de que nuestro proyecto podría llegar a transformarse en realidad».[14]

     Es la primera propuesta escrita de aproximación de Burgos al canto coral; un deseo periodístico que, el año anterior,1880, ya había soñado la Junta directiva del Liceo de Burgos [15] que, cumpliendo uno de los principales fines del Liceo de Burgos, el fomento de la instrucción y cultivo de las artes, se propone crear un Orfeón;[16]un grupo vocal masculino al estilo de las agrupaciones corales europeas, más concretamente al movimiento que hacia 1833 había impulsado el compositor Guillaume Louis Bocquillon-Wilhem, [17]fundando la primera sociedad coral de París bajo el nombre L’Orphéon, todo un histórico homenaje al poeta y músico de la mitología griega, Orfeo.

     El Liceo nunca revivió el sueño; pero es que el sueño estaba reservado a la clase obrera que la hacía realidad con la fundación, en Burgos, del   Círculo de Obreros, o Círculo Católico Obrero, un 15 de abril de1883; un día, escribía el periódico satírico El Papa Moscas, que los obreros burgaleses deberían registrar con cintas de oro y de rosas.

     A los centros de Instrucción popular con que cuenta Burgos tiene que añadirse desde hoy uno más:  El Círculo de Obreros que se inaugurará a las once de la mañana en el palacio de los marqueses de Castro-Fuerte, sito en la calle de Fernán González num. 57.[18]

     La nueva Sociedad Obrera era empeño, trasvasado a la curia diocesana burgalesa, de un canónigo de nuestra catedral, Ángel Sedano, tío por parte de madre, del pintor Marceliano Santa María, apoyado económicamente por industriales de la ciudad, que conformaron la primera junta directiva de la entidad y bajo los auspicios del arzobispo, Saturnino Fernández de Castro;[19]proyecto social, también cultural, que acogía bajo su protección; entre todas las obras de la diócesis, confesaba en el discurso de inauguración del Círculo, ésta sería la predilecta para su corazón.

     El fin que se propone esta loable Asociación es mejorar las condiciones morales y materiales de la clase obrera y sus hijos, instalando clases de lectura, caligrafía, aritmética, nociones de álgebra, geometría, física y química con aplicación a las artes, dibujo lineal y de adorno, economía política, religión y moral, música y canto.[20]

     Todo un panorama pedagógico envidiable, llevado a la cumbre por el jesuita del convento de la Merced, José María Salaverri, estructurado en sus inicios como Escuela de Artes y Oficios, que funciona varios días de la semana en clases nocturnas, principal actividad del Círculo, que adquirieron un mayor desarrollo. […] Se estableció una clase de música vocal e instrumental, con dos profesores, sexteto de violines y Orfeón. En el cuadro de profesores destacaban los nombres de prestigiosas personalidades que desinteresadamente prestaban valiosa colaboración.  [21]

     El proyecto musical, con visos de futuro indefinido, corría a cargo del profesor Agapito Sancho; un burgalés educado en el Colegio de Santa Cruz de los niños de coro de la catedral; su formación musical había sido exhaustiva, su trabajo también; numerosas actas capitulares del Cabildo catedralicio documentan una continua actividad eclesiástica: organista interino, segundo organista, profesor de los niños de coro , director interino de la capilla de música…fuera de la catedral establece en la calle Huerto del Rey 22, 2ª, una academia de solfeo y piano, actividad que, aunque primordial, sabrá simultanear con el concierto en su especialidad de pianista, integrándose en las agrupaciones de cámara, como el cuarteto, quinteto y sexteto burgaleses que están activos en esos años. Y una faceta que engloba toda su actividad musical, la dirección de la orquesta del Liceo de Burgos.

     Y los frutos de su trabajo con la clase obrera, una iniciación al canto comenzando por las clases de solfeo, se plasmaban, un 23 de marzo de 1884, en la presentación de un orfeón; el Orfeón del Círculo Obrero, dirigido por el guipuzcoano Teodoro Lluch Ezpeleta, ayudado en la subdirección por Eduardo López Juarranz.

     Al año siguiente, dentro del programa de las fiestas patronales de San Pedro, pudo por fin lucir el Orfeón sus conocimientos en el paseo del Espolón, la noche del jueves, uno de julio, 1885; oímos el Vals coreado, de Campano, El ideal, con acompañamiento de Banda, una barcarola de Monasterio, El Regreso a la patria, a voces solas; la Mazurka de Llorente, Ecos de la ciudad, el Amanecer de Eslava, La voz del obrero, marcha también a voces solas, Jota aragonesa, de Juarranz y Viva el obrero, con acompañamiento de Banda.

     Todos fueron muy aplaudidos merecidamente, y se hubiera lucido más, si no por la aglomeración, el poco silencio y la mala colocación del tablado [22] dispuesto con mal acuerdo en la orilla del rio que apagaba las voces y el instrumental.[23]

     Al año siguiente repite concierto en las mismas fiestas; ahora en la Plaza Mayor, también con éxito, también con dificultades acústicas: aunque el sitio elegido para que pudiese lucir el Orfeón sus grandes facultades y adelantos, no fue el más a propósito, porque si hay siempre ruido y movimiento en la Plaza Mayor, en días de feria se convierte en verdadera babel; el Orfeón ha demostrado una vez más, con cuanta justicia es aplaudido siempre que se deja oír.

     Reciba nuestra felicitación más cariñosa y sincera, el Señor Lluch y sus excelentes discípulos.[24]

     Durante el año, solemnizan cuantos actos protocolarios o educativos celebra la institución obrera en diferentes lugares predeterminados, a la espera que, finalizadas las obras de su nueva sede, en ese momento en vías de construcción en la calle de la Concepción, a expensas de Doña Petronila Casado, se puedan celebrar, las religiosas en su capilla y las de divertimento, en el salón de actos de su definitiva sede oficial.

     Y, en breve tiempo, de los actos protocolarios o recitales populares, al ambiente del concierto que organiza su Círculo o contratan diferentes entidades culturales de la ciudad. El celebrado, un cuatro de abril de 1897, en el llamado salón rojo, el más amplio y lujoso del Salón de Recreo, decorado al más puro estilo isabelino, revestido con tapices de los hermanos Zuloaga, Eusebio e Ignacio ,junto a los más prestigiosos músicos de Burgos, puede servir de guía para vislumbrar el prestigio y nivel musical que había alcanzado el Orfeón del Círculo de Obreros a punto de finalizar el siglo XIX, porque el siguiente, el XX, vivirá otras dos historias de transmutación bien diferenciadas de esta primera:

     Con una asistencia numerosa y distinguida se celebró el miércoles el concierto que teníamos anunciado para el Salón (de Recreo). Tocó al piano magistralmente el Señor Marquínez la Balada nº3 de Chopin, la Barcarola y Tarantela de Larregla, demostrándonos que domina el difícil mecanismo del piano, y que sabe sentir y transmitir estos sentimientos a los oyentes que no dejaron de tributarle aplausos.

     También el Sr. Quesada tocó al piano una inédita composición suya. Los aplausos que tuvo se encargaron de demostrar su aceptación.

    El sexteto como en los anteriores conciertos rayó la gran altura.

     Es digno de elogio y protección la conducta de los orfeonistas, quienes después de trabajar todo el día, cambiando la blusa por la americana, se presentaron con galanura tras un simpático estandarte a saludar a aquel público selecto. A una indicación del director comenzaron a cantar una bonita Barcarola, interrumpida por una fuerte tempestad que fue imitada admirablemente por el Orfeón, y que desapareció por una plegaria cantada a la Virgen; continuaron dicha Barcarola; al final fueron muy aplaudidos.

     Después nos dieron a conocer obras religiosas; una del presente siglo y la otra del siglo XVI. Terminaron con la Alborada gallega. Todas ellas fueron interpretadas con exquisito gusto. Las cantaron con afinación e igualdad, atacando bien las notas agudas.[25]

     La historiografía burgalesa ha dado por sentado que la primicia fundacional de un coro en nuestra tierra corresponde al Orfeón del Círculo de Obreros; tan sólo en parte es verdadera tal afirmación; con el emblema de Orfeón, sí; como Agrupación coral, no: en 1880 se documenta ya la existencia en Burgos de un Coro de señoritas y caballeros, junto a una orquesta en la sección de Música y Declamación del Liceo;[26]una institución fundada con el único fin y objeto exclusivo de proporcionar a sus individuos útil solaz y pasatiempo agradable, ya con el cultivo de las Ciencias, Literatura y Bellas Artes, ya con otras escogidas distracciones propias de la cultura y buen nombre de esta capital.

     Para conseguir aquel fin y llenar cumplidamente el indicado objeto, se formarán secciones de Ciencias, Literatura, Música y Declamación, sin prejuicio de crear en lo sucesivo otras que la conveniencia aconseje, el buen gusto reclame, los socios lo soliciten y las bases y estado de la Sociedad permitan.[27]

     La sección de música está atendida por los más prestigiosos maestros que en ese momento trabajan en Burgos; está Tomás Hesse, el organero alemán afincado en Burgos, documentado desde el año 1852 construyendo el órgano de la iglesia de San Pedro de Pampliega; está Enrique Barrera Gómez, el vallisoletano que, con veintitrés años, había ganado la plaza de maestro de capilla de la catedral, prolífico y reconocido compositor; están los emblemáticos intérpretes de piano, en primer plano, Bonifacio López, que abrió un establecimiento de venta de Pianos, en la calle Avellanos nº1 y traspasó, más tarde, al paseo del Espolón 20; Un elemento tan inteligente como amable, al cual la sección de música debe gran parte de lo que hace; Vice-Director de la sección de música, que con incansable celo asiste, desde el primer ensayo hasta la función misma, ensayando y ejecutando al piano cuanto es preciso;[28]José Nicolás Quesada, Agapito Sancho que alterna el piano con la pedagogía y la dirección, Francisco Quintana, Antonio López; los directores, Modesto Martínez que dirige la Banda de Música del Regimiento Cuenca; Manuel Fernández y Román Ruiz que lo hacen, junto a Sancho, turnándose, con la orquesta de esta nueva Sociedad; todos ellos volcados en la preparación del coro; un coro formado por socias de número porque, aunque desde sus inicios se propuso crear un orfeón, nunca hubo acuerdo definitivo tocante a las condiciones en que  debe  establecerse.[29]

     Y,  se creó el Coro de Señoritas y Caballeros del Liceo; vocalmente un auténtico trasvase de la plantilla mixta de los coros de los teatros de ópera al escenario de las salas de concierto;las continuas reseñas de la prensa burgalesa, aunque breves, orientan sobre la alta preparación musical de sus componentes:el programa de presentación, un 23 de abril, 1880, ya en aquellos tiempos conocido como día Cervantes, es baremo indiscutible de una preparación musical ajena al temor a enfrentarse a obras de máxima dificultad técnica o cantar junto a divos profesionales, porque si ya en el concierto de presentación habían abordado genialmente  el final del acto 3º de la ópera Hernani de Verdi,[30]a cargo de la señorita Dña. Adela Ramos, los señores Azuela, Arce y González y coro de señoritas y caballeros de la sección de música que mereció los honores de la repetición,[31]un once de junio del año fundacional, 1880, colaboraban con dos grandes divos de la ópera italiana, el tenor Tamberlick

y el bajo Fiorini con su Compañía Italiana de Ópera que había cubierto la temporada de primavera del Teatro Principal:

     A la espontánea galantería de los señores Tamberlick y Fiorini se debe el que los socios del Liceo disfruten el viernes de una función extraordinaria, en que los elementos de las secciones de la Sociedad, en unión con las principales partes de la compañía de ópera italiana, proporcionarán una de las más agradables veladas.[32]

     La función extraordinaria celebrada el viernes en el Liceo estuvo brillantísima: los señores Tamberlick, Fiorini, Laban, Passetti, Amodio, Breton, Villa, del Rio y Mesquiza, han dado una prueba de galantería a Burgos que jamás olvidaremos.

     No es esta ocasión de hacer una revista de la velada musical de antes de anoche; todo el mundo sabe que al tomar parte los artistas indicados, en unión de las señoritas y caballeros de la sección de música y de los señores Gil, Arce, Rives, Piñán y Serna, la función sería notable y escogida.[33]

     Luego, en sus largos años de actividad artística abordarían, junto al tradicional repertorio coral de música sacra y popular en versiones polifónicas, grandes producciones escénicas junto al departamento de Declamación. Su repertorio incluye fragmentos de óperas   de W. Amadeus Mozart, Gioachino Rossini, Giuseppe Verdi, Charles Gounod, Gaetano Donizetti, Giuseppe Mazá, Giacomo Meyerbeer; en el catálogo de zarzuelas figuran obras de Francisco Asenjo Barbieri, Joaquín Gaztambide, Emilio Arrieta, Manuel Fernández Caballero y José Rogel.                       

      Han pasado catorce años ambientados por las voces del coro mixto del Liceo a las que se han unido, desde hace diez, las masculinas del Orfeón del Círculo Obrero; estamos en el año de 1894:

      Es el año de fundación del Orfeón Burgalés: otro orfeón que, con tal título se fundó bajo la dirección artística del músico mayor de la brillante banda del regimiento de la Lealtad D. José Garay, había dejado de existir; la situación económica de la sociedad, incurable cáncer que corroe generalmente en España cuantas instituciones tienen por base el arte, había echado por tierra los nobles deseos de cuantos la componían.

     Pero ante lo material, ante lo externo, había algo más elevado, más sublime y era el acendrado cariño que a la música se hallaba arraigado en el corazón de la mayoría de los que componían la sociedad, que acababa de desaparecer.

     Hacía falta un alma, era preciso una mano directora, se necesitaba el caudillo que mandara aquellas huestes y bien pronto las miradas de aquellos obreros del arte, se fijaron en una persona de reconocidísimos méritos, de indiscutible capacidad, de señalado talento: D. José Joaquín Artola.

     Nombróse al efecto una comisión organizadora que desplegó celo sin igual; dirigióse una instancia a la Junta Directiva del antiguo Orfeón que se publicó en el «Diario de Burgos» del día 28 de Febrero, pidiendo la discusión de la disolución de aquella sociedad coral, y por último en 2 de Abril empezó la segunda etapa del Orfeón, y sus primeros trabajos, el actual, después de haber sido proclamado por unanimidad y en Junta donde reinó el más ferviente entusiasmo, Director y Presidente D. José Joaquín Artola.

     El día 20 de mayo tuvo lugar en el Teatro la primera audición del Orfeón; cantáronse los aires del gran maestro alemán Kunken Los Trovadores y En el bosque, la preciosa composición de Mr. Laurent de Rille Canción de Abril, y la bonita mazurka Ecos de la vida.

     No tardaron en hacerse patentes los trabajos del Orfeón:[35] empezaron los ensayos previa venia del Sr. director del Instituto Provincial en las clases de este centro docente, asistiendo desde el primer día setenta alumnos; aprobóse el reglamento y plan de estudios; y el entusiasmo que en todos dominaba se reflejó bien pronto en el pensamiento iniciado en la mente de todos los Orfeonistas. […]

     Ha llegado el final de mi relato: pero antes de terminar esta sintética historia del Orfeón Burgalés que demuestra con toda claridad lo mucho que ha trabajado en los años que lleva de existencia, las luchas artísticas que ha sostenido, las dificultades económicas con que ha luchado, a las que en diversas ocasiones han atendido con diversos donativos el ilustrísimo. Prelado Fray Gregorio María Aguirre [36] y otras importares personalidades, y por último el celo y cariño por la Sociedad de cuantos la componen, he de llamar la atención de los lectores acerca de los fines altamente dignos de toda alabanza de esta sociedad coral que instruye al obrero, le socorre si por alguna desgracia se ve imposibilitado de trabajar y procura inculcarle el amor a uno de los ramos más hermosos del saber: las Bellas Artes.

     Es muy digno de todo elogio el sacrificio de los señores socios protectores al desembolsar la cuota porque están suscritos; sacrificio al que corresponde la Junta del Orfeón no distrayendo por ningún concepto fondo alguno de la sociedad, llevándose las cuentas con gran rectitud y claridad por el digno tesorero D. Celso Asenjo el cual dedica todas sus energías a la contabilidad del Orfeón.

     Es también digno de  todo aplauso el incansable celo del director Sr. Artola, su desinterés como así mismo el de los jefes de secciones, renunciando voluntariamente a los honorarios que por la enseñanza son costumbre retribuir en los demás orfeones; como así mismo el cariño demostrado a la Sociedad por sus dignos Vicepresidentes D. Eduardo Cifrián, el Archivero D. Honorio Martínez, el vocal D. Agustín Prieto que desde la fundación del Orfeón han desempeñado sus respectivos cargos y la pericia demostrada por el inteligente Subdirector del Orfeón D. Eterio Ríos mereciendo tal confianza que en cuantas elecciones se han verificado han obtenido la reelección, mostrándose incansables en el desempeño de sus cargos. […]

     Lo que relatado queda, justifica con la verdad de los hechos que el Orfeón Burgalés solo una mira ha llevado el trabajo: y que en cuantas manifestaciones ha tenido, solo le ha guiado el deseo de contribuir al aumento de la gloria que Burgos posee. ¿Lo ha conseguido? Las campañas lo prueban plenamente; la interpretación de las 130 obras que ha ejecutado y el laureado estandarte que cual sagrada reliquia guarda, orlado está de medallas y corbatas que son otros tantos emblemas de la gloria y el triunfo que al Orfeón ha cabido en cuantas lides artísticas ha tomado parte.[36]

     La mini historia que, sobre los trece años que vivió el Orfeón Burgalés, hace su secretario, Daniel González, un 31 de enero de 1906, en su discurso de presentación de la Memoria de ellos, no es, precisamente, retórica autocomplaciente, más bien relato realista de entusiasmos, de trabajo, de triunfos, también de dificultades; fundamentalmente, dificultades de tipo económico, situaciones cruciales que, en un momento de máximo desplome, obligarían a la Junta directiva a remitir una carta al  periódico El Papa-Moscas que publicaba en su edición correspondiente a domingo 17 de noviembre de 1907:

     El Orfeón Burgalés, en atenta carta recibida, nos da las más expresivas gracias por nuestro concurso desde su creación hasta la fecha, en favor de tan culta sociedad coral.

     Sentimos mucho – ya lo sabe el Orfeón – que no pueda continuar con sus aplaudidos y laureados trabajos.[37]

     El Orfeón Burgalés había muerto; su epitafio: Estudió e interpretó 130 obras, unas acompañadas de   orquesta, banda, piano u órgano [38] de lo más selecto y representativo de la historia musical del siglo XIX, desde el genial Ludwig van Beethoven hasta nuestro burgalés Rafael Calleja; su infatigable y constante trabajo se vio recompensado con primeros premios, en los más emblemáticos Festivales internacionales de Orfeones: Pamplona, 1884, primer premio, Palma de Vermell; Bilbao, 1886, primer premio de lectura musical a primera vista y Palma de Vermeil; Zaragoza,1904, primer premio en lectura musical a primera vista y segundo premio en interpretación; Madrid,1906 primer premio.

     La iglesia de la Merced, en su convento de Jesuitas, con una misa solemne previa, se inaugura el Orfeón Burgalés, dirigido por Don José Garay,[39]el Teatro Principal, que por primera vez pisaba el Orfeón un 20 de mayo de 1894 y habría de ser escenario de sus grandes éxitos, el Espolón, la Plaza Mayor, cita obligada, anualmente, en las fiestas patronales de San Pedro, fueron espacios en los que las voces de los orfeonistas hicieron la vida de los burgaleses un poco más amable.

      El nuevo siglo, el XX, abre horizontes esperanzadores para la música en España, asumiendo nuevos aires europeos, y Burgos se adhiere a ese nuevo resurgir; el Coro de Señoritas y Caballeros del Liceo va a disfrutar de la celebración de sus bodas de plata, el Orfeón Burgalés, ha llegado al apogeo en la interpretación, pese al peligro de unas horas bajas en su economía, y el Orfeón del Círculo de Obreros, que había parecido tambalearse en los últimos años de la centuria anterior, da un golpe de efecto con el empuje verbal y musical de Federico Olmeda.[40]

      Todo ocurría un seis de mayo; por la mañana el Orfeón del Círculo con su orquesta cantaba su última misa, en la iglesia de la Merced dirigido por Teodoro Lluch; al atardecer, en el salón de actos del Círculo de Obreros de la calle Concepción, se gestaba la creación de otro orfeón que seis meses después se le bautizaría como Orfeón Santa Cecilia:

     Solemnísimos, en verdad, fueron ayer los cultos que el Círculo Católico de Obreros de Burgos, tributó en esta iglesia de la Merced a su glorioso patrón y protector el Patriarca San José.

     A las diez y media tuvo lugar la misa solemne, oficiando el M.I.S. Sr. D. Ángel Sedano, canónigo de la Santa Iglesia metropolitana y director espiritual del Círculo.

     El Orfeón del mismo, acompañado de gran orquesta, interpretó la sublime Misa [41]del inmortal maestro Gounod: [42]soberbia composición religiosa que más gusta cuanto más se oye.

     La interpretación fue primorosa bajo la dirección e inteligente batuta del expresado señor Lluch, y como se esperaba, ha sido realmente un gran acontecimiento musical.[43]

     Por la tarde de ese mismo día y, en los salones del Círculo de obreros, se celebró una importante reunión para tratar de constituir en esta ciudad una asociación musical. El señor Olmeda que presidía el acto, leyó un elocuente discurso exponiendo la hermosa idea que había concebido. […]

     «El fin por el que os he citado a esta reunión no es otra que invitaros a formar una asociación. Primero, para tratar del modo de dar mayor desarrollo al arte burgalés, conduciendo el gusto musical por vías legitimas. Segundo, para crear en la población un género de recreación e instrucción utilísimamente educador y muy apreciado por todas las naciones. Tercero para dar a los elementos musicales que hay en la población una forma más a propósito para satisfacer las diversas necesidades que en ella se han creado e irán gradualmente agrandándose. […]

     A este objeto diré, bosquejando en líneas generales las funciones que haya de proponerse esta Asociación, que crearemos una sección de música instrumental, otra de música de cámara, otra coral, y, finalmente, otra mixta».[44]

     Como había previsto el Sr. Olmeda la nueva sociedad estaba preparada para su presentación oficial y definitiva en el otoño de ese año, y, celebrada la festividad litúrgica de Santa Cecilia, patrona de la música, y nombre que adoptaba el nuevo orfeón, en el Círculo de Obreros se verificó con extraordinaria y escogida concurrencia, como estaba anunciada en los programas, la velada en que el nuevo Orfeón Santa Cecilia hizo su presentación pública y celebró la fiesta de su patrona, dando ocasión al público burgalés con este motivo para pasar un rato útil y amenísimo.

     El Orfeón Santa Cecilia, aparte la Junta honorifica, compuesta de notables personalidades, se compone de unos ochenta, individuos, todos ellos socios fundadores del mismo, con jefes de sección duplicados, excelentes profesores, todos ellos también perfectamente asociados con la idea del director; pues aquí no se busca sino la instrucción popular con la utilidad positiva y real de la población, verdaderamente necesitada de recreos de esta índole, es cosa que todos pudieron apreciar exactamente anoche; por lo demás era hermoso considerar la perfecta armonía entre profesores y aficionados, entre obreros y no obreros.

     Resulta, en verdad, sorprendente que en el escaso tiempo de un mes se haya podido reorganizar el Orfeón del Círculo hasta ponerse en condiciones de dar una velada de la trascendencia que supone la verificada anoche por el Orfeón Santa Cecilia. Estas cosas solo se explican teniendo un profesorado tan excelente y unos alumnos bien confiados en los prestigiosos y autoridad de sus directores. […]

      Discurso del señor Orúe, presidente. En punto a las buenas relaciones que se persigue prácticamente con el Orfeón Burgalés, manifestó que para no perjudicarle se habían tomado las siguientes resoluciones:

1ª De no admitir en su sociedad coral a ningún orfeonista fundador del Burgalés.

2ª Que su orfeón ayudaría a este si tenía necesidad y lo podía hacer.

3ª Que procuraría su Orfeón no ingerirse en las funciones públicas que han constituido la vida de aquel y que por lo tanto traía el Orfeón Santa Cecilia su programa completamente distinto, que tenía por objeto satisfacer muchas necesidades musicales en la población.

     El campo de acción del Orfeón Santa Cecilia será la instrucción popular ahora; una vez obtenida esta, lanzarse a las lides de concursos y certámenes, organizar frecuentemente veladas nocturnas, en las que no solo se harán manifestaciones musicales, dando a conocer hasta los jóvenes notables de la localidad, sino también de las demás bellas artes y ciencias, para lo que se invitará a las personas para ello competentes.

     Además, aquí se perseguirá después la formación de banda y orquesta de que tanta necesidad hay en la población».

     Auguramos días muy prósperos y felices al naciente Orfeón si realiza tan hermoso programa.[45]

     Unos días antes la prensa burgalesa había recibido atenta invitación para la velada que esta sociedad celebrará mañana, a las seis y media de la tarde en el círculo de Obreros, en honor de su patrona Santa Cecilia.

     Dicha fiesta que promete resultar brillantísima, y a la cual concurriremos, tendrá efecto con sujeción al siguiente programa:

Primera parte

  1. Tancredi, sinfonía de Rossini, arreglada por el director para piano (señor Quesada, subdirector) harmonio (señor Oliván, jefe de sección); violines (señores Escolar, Bonis, López, jefes de sección, Arconada y Candela, orfeonistas) violón (señor Olmeda) contrabajos (señores Lluch, profesor del Orfeón, y Landache, jefe de sección) flauta (señor Pereda, orfeonista) y trompa (señor Sánchez, jefe de sección).
  2. Discurso sobre el fin, naturaleza y organismo de este Orfeón (señor Orúe, presidente y jefe de sección)
  3. Solfeo de un estudio escolástico por el Orfeón para demostrar los estudios técnicos realizados por el mismo.
  4. Second divertissement de piano, por J. Ebys, tocado en el violín por el señor Escolar y acompañado al piano por el señor Orúe.
  5. Mia spossa sará la mia bandiera, canto popolare, por A. Rótoli para voz de barítono (señor Moral, interventor de la Sociedad) con acompañamiento de piano (señor Orúe)
  6. Nocturno, de J. Montes, Orfeón.

Segunda parte.

1.Introducción- Remembranza, por Durand, arreglada por el director como el número 1. de la primera parte y tocada por los mismos señores.

2. Lo cant del ánima a la Verge, plegaria de J.M. Álvarez, para voz de tenor (señor Rodríguez, tesorero) con acompañamiento de piano (señor Orúe)

3. Penso…, melodía popolare, Tosti, para voz de barítono (señor Gonzalvo, orfeonista) con acompañamiento de piano (señor Orúe)

4. Pietá, Signore, aria de Stradella,( Orfeón).[46]

     La andadura coral obrera estaba de nuevo en marcha; Olmeda, mentor y director titular del nuevo coro, con la subdirección de Pedro Landache irá dejando la dirección en manos de batutas más jóvenes y demostrada competencia; dos muestras de ello, para esos días, 1901 y para el futuro, 1916, son modelo demostrativo de la trayectoria coral del Orfeón Santa Cecilia:

      El concierto celebrado esta mañana en el Teatro Principal por esta Sociedad coral, ha resultado interesantísimo y ha superado las esperanzas que de ella se podían esperar.

     El Orfeón se ha colocado a gran altura. Todas las piezas cantadas lo fueron con mucho gusto, de lo que se desprende van perfeccionando los orfeonistas su educación musical. […]

     La obra que también ha presentado el Orfeón de dicho sr. Calleja que fue dignamente dirigida por él ha sido del agrado del público.[47]

     Muchos plácemes merecen el Orfeón Santa Cecilia, desde su dignísimo director, Don José N. Quesada y su celoso y notable artista presidente Don Fermín Mª de Orúe.[48]

     Atentamente invitados por la Junta directiva de la Juventud Católico-Social establecida en el Círculo Católico de Obreros de esta ciudad, asistimos ayer a los actos que dicha entidad dedicara a su Patrona, la inmaculada Concepción.

     Por la mañana, a las ocho, tuvo lugar en la linda capilla del Círculo una misa de comunión, a la que asistió gran número de socios y los niños de ambos sexos de las escuelas diurnas del indicado Centro. Ofició el R.P. Salaberry S.J., director espiritual del Círculo, cantando escogidos motetes un coro de niños dirigidos por el maestro Artola.

     Por la tarde, a las cinco y media, se celebró en el magnífico Salón de Actos, la velada teatral anunciada, viéndose totalmente ocupado por las familias de los obreros.

     El Orfeón del Círculo, dirigido por el simpático maestro Artola, fue el primero que saboreó los aplausos por lo bien que cantó La noche, de Llanos. […] Otra vez se dejaron oír las afinadas voces del Orfeón cantando la aplaudida ópera del maestro Vives, Maruxa (canción del Golondrón)

     En resumen, un triunfo para la Junta directiva de la Juventud Católico-Social y un buen día de aplausos para el maestro Artola y los jóvenes actores.[49]

     De los rescoldos, aún calientes después de seis años, de la gran llama que había sido el Orfeón Burgalés surgía una nueva agrupación coral; primero al estilo de aquellos juglares que, con sus cantos y bailes, habían recorrido las calles medievales de la capital de Castilla, sellada, desde el año 1259, con el tampón de Caput Castellae; y lo habían hecho con tal éxito que, cuenta el periódico burgalés La Voz de Castilla [50]en su número del domingo 3 de marzo de 1912, celebró anoche la Troupe-Pitta un banquete para celebrar el éxito alcanzado en los últimos Carnavales.

     Ese es su nombre, La Truppe Pita, [51]de etimología franco-oriental, que se vería modificado cuando, en frenética evolución, abandone la calle y vuelva a sus orígenes, el escenario, de la mano de quien había sido subdirector del Orfeón Burgalés, el violinista Pedro Landache, y un doce de marzo de 1912 se presente en público en el Teatro Principal, con el repertorio más característico de un orfeón; tras la positiva reacción de la Prensa musical, unánimes en el triunfo, se le rebautiza con el nombre de Orfeón Burgos:

     El Orfeón que anoche debutó cuenta con elementos para salir airoso en su empresa, y disponiendo de esta base, justo es alentar a los jóvenes que lo forman a proseguir por el camino emprendido, sin desmayos ni vacilaciones, seguros de que sus desvelos han de verse compensados por el triunfo definitivo.

     Así lo deseamos nosotros y vaya, para terminar, nuestra cordial enhorabuena al presidente de la Sociedad D. Fabio Hernando y al director y subdirector, señores Landache y López, haciéndola extensiva a todos los orfeonistas.[52]

     A partir del nuevo bautismo, de una nueva ampliación vocal, el Orfeón Burgos sería sinónimo de triunfo; imprescindible intérprete en un continuo concierto para cuantos eventos organicen las entidades públicas o privadas de Burgos: durante su breve, pero fecunda, existencia, es agrupación esperada en los conciertos de mediodía y atardecer, del Espolón, alegrando la programación de las fiestas patronales de San Pedro, con frecuencia junto a la Banda de Música del regimiento La Lealtad; en las grandes efemérides, eje vertebrador de toda actividad musical; la cumbre de ello, la celebración del VII Centenario de la batalla de las Navas de Tolosa solemnizando la liturgia en el monasterio de las Huelgas, ante la tumba de Alfonso VIII y Leonor Plantagenet, en la catedral interpretando una Misa del abulense Tomás Luis de Victoria, en cuantos actos civiles organizan Diputación y Ayuntamiento, como el estreno en el Teatro Principal del Himno a Castilla, encargo del concejo municipal al poeta burgalés, jesuita en la iglesia de la Merced, Camilo María Abad y el gran pianista, también burgalés, buen compositor, José Nicolás Quesada, que clausuraría en un  gran acto oficial el VII Centenario de la batalla de las Navas de Tolosa.

     En el Teatro Principal, para interpretarlo, estaban, junto al Orfeón Burgos, la Sección vocal de señoritas y caballeros del Liceo de Burgos, el Orfeón Santa Cecilia del Círculo Católico de Obreros, los miembros de la Capilla de Música de la catedral, los coros del Seminario, las Bandas de los regimientos La Lealtad y San Marcial.

     Las Fiestas del Centenario han coincidido con el fin de temporada; hasta octubre el Orfeón vive en silencio; en los primeros días de ese mes el periódico satírico El Papa-Moscas anuncia que ha reanudado los ensayos el Orfeón Burgos que ha recibido de París un precioso Armonium.[53]

     Y, mientras el curso comienza con los ensayos de los cantantes, la Junta directiva, ha acordado establecer una agrupación instrumental, para que unida a la primera pueda efectuar una tournée artística por varias poblaciones, como hay en proyecto, para lo cual ya cuenta con valiosos elementos, habiéndose escrito a varias acreditadas sastrerías de Madrid para la confección de la vestimenta.[54]

     Pasada la Navidad, con Año Nuevo Nuevo, estamos en 1913; un año de incógnitas en la breve historia del Orfeón Burgos; un año que se va a caracterizar, al menos en la documentación periodística, por actuaciones quizá   demasiado puntuales, aunque, eso sí, con nuevas propuestas artísticas de visión de futuro para una evolución técnica de la Sociedad coral.

     La temporada discurre con los hitos de triunfos habituales; el Orfeón progresa visiblemente, lo que no progresa son las subvenciones que la Diputación y Ayuntamiento conceden a tan brillante masa coral. Ya va siendo hora de que las citadas corporaciones pongan las manos en la masa.[55]

     La reflexión periodística coincide con el fin de temporada, una brillante temporada, 1912-1913, que se cierra un 26 de julio con una ofrenda musical a la infanta María Isabel Borbón y Borbón, la hija de Isabel II, la tía de Alfonso XIII, que reposa en Burgos durante tres días, hospedada en el Hotel París.

     La noche de su llegada, como de costumbre, la Infanta había invitado a comer a distintas personalidades en el Hotel París. Frente al Hotel, la Banda de Música del Regimiento de San Marcial, ejecutaba entre tanto un selecto programa.

     Se descorchaba el champagne cuando apareció en la calle de Vitoria el Orfeón-Burgos, y apenas esa simpática masa coral comenzó a cantar, la Infanta, seguida de sus invitados, abandonó la mesa y salió a la galería del gran comedor, recibiendo entonces una de las más grandes ovaciones que aquí se la ha tributado.

      Dirigido por el señor Landache el Orfeón cantó magistralmente la Serenata Morisca, original de los señores Landache y Zurita, Canción del mes de abril, que escuchó la infanta con verdadero deleite, y como final una vibrante Jota Aragonesa, acompañado de la banda militar, llegando al colmo el entusiasmo de la muchedumbre aglomerada frente al hotel.

     S.A., que era la primera en aplaudir, llamó a una comisión del Orfeón, subiendo a ofrecerla sus respetos los señores Landache y Sopeña, a quienes felicitó efusivamente y les mostró su gratitud por la atención que para su augusta persona habían tenido.[56]

     Es la última noticia periodística sobre el Orfeón Burgos; El periódico Satírico El Papa-Mocas, el diario católico El Castellano, el Diario de Burgos, también el semanario festivo Guasa Viva, adeptos desde los inicios, pendientes de su diaria evolución, firme sostén en el empeño de alcanzar la cumbre musical, no dan razón alguna de ese silencio informativo que, quizá, podría ser un silencio musical definitivo de las voces de los orfeonistas.

     Un silencio eterno, iniciado sin fecha concreta, que se confirma cuando en 1929, el día 16 de este mes de febrero, la Comisión organizadora del Orfeón (Burgalés) patrocinado por el Ateneo de Burgos, presentaba al señor alcalde de la ciudad, una instancia solicitando el estandarte [57]de la extinguida coral Orfeón de Burgos.[58]

     Otro orfeón y otra escuela de canto se establecerán en Burgos si cuaja la idea que tiene un amigo nuestro. Y vea usted, ahora tanto cantor cuando antes no cantaban en la ciudad más que los serenos, los cuerdas  domingueros y las ranas.[59]

     Y la idea cuajó en el verano de 1917; durante meses reposó, primero en la mente, luego en la estructuración pedagógica y económica; y un doce de enero del año siguiente nacía en Burgos otro nuevo coro a la sombra de un semillero de futuros músicos profesionales; un auténtico conservatorio privado registrado como Asociación Musical de Santa Cecilia, con sede en la calle Fernán González nº. 17, principal.

     La plantilla de profesores que la prensa burgalesa ha conservado, conforma el organigrama pedagógico de un auténtico conservatorio:

     Solfeo elemental, de ocho a nueve de la noche; profesores: lunes y viernes, sr. Lubián, miércoles, sr. Quesada.

      Solfeo superior (primer curso) de siete a ocho de la noche, martes, jueves y sábados; profesor sr. Benlloch.

     Solfeo superior (segundo curso) de siete a ocho de la noche, lunes, miércoles y viernes, profesor sr. Rayón.

     Piano, de once a doce, lunes, miércoles y viernes, profesor sr. Pereda. Piano, de cinco a seis, martes, jueves y sábados, profesor, sr. Esteve.  

     Violín, de seis a siete, martes, jueves y sábados, profesor sr. Ríos.

      Contrabajo, de seis a siete, lunes, miércoles y viernes, profesor sr.: Rodríguez.

        Instrumentos de viento (metal), bombardinos y bajos, de seis a siete, lunes, miércoles y viernes. cornetines y trombones, de seis a siete, martes, jueves y sábados, profesor, sr. Rodríguez.

     Principios de Armonía y Composición, de siete treinta a ocho treinta de la noche, miércoles, jueves y sábados, profesor, sr. Beobide.

     Se están haciendo los trabajos de organización de un coro y se ruega a los que quieran tomar parte en él acudan al domicilio de la asociación.[60]

     No he encontrado documentación alguna que me avale si el coro de esta nueva Sociedad Musical gozó de futuro en las salas de concierto, si sus voces hicieron disfrutar a los burgaleses en sus recitales, pero si cumplió con su fin original de enseñar a cantar en su conservatorio, es mérito más que suficiente para merecer un espacio, aunque sea exiguo, en la historia de los coros burgaleses.

     Ya, para terminar de celebrar las bodas de oro del panorama coral en Burgos resaltar la insólita riqueza musical de una capital de provincias con poco más de 30.000 habitantes que ha escuchado de 1880 a 1930  ocho agrupaciones corales diferentes; todas ellas con sus lógicos altibajos, siempre superados, siempre reinventados; ahora, en esta sucinta relación cronológica, tan solo queda documentar la creación de las dos últimas grandes agrupaciones burgalesas fundadas en un mismo año: 1929; las dos selladas con el  patronímico de Burgos; una de ellas con título de Coral Cancionero Burgalés, la otra como Orfeón Burgalés, remembranza sin nostalgia ni aspiración de continuidad estética de aquel que en 1893 había fundado el maestro militar José Garay y elevaría a la cumbre más deseada el guipuzcoano profesor de maestros, José Artola. Ambas agrupaciones formadas por voces mixtas, hombres y mujeres; una, de vida efímera, apenas cuatro años de actividad, el Orfeón sigue cantando en estos días del siglo XXI.

     La primera, el Cancionero Burgalés, estructurado como un coro de cámara,[61]con dedicación a la gran polifonía a capella; el Orfeón, una masa coral de 150 cantantes, en sus   primeros tiempos con preferencia por el folclore cantado, un folclore burgalés, el amor de su director, Antonio José Martínez que, rápidamente, se verá desarrollado en polifonías y coreado por danzantes: ambos se gestan durante los meses enero-febrero de 1929, el primero en lanzarse al juicio del público, en concierto, el Cancionero Burgalés; así lo cuenta un periodista del Diario de  Burgos bajo el seudónimo de Acigar-Lore:

     Desde que me dijeron que, en Burgos, un grupo de jóvenes venia poniendo su cariño y entusiasmo en organizar un orfeón, he seguido con creciente interés el desarrollo de sus planes de organización, como ferviente devoto del arte que más me cautiva.

     Por fortuna el noble esfuerzo de esos jóvenes muy burgaleses y tan entusiastas, está próximo a dar el fruto que tales entusiasmos exigían.

     Es casi seguro que, en breve plazo, tal vez dentro de unos días nada más, se dé a conocer en Burgos la organización de una agrupación coral, que llevará el nombre de «Cancionero Burgalés».

     Si los auspicios de todos los amantes de tan simpática agrupación no fallan, es seguro que muy pronto, se podrá ofrecer en esta sagrada tierra donde nací, el espectáculo halagador y admirable de un orfeón, de reducido número de voces, es verdad, pero en el que se apreciarán la calidad de las mismas, y el ajuste y disciplina artística del conjunto, condiciones indispensables para llegar al éxito franco.

     Bien merece que ese puñado de jóvenes animosos, se sienta ayudado en todo momento de las muy dignas autoridades, siempre prontas a favorecer toda empresa que signifique honor y prestigio del pueblo, cuyos intereses atienden.

Acigar-Lore

Lema: Unos por otros: por el Arte todos.[62]

     Una vida corta, una vida musical intensa, avalada por la influencia de dos grandes burgaleses, el compositor Calleja, el pianista Quesada, una muestra incontestable de haber sabido superar las dificultades polifónicas inaccesibles a muchos coros y orfeones cuyo repertorio, por falta de una técnica adecuada, se ha de limitar a obras compuestas con un procedimiento armónico vertical a tres o cuatro voces o en contadas ocasiones, como máximo incluir pequeños fragmentos en contrapuntos de nota por nota o simplemente el juego de la imitación melódica; el Cancionero Burgalés, al contrario, aborda obras escritas a cinco, seis y hasta ocho voces mixtas.

     El programa que interpretaron en Briviesca, durante sus fiestas patronales, la Asunción, San Roque, 15, 16 de agosto, precisamente del año de su fundación y que Diario de Burgos ha conservado es paleta multicolor de sus propuestas corales:

     Cancionero Burgalés: mañana domingo, 18 del actual, a las diez de la noche en el Teatro de Briviesca, el Cancionero Burgalés, dará un concierto, con arreglo al siguiente programa:

Primera parte.

1º. Himno a Burgos, Rafael Calleja

2º. Mi Canción, tema popular ruso, armonizado a seis voces mixtas, por José Nicolás Quesada.

3º. Alalá de Monforte, canción popular armonizada a   seis voces mixtas por Rafael Benedito.[63]

Solista, Sr. Lozano.

4º. Tres Canciones Burgalesas, armonizadas a seis voces mixtas por J. N. Quesada

5º. Las Torrás, canción popular, armonizada a seis voces mixtas por R. Benedito

Intermedio.

Segunda parte

1º. La Tempranica, [64]

coro de cazadores a seis voces mixtas, por Jiménez

2º. Muñeira, canción popular, armonizada a cinco voces mixtas por R. Benedito

3º. Tonada de Ronda, canción popular, armonizada a ocho voces mixtas, por R. Benedito

4º. En casa del tío Vicente, canción popular, armonizada a cinco voces mixtas, por R. Benedito

5º. Jota a Castilla, a seis voces mixtas por J.N. Quesada.

          Fuera de programa se cantará el Himno a Briviesca, compuesto recientemente por nuestro insigne paisano el maestro Calleja.[65]

     En 1933, las voces del Cancionero Burgalés habían callado, el espíritu de sus antiguos cantantes se mantenía fiel a su lema: Unos por otros. Por el Arte, todos:

     Con motivo de ser ayer la festividad de la patrona de los músicos, la Junta liquidadora de la disuelta entidad coral Cancionero Burgalés, ha acordado abrir una suscripción con la cantidad de 100 pesetas en favor de Don Pedro Pañella, excelente organero y afinador de pianos que, tras penosa enfermedad hubiéronle de amputar una pierna.[66]

     Si el Cancionero Burgalés es una incógnita documental, el tercer Orfeón Burgalés es un documento continuo de actividad; de él, desde sus balbucientes primeros días, lo sabemos todo: gestación, planificación, y lo más importante, su esencia musical; el propio Antonio José, que ha sido invitado por la Junta directiva a dirigirlo, en su primer contacto con los orfeonistas les transmite de dónde parten, dónde han de llegar y cómo han de alcanzar sus objetivos estéticos:

     Estoy admirado y contento del entusiasmo de este naciente Orfeón, y verdaderamente orgulloso de la confianza que en mí ha puesto. Todo me parecerá poco para demostrar el agradecimiento que a todos debo y para hacer agradable mi especie de dictadura. […]

     Hemos de probar prácticamente la hermosura de nuestra música, y al unirnos todos en este esplendoroso coro, sea tan noble idea nuestro fin y nuestro orgullo.

     Voluntad, trabajo, entusiasmo, y fe. He aquí el secreto del triunfo: Voluntad. Hemos de querer el triunfo para alcanzarlo.

Trabajo. Cuando sea penosa la labor, ayudémonos mutuamente, que nada alienta tanto como la alegría, ni nada es peor que el desánimo colectivo.

Entusiasmo. Procuremos interesarnos con nuestro papel, descubriendo su poesía y luego gocemos del efecto que produce al fundirse en el conjunto, y que este mismo entusiasmo nos haga conscientes, no fríamente pasivos.

Y fe, por último. Confianza en el valor de nuestra obra. La fe, es capaz por sí sola de superar lo insuperable.

     También desde nuestro sitio, desde nuestro puesto, hemos de respetarnos. La aportación de cada uno, no es ni mejor ni más importante que la del otro. Todos somos igualmente necesarios, y es preciso que haya bajos, y tenores segundos, y tenores primeros y tiples, y una batuta que reúna a todos.

     En el tejido coral, cada voz es un hilito, cada cuerda un color; el director cruza los hilos y combina los colores con la lanzadera de su batuta.

     Todas las partes, repito, son necesarias.

     Espero que todos ustedes me ayudarán. Ya lo han hecho aquí. Y no me cansaré nunca de ponderar su entusiasmo; y especialmente el desinteresado y fructífero trabajo de mi querido maestro don José María Beobide, y el del señor Prat, hombre bueno, constante, tenaz y pacienzudo.

     De la prestigiosa junta directiva de este orfeón…no sé qué decir digno de ella. Yo espero casi milagros de su actuación.

     A cambio de la honra que todos me han otorgado al nombrarme director, sólo puedo ofrecerme yo mismo íntegramente.

     Cuando regrese a Burgos para no volver a salir de él, prometo:

  • Enseñar música a todos los orfeonistas siquiera para que comprendan perfectamente sus papeles y no le olviden nunca.
  • Hablar de historia y estética de la música, para que gocen mejor de sus bellezas.
  • Hablar de la vida y la obra de los grandes maestros.
  • Y por medio de conciertos íntimos, aquí mismo, para nosotros solos, trataré de presentarles algunas de las obras más espléndidas de todos los tiempos y de todos los países.

En fin: ya lo irán viendo».[67]

     Y el mensaje, humano, musical, caló muy hondo porque ensayando durante un mes y veintinueve días, se sentían preparados para presentarse ante su pueblo, habituado a las voces de otros muchos coros, para dar cuenta de su trabajo. El l 29 de junio de 1929, fiesta del patrón, San Pedro, a las once y media de la mañana antes de dirigirse a el Espolón para hacer su presentación oficial los componentes del Orfeón Burgalés se reunieron en la Sala de Jueces del Ayuntamiento.

      A continuación, el alcalde hizo entrega de la hermosa batuta regalada por el eximio artista burgalés Saturnino Calvo al Orfeón.[68]Seguidamente impone las insignias a los maestros Antonio José y Beobide y a un individuo de cada cuerda, dirigiéndose a continuación el Orfeón a la Sala de Sesiones donde ejecutó el Himno a Castilla.[69]

     Al terminar éste, fueron aplaudidísimos, dándose vivas a Burgos, al alcalde y al Orfeón.

     El señor García Vedoya, habló después agradeciendo la ejecución del himno; espero – dice- que igual que aquí se os ha acogido os recibirá en el Espolón el pueblo de Burgos.

     Se repiten los vivas y la masa coral sale con dirección a el Espolón.

     Al subir al templete los orfeonistas, la muchedumbre que llenaba el Espolón se reunió alrededor de aquel, ansioso de oír a su Orfeón.

     Acompañado de la Banda de Lealtad, da principio el Orfeón a su concierto con el «Himno a Burgos», del maestro Calleja. [70]

Seguirán

«El Primer Caserío», Guridi

«Yo sé cantr», Antonio José

«El Calangrejo», Beobide

Segunda parte

«Ángelus», Grieg

«Aldapeko», Guridi

«Noche de San Juan», Morera

«Canción de cuna», Beobide

«Himno a Castilla», Antonio José.[71]

      La reunión de las armoniosas voces y los acordes de la banda, causan excelente impresión y el pueblo rompe, al terminar, en una ovación clamorosa.

     Se oyen en todas partes comentarios sumamente favorables para la masa coral, que realmente no se podía esperar que en el corto plazo de tres meses pudiera alcanzar tal altura artística.

     Continuó la interpretación del programa teniendo que repetir El Calangrejo, de Beobide, a petición del público que no cesaban de demostrar con sus aplausos el entusiasmo que le producía tan bella producción y tan perfecta interpretación.

     Antonio José, ayudado por Beobide y Prat ha logrado formar una masa coral, que puede ya parangonarse con cualquier otra de más larga historia. La cuerda de bajos es sencillamente admirable por su afinación y potencia, destacando también las tiples, sin que en nadie se note el menor desacorde y obedeciendo todos como una sola voz a la magistral batuta.

     La segunda parte fue oída con la misma atención y aplaudida con igual entusiasmo, siendo repetido el Himno a Castilla, hermosa página musical de Antonio José, de una fuerza emotiva y una técnica artística verdaderamente notables y en la que los orfeonistas ponen todo su corazón.[72]

     El éxito era la culminación de meses de trabajo; un trabajo a manos de la sección de Bellas Artes de ese Ateneo Popular fundado en 1924.que, en ese momento, 1929, se sentía pletórico de actividades culturales. A ellas se uniría ahora la música cuando el domingo, tres de febrero se celebró una reunión, en el domicilio social del Ateneo, calle Vitoria, 22-24, para tratar de formar una masa coral.

     El Ateneo- dijo el presidente de la sección de Bellas Artes que presidía la reunió-, acoge con gran simpatía esta idea de formar una masa coral para entrar de lleno en sus actividades y por considerarla altamente social.

     Congrega al elemento joven en un punto determinado atrayéndola por medio de una distracción tan culta y tan espiritual como lo es el divino arte de la música, alejando con tal motivo a los jóvenes de centros de disipación, constituye una obra tan beneficiosa y moral que habiendo atraído desde el primer momento la atención de nuestro Ateneo será mirado, seguramente, con gran simpatía por autoridades y público en general.[73]

     Al día siguiente, en una segunda reunión, una reunión de contenido sustancialmente práctico, por aclamación fue nombrado director del naciente Orfeón el gran músico burgalés, Antonio José que se había ofrecido al Ateneo.

     Se hizo una lista de los presentes al acto, de la cual resultó que el Orfeón puede ya contar con 37 socios orfeonistas y 15 protectores.

     También se hizo constar en la reunión que la nueva entidad musical será mixta.

     En el acto se hizo saber que el Orfeón ha de tener vida completamente autónoma del Ateneo y se regirá por una directiva que después nombren los socios, aunque el Ateneo, como entidad organizadora, se encarga de las gestiones necesarias.[74]

     La puesta en marcha se inicia con el llamamiento a la juventud burgalesa para enrolarse en tan atrayente   proyecto musical: Los señores José María Beobide y Daniel Prat, practican la selección de voces. Se acercan ya a 150 los individuos cuya voz ha sido seleccionada.[75]

     En tanto que los músicos se ocupan de estructurar vocalmente el Orfeón, su Junta directiva solicita ayuda económica al Ayuntamiento con respuesta positiva:  

     Como en la petición mencionada se habla de la creación de una escuela de Música y la Comisión estima que es muy conveniente y hasta necesaria dicha Academia, entendemos que por lo que resta del año actual, debe concederse una subvención de 3.000 pesetas y que para los sucesivos se vea la forma de contribuir con la mayor cantidad posible, pero siempre con la condición precisa de crear la ya citada Escuela, debiendo pasar este expediente a la Comisión de Hacienda para que se sirva señalar la forma de pago.

Burgos 14 de abril de 1929, Ildefonso Martín.[76]

     A partir de la generosidad del Municipio las ayudas llegan de cualquier rincón de Burgos; la Congregación religiosa de los Hermanos Maristas [77]han tenido la atención de ofrecer a la Directiva del Orfeón los hermosos locales que poseen en la calle Madrid, [78]edificio de la Concepción.[79]

      Ellos serán los primeros testigos, aunque mudos, de los avances musicales de esa nueva institución coral; en la amplitud de sus artesonados renacentistas resonaría en primicia el programa que han preparado para su presentación oficial que ofrecerán, de antemano, a las autoridades de la ciudad y a los socios de la nueva Sociedad:

       Orfeón Burgalés. Presentación a los socios.   Anoche,27 de junio, en el magnífico salón de actos de los Hermanos Maristas,[80] dio un pequeño concierto esta simpática sociedad coral, como presentación a los socios y protectores.

     El local se hallaba completamente lleno. El orfeón interpretó varias obras de su repertorio, de un modo admirable llamando especialmente la atención la preciosa composición del maestro Beobide, «El Calangrejo» y el valiente Himno a Castilla de Antonio José, ambas de mucha dificultad y que el Orfeón domina perfectamente.

     El público ovacionó largamente a los autores y a los intérpretes.

     No queremos aun dedicar los elogios que merece esta masa coral ni desflorar lo que dentro de pocas horas el público ha de gustar por sí mismo. El juzgará y a nosotros nos basta hacernos intérpretes de su parecer.[81]

     De los salones de los Hermanos Maristas pasarían al Espolón, a la Plaza Mayor, al Teatro Principal, a todos los centros culturales de la provincia; de Burgos saltarán al resto de España, de ella, en el futuro, a Europa. Se cumplía el destino que auguraba el Diario de Burgos, un 28 de febrero de 1929, cuando aún el Orfeón balbucía las notas musicales:

       Podemos asegurar, que el naciente Orfeón Burgalés que comienza bajo los mejores auspicios, ha de ser digno continuador del laureado que llevó el mismo nombre.[82]

NOTAS

[1]Honorio de Autun, Gemma animae, (edit.  Migne, Jacques Paul, Patrologia Latina,París:1844-1855, 1862-1865, vol. 172, col. 587).

[2]1080-1153.

[3]Honorio de Autun, op. cit.

[4]San Isidoro de Sevilla, Etimologiarum libri viginti, Edit . Migne Jacques Paul, Patrología Latina, vol. LXXXII, Libro V, 11. De legibus et temporibus, Tertia aetas.

[5]Ibíd., Libro VI, De libris et officiis ecclesiasticis, 19, 5. col. 252.

[6]1050-1130

[7]Baldricus Dolensis (1050-1130), Itinerarium sive epistola ad Fiscannenses, Migne, op. cit., vol.166, col. 1177.

[8]Puerto de la Cruz, Tenerife, 1750-Madrid,1791.

[9]El poema abarca 126 páginas y 40 de Advertencias

[10]Tomás de Yriarte Poema la Musica. En Madrid en la Imprenta Real de la Gazeta, MDCCLXXIX. (Edit. facsimil, Madrid, Espasa Calpe, 1987) Advertencias sobre el canto tercero, pág. XIII.

Canto tercero, dignidad y usos de la Música; y especialmente el que tiene en el Templo, VI, Calidades de las voces humanas que componen el Coro eclesiástico, págs. 59 ss.

[11]Canto llano: Monodia litúrgica, corresponde al canto gregoriano.

Canto de órgano: Polifonía escrita: procedimiento de componer a varias voces de forma vertical u horizontal.

Canto de contrapunto: polifonía improvisada: procedimiento polifónico que superpone horizontalmente varias melodías, basadas en una melodía base del canto llano.

[12] Cf. Lozano Virumbrales, Luis, Aproximación histórica al coro, Madrid, Fundación Juan March,2015.

[13]El Heraldo de Castilla, periódico de intereses locales, morales y materiales. Imp. De la viuda de Villanueva, 1880. Se publica los miércoles y sábados.

[14]El Heraldo de Castilla,30 marzo, 1881

[15]Cf. Burgospedia, El liceo de Burgos, un modelo de actividad musical (1880)

[16]El Heraldo de Castilla, 8 mayo, 1880

[17]París,1781-1842

[18]Periódico El Papa-Moscas, 15 abril, 1883.

[19] Arzobispo de Burgos: 1883 – 1886.

[20]Periódico El Papa-Moscas, 15 abril, 1883.

[21]Ebro, María Cruz: Memorias de una burgalesa, 1885 – 1931. Burgos, Imprenta de la Diputación Provincial, 1952. p. 155.

[22]Se impone aclarar que hasta el año 1897 no existía el templete de la música en el Espolón.

[23]Periódico El Papa-Moscas, 5 julio, 1885.

[24]Periódico Correspondencia eclesiástica, sale todos los sábados, Burgos, 3 julio, 1886.

[25]Periódico El Papa-Moscas: 4 de abril 1897.

[26]Cf. Burgospedia, El Liceo de Burgos, un modelo de actividad musical. (1880)

[27]Reglamento del Liceo de Burgos, Art. 1,2,3,4, 11,12, El Heraldo de Castilla (Periódico de intereses locales, morales y materiales, se publica los miércoles y sábados, 1880-1881),7-10-14 abril,1880.

[28]El Heraldo de Castilla,13 abril, 1881.

[29]El Heraldo de Castilla, 8 mayo, 1880.

[30]Giuseppe Verdi: Le Roncole, Italia, 1813-Milán, 1901.Hernani: Ópera en cuatro actos, estrenada en el Teatro La Fenice, Venecia, 9 marzo 1844.

[31]El Papa-Moscas, 25 abril, 1880).

[32]El Heraldo de Castilla,9 junio, 1880).

[33]Periódico El Papa-Moscas,13 junio, 1880.

[34]Cf. Burgospedia: El Orfeón Burgalés // El Orfeón Burgalés en el periódico El Papa-Moscas.

[35]Arzobispo de Burgos: 1894-1909.

[36]Memoria del Orfeón Burgalés. Reseña histórica de esta sociedad coral y trabajos que ha realizado desde su fundación hasta el presente año, 1906. Burgos, Sucesores de Arnaiz, 1906.

]37]Periódico El Papa-Moscas,17 noviembre 1907.    

[38]Memoria del Orfeón Burgalés cit. Apéndice, Obras estudiadas y cantadas por el Orfeón Burgalés.

[39]Periódico El Papa-Moscas, 25 mayo, 1893.

[40]El Burgo de Osma, 1865-Madrid, 1907.Entre 1888 y 1907 ocupó el cargo de organista en la catedral de Burgos, puesto que dejó al ser nombrado maestro de capilla del monasterio de las Descalzas Reales, en Madrid. 

[41]Se trata de la Messe solemnelle Sainte Cecile, para solistas, coro y orquesta.

[42]Charles Gounod: París, 1818-1893.

[43]Diario de Burgos, 7 mayo, 1900.

[44]Diario de Burgos, 8 mayo, 1900.

[45]Diario de Burgos, 26 noviembre, 1900.

[46]Diario de Burgos, 24 noviembre, 1900

[47]La obra de Rafael Calleja, es: Escenas montañesas, letra de Don Eusebio Sierra, música del Maestro Rafael Calleja. Obra laureada con el primer premio en el concurso celebrado en Santander el 12 de agosto de 1900. Al ilustre autor de «Escenas montañesas, Don José María Pereda: 1.al salir de la deshoja. 2. La ronda. 3. La boda. 4. El Baile. Madrid, Casa Dotesio 1901.

[48]Diario de Burgos, 29 junio 1901,

[49]Tierra Hidalga, 9 diciembre 1916

[50]Su primer número salió a la calle el uno de enero de 1910 como Diario independiente, entre los años 1912 y 1921, en que se cierra, se edita como Semanario independiente. Sus oficinas estaban en la planta baja del nº. 10 de la calle Huerto del Rey.

[51]Cf. Burgospedia: La Troupe-Pitta, un Orfeón efímero en Burgos.

[52]Diario de Burgos, 13[53] mayo, 1912.

[53]El Papa-Moscas, 6 octubre, 1912.

[54]Diario de Burgos, 12 diciembre, [55]Semanario festivo Guasa Viva, 6 julio, 1913.

[56]Diario de Burgos, 28 julio, 1913.

[57]El periódico burgalés El Castellano, 27 junio, 1912, lo describía así: Hemos visto el precioso estandarte de esta Sociedad coral que en estos días habrá de ser depositado en el Ayuntamiento. Es una verdadera obra de arte.

El reputado pintor don Manuel Izquierdo, ha hecho un bonito trabajo, trazando en el estandarte el escudo de la ciudad y sobre cuero el nombre de dicha masa coral.

Es de raso morado con fleco y borlas de oro, es magnífico y muy airoso, de estilo modernista y el mástil está tallad primorosamente, presentando en su extrema superior una lira.

Ha sido costeado por suscripción entre los socios, y la banda para el que porta estandarte, con incrustaciones de plata, por el socio don Carlos G. Parccini.

[58]Diario de Burgos,23 febrero, 1929.

[59]Periódico El Papa-Moscas, 5 agosto, 1917.

[60]Diario Burgos, 11 enero, 1918.

[61]Agrupación vocal formada como mínimo por cuatro voces, máximo veinte, todos ellos con preparación musical de solistas.

[62]Diario de Burgos, 11 febrero, 1929.

[63]Rafel Benedito Vives, Valencia 1885-Madrid, 1963.

[64]Zarzuela en un acto, dividido en cuatro cuadros. Libreto de Julián Romea Parra (Zaragoza 1848-Madrid, 1903) y música de Jerónimo Jiménez (Sevilla 1854-Madrid,1923) estrenada en el Teatro de la zarzuela, 19 septiembre, 1900.

[65]Diario de Burgos, 17 agosto, 1929.

[66]Diario de Burgos, 23 noviembre, 1933.

[67]Diario de Burgos, 2 abril, 1929

[68]La batuta que Saturnino Calvo ha tenido la atención de regalar al director del Orfeón, es una preciosa obra de arte, como todo lo que sale de tan hábiles manos. Es de ébano con esmaltes de plata y en el centro se lee: «Al orfeón Burgalés. Saturnino Calvo, 1929». Junto a la empuñadura dice: «Por el Arte y por Burgos». Al final tiene un delicado trabajo en marfil con los escudos de Burgos y de su provincia, un enlace del Orfeón y una estrella que significa la dirección. Va encerrada en un magnífico estuche con cinta morada. Diario de Burgos, 29 junio, 1929.

[69]Se trata del himno compuesto en 1929 por Antonio José sobre el poema de Eduardo de Ontañón, (Burgos, 1904-Madrid, 1949) para un coro de seis voces mixtas. En Burgos ya se había compuesto otro Himno a Castilla con poema del jesuita Camilo María Abad y música de José Nicolás Quesada que se estrenó e el teatro Principal el 16 de julio de 1912 como clausura de la celebración del VII Centenario de la batalla de las Navas de Tolosa.

[70]Diario de Burgos, 29 junio, 1929.

[71]Diario de Burgos, 28, junio, 1929.

[72]Diario de Burgos, 29 junio, 1929.

[73]Diario de Burgos, 5 febrero, 1929.

[74]Diario de Burgos, 11 febrero, 1929

[75]Diario de Burgos, 28 febrero, 1929,

[76]Diario de Burgos, 18 abril, 1929.

[77] Oficialmente, Instituto de los Hermanos Maristas, fundado en 1817 por el sacerdote francés Marcelino Champagnat y aprobado como Institución religiosa por el Papa Pío IX, año de 1863. A Burgos llegaron el año 1891fundando, en un trasero del Palacio del Condestable, el colegio llamado Liceo de Castilla que, en 1893, se trasladaría al palacio renacentista del regidor de Burgos, Antonio de Sarmiento, ubicado entre las calles de Barrio Gimeno, San Cosme y Concepción.

[78]Se trata de dependencias alquiladas en el antiguo Hospital de la Concepción, devastado por las tropas napoleónicas de la Guerra de Independencia, y en esas fechas sin función oficial alguna.

[79]Diario de Burgos, 6 mayo, 1929.

[80]Al tratarse de un ensayo general con público, me inclino por creer que ahora se trata del salón de actos del colegio Liceo de Castilla.

[81]Diario de Burgos, 28 junio, 1929.

[82]Diario de Burgos, 28 febrero, 1929,

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