FRANCISCO TÁRREGA [1]
«La guitarra que bajo la égida de Sors había adquirido un prestigio superior, sufre un nuevo eclipse en la segunda mitad del siglo XIX.
Ni Aguado cuya actividad se vertió especialmente en el aspecto didáctico, ni Coste, el último gran guitarrista del siglo XIX, logran que la guitarra evolucione al compás de la música; los guitarristas que le siguen, como Pargas y Arcas, por no citar sino a los más destacados, se acantonaron en un estilo popular andalucista, sin la energía creadora suficiente para incorporar la guitarra a las corrientes de la música europea. Esta tarea estaba reservada al genio de Tárrega. La figura de Tárrega adquiere proporciones de profeta. Él anuncia la nueva era de la guitarra. Recoge toda la tradición. Crea la técnica moderna y definitiva. Incorpora a Bach, Mozart y todos los grandes músicos en transcripciones magistrales abriendo así nuevas posibilidades a este cosmos sonoro que es la guitarra. […]
Tárrega es el fray Angélico de la guitarra. Pedrell comprendió muy bien la significación de su arte, y asegura que hizo de la guitarra un agente organográfico de los más expresivos que posee la música, con una amplitud de concepción que asombra. Tárrega señaló el camino, predicándonos el evangelio del arte puro; y él ha hecho posible que nosotros incorporemos al renacimiento artístico español el renacimiento de la guitarra que llega en este momento a su cumbre con la contribución de los más grandes músicos de hoy».[2]
El cuadro es pintura guitarrística esbozada por Regino Sáinz de la Maza; su vida, la de un músico atípico nacido el 29 de octubre de 1852, en Villareal (Castellón), esa ciudad histórica de tierra adentro que, en un entorno mediterráneo, se conforma con las aguas dulces del rio Mijares fundada en los últimos años del siglo XIII, por el Conquistador aragonés-occitano, Jaime I.
Instalada su familia en la capital, su primer contacto con la música y la guitarra lo tiene con un guitarrista popular callejero, conocido en la comarca como El ciego de la Marina., en referencia literal a la dársena portuaria de Castellón, conocida como Marina Port Castelló, paraje ambiental del cante y toque del ciego músico; luego, otro ciego, Eugenio Ruiz, le iniciará en la teoría y la práctica del piano; la guitarra consolidará su vocación musical, en Barcelona, de la mano del gran guitarrista almeriense Julián Arcas que, bajo el patrocinio de Don Fernando de la Cerda y Carvajal, IX conde de Percent, le consagrará como guitarrista.
El comerciante Antonio Cónesa Mendaya, socio del casino de Burriana, en cuyo salón-café toca el piano Tárrega, corre con todos los gastos de viaje y estancia en Madrid; en su Escuela Nacional de Música y Declamación trabaja con el valenciano de Onteniente, Pascual Galiana, catedrático de armonía, el compositor madrileño Rafael Hernando y Tomás Damas, de biografía desconocida, que le perfecciona en el tañer de la guitarra; el rotundo éxito obtenido con ese instrumento en ese Teatro Alhambra. construido sobre los cimientos del derruido convento de San Francisco en el castizo barrio madrileño de Chueca, en la calle Libertad esquina a Infantas, inaugurado el año 1870, un concierto aplaudido por el público y la prensa, decide abandonar el piano y, entregarse definitivamente a la guitarra. Y la guitarra de Tárrega viajó por Francia, Inglaterra, Bélgica, Suiza, Italia hasta que, 1884 se encierra en Barcelona; aquí, en segundo plano, el concierto; por encima de él su vocación de compositor, arreglista, pedagogo de la guitarra. El documentalista de ese siglo, Baltasar Saldoni, deja, en vida del guitarrista, un esbozo de cuanto ofreció Tárrega con su guitarra:
«Francisco Tárrega. Uno de los guitarristas más acreditados de España a principios de 1879. En una distinguida función que dio la distinguida sociedad Latorre, en Barcelona, en noviembre de 1878, ejecutó en la guitarra varias piezas, que fueron muy celebradas. En mayo de 1880 tuvo en Madrid el poeta filipino Sr. Paterno, en su casa, una velada literario-musical, y La Correspondencia de España del día 30 del citado mes de 1880 dice, al hablar de ella, entre otras cosas, lo siguiente: «Estando encomendada la parte musical al Sr. D. Francisco Tárrega, que es el Sarasate de la guitarra, no hemos oído, ni es posible oír, cosa mejor en semejante instrumento». [3]
Y, Regino Sáinz de la Maza que también comenzó en Burgos con el piano, es, musicalmente, nieto de Tárrega; su maestro, Daniel Fortea, [4] como genial discípulo del castellonense, había recibido la herencia técnica, también estética, de un nuevo quehacer en la guitarra española que transmitiría al burgalés cuando en su escuela privada de la madrileña calle de la Cruz, Regino centre, definitivamente, sus estudios en la guitarra, y, alumno aventajado, colabore en la confección de la Biblioteca Fortea, especializada en la música para guitarra, que había fundado su maestro en 1911.
Y la música de Tárrega será una constante en la programación de los recitales de Sáinz de la Maza; en ocasiones con carácter de anécdota histórica: verano de 1930, Unamuno, don Miguel, que no quiere música, en expresión amusical de su poema
«¿Música?
No, no así en el mar de bálsamo,
me adormece el alma,
no, no la quiero,
[…]
había sido invitado por José María de Cossio, [5] a un concierto organizado por él, para su amigo Regino, en la cántabra Torrelavega; quizá de los pocos conciertos a que asistió en su vida el catedrático de Salamanca, porque, comenta el historiador Federico Sopeña, «de verdad uno no puede imaginarse a Unamuno ni en una ópera ni en un concierto; Don Miguel sólo fue, dicen, a un concierto de Regino Sáinz de la Maza y hasta entró al saloncillo a felicitar y a decirle al concertista que había tocado el «Estudio » de velocidad de Tárrega: « no, no, los estudios a casa ». [6]
También Tárrega está presente en los devaneos estéticos de tres íntimos amigos, Salvador Dalí, Federico García Lorca y Regino Sáinz de la Maza:
«Vino a casa otro amigo de Salvador, el guitarrista Regino Sainz de la Maza. Él contribuye a enriquecer más el ambiente de nuestro hogar. Por las noches, en la terraza, nos ofrece magníficos conciertos; el Trémulo Studi (sueño, trémolo) de Tárrega, es lo que con más frecuencia le pedimos que toque. No se hace de rogar, y mientras su música llena la noche, la playa va llenándose de las sombras de gentes que vienen a escucharlo».[7]
Y Burgos escuchó la guitarra de Tárrega, por primera vez, quizá la única, enel Café Candela, ese salón de sorbetes y refrescos con escenario para actividades lírico musicales, inaugurado el año 1887, instalado en la planta baja de la casa número 22-24 del Espolón. «[…] Saliendo de la plaza al Espolón por los arcos consistoriales, la rinconada que se ofrece a mano derecha, ha sido hasta hace poco la terraza de un café, del Café Candela».[8]
Café Candela,27 agosto, 1879.
«En el salón de refrescos de Candela, sito en el centro del Espolón, al lado de la lotería del Sr. Hernando, antes de anoche, tuvimos el gusto de oír al concertista de guitarra Francisco Tárrega, que es una notabilidad en dicho instrumento que ha llegado a dominar por completo, pues además de poseer una ejecución correcta y brillante ha sabido sacar unos efectos particulares deliciosos, y si a todo esto unimos que es un maestro en el arte de frasear, no vacilaremos en proclamarle un artista consumado.
El programa fue escogido y variado: en las fantasías de Traviata y Trovador estuvo a gran altura, especialmente, en el trozo del Miserere donde no perdimos una sola nota del coro de voces solas acompañado de un efecto admirable, imitando la campana; pero donde estuvo inimitable fue en la Marcha fúnebre de Thalberg, pues hubo trozos que parecían ejecutados por dos guitarras. En los aires nacionales hizo prodigios de ejecución y efectos particulares.
Tendríamos un gran placer en que el señor Tárrega nos favoreciera con una segunda audición, para la que invitamos al público inteligente, que nos lo agradecerá de seguro».[9]
Notas:
[1] Villareal, Castellón, 1852-Barcelona,1909.[2] Regino Sainz de la Maza, La Guitarra y su historia, Madrid, Ateneo, O-crece-o-muere, 1955. p. 55. [3]Baltasar Saldonidoni, Diccionario biográfico-bibliográfico de efemerides de músicos españoles, Madrid, Imprenta Antonio Pérez Dubrull, 1880, t. IV, p.337..[4]Benlloch, Castellón, 1878- Castellón. 1953[5]José María de Cossio, JValladolid1, 1892- 1977[6]Federico Sopeña, Historia de la música española contemporánea, Madrid, Rialp, 1957. p. 76.[7] Ana María Dalí, Salvador Dalí visto por su hermana, (traducción de María Luz Morales, Barcelona, Editorial Juventud, 1949.[8] María Cruz Ebro, Memorias de una burgalesa,1885 – 1931. Burgos, Imprenta de la Diputación Provincial, 1952. [9]Periódico El Papa-Moscas, 4º domingo de agosto, 1879.
REGINO SÁINZ DE LA MAZA [1]
«Es un caballero andante que con la guitarra a cuestas recorre tierras y tierras bebiéndose los paisajes y dejando los sitios por donde pasa llenos de melancólicas músicas antiguas. (El mástil de la guitarra sirve muy bien de lanza). Este Regino Sainz de la Maza es ante todo un hombre lleno de inquietud. ¡Y es también un melancólico!
Melancólico como todo el que quiere volar y nota que lleva los zapatos de hierro; melancólico como el que va lleno de ilusiones a la gruta de una bruja y la encuentra decorada con muebles ingleses; melancólico, como todos los que no podemos lucir las espléndidas alas que Dios puso sobre nuestros hombros. […]
Este mismo afán de buscar la vida, de gozar de flores nuevas y desconocidas en su camino, lo lleva en él a sacar de los arcones viejos, donde cubiertos de telarañas dormían el sueño del olvido, a los vihuelistas del siglo XVI. Y esto es lo que debemos agradecer de todo corazón a Regino Sainz de la Maza. Él nos levanta el papel de la vieja calcomanía y el siglo XVI enseña una viñeta galante».[2]
Es el guitarrista burgalés en las manos líricas de García Lorca; León Felipe embruja a su amigo entre los entresijos de la guitarra:
«Prisionero está en el pozo del brocalito de nácar,
en el mismo corazón
de tu guitarra encantada:
un gusanillo de luz quiere aun estrella blanca,
tus dos manos le libertan.
Regino Sainz de la Maza
le libertan
y le llevan en volandas,
a ver la estrella blanca»,[3]
mientras su también amigo, Gerardo Diego, un mes y cuatro días más joven, acuña una moneda de doble cara: la imagen vital; en el anverso, su guitarra:
«De las dos guitarras españolas, la morisca, la cristiana, Regino Sainz de la Maza ha descolgado la latina y austera para tañerla. Antes se miró las manos alargadas, nerviosas. A veces, la izquierda, en los enredos difíciles de los trastes, casi sarmentosa, arácnida.
Después de contemplar sus dos manos, con esa morosa mirada alternativa con que el buen lautista, vihuelista, guitarrista en trance de afinación y caricias previas, va sucesivamente del árbol al pozo y otra vez a la rama, comprendió que su alma pertenecía desde su nacimiento mismo a la tradición de la Vieja Castilla, la de Burgos».[4]
Y, en Burgos, en la Plaza Mayor, esquina a San Lorenzo, una placa, fijada en el interior de una columna del soportal con arco frontero a la vivienda, es testigo mudo de que en este edificio nació el insigne guitarrista Don Regino Sainz de la Maza, hijo predilecto de esta ciudad. Burgos como inicio de su vida musical, esa foto, color mate, [5] abrazando la guitarra a sus once años esclarece su vocación; una predisposición a la música impulsada por sus primeros maestros, Landache y, el burgalés, Quesada, por quienes, escribe Regino, guardo una gran devoción.[6]
También habría de ser su tierra burgalesa, por decisión personal, su final artístico; ese último concierto de su larga carrera, interpretado un 9 de julio, año 1979 en la iglesia de San Nicolás, era la despedida, con ochenta y tres años, de los escenarios mundiales; testigos, el pueblo burgalés, que vibró de orgullo y, a espadas del concertista, ese retablo gótico florido, que, en piedra caliza procedente de las canteras burgalesas de Hontoria de la Cantera, cincelaran, dicen, en los primeros años del siglo XVI, los Colonia, Simón y Francisco, hijo y nieto de Juan de Colonia, aquel arquitecto alemán que trajera a Burgos el obispo Alonso de Cartagena de vuelta del Concilio de Basilea, año de 1449.
En medio de ese inicio vital, de ese final musical, la biografía, familiar a todos los burgaleses, [7] de un Regino Sáinz de la Maza que «por su señorío elegantísimo y por su natural profundo de músico – maestro, menestral y creador (lástima que se prodigue tan poco en la composición que tan jugosa y anchamente española le brota) puede permitirse el lujo de tocar en la guitarra cinco siglos de música ibérica y universal con la misma hondura campeadora y justísima».[8]
Cinco siglos de música, corriendo por esa «guitarra que ha sido para mí, (escribe Regino), una parte muy importante de mi vida y mi lazarillo para guiarme en la selva de la música, con su mundo de posibilidades y de dificultades».[9] Cinco siglos avalados, en su interpretación, por todo un entorno intelectual, también de amistad, que fue llenando la vida del guitarrista burgalés. He sido rico en amigos,[10]nos dice Regino en sus anotaciones manuscritas; los primeros, los compañeros de carrera: en San Sebastián, donde se ha trasladado la familia, estudiando en la Academia de la Sociedad de Bellas Artes comienza una amistad, de afecto y música, para toda la vida, con Pablo Sorozábal, el genial compositor de zarzuelas, y Juan Tellería que, ya en la madurez, coincidirán en el Real Conservatorio Superior de Música, Madrid, uno en la cátedra de Música de Cámara, el burgalés en la de Guitarra. En sus años de Barcelona, aún como estudiante, alrededor de las figuras de los compositores Enrique Morera y Jaime Pahisa, nueva amistad imperecedera con Eduardo Toldrá, el futuro gran director de orquesta, con Federico Mompou, el compositor del piano intimista, con Andrés Segovia, el guitarrista jienense de Linares, que de vez en cuando forma dúo con Regino y los discípulos directos del maestro Tárrega, Miguel Llovet y Emilio Pujol, el incansable investigador sobre la música de vihuela del siglo XVI.
En Madrid, de nuevo cita de Regino, amigos riquísimos en sabiduría y arte;[11]amigos con apellido propio, con trayectoria profesional de recuerdo histórico; se llaman Miguel de Unamuno, a quien conoce en 1914 presentado por su amigo José María de Cossío, alumno en la clase de griego del maestro salmantino, y tratará profundamente en sus frecuentes y largas escapadas a Paris los años 1924-1925 en que Don Miguel, exiliado forzoso en la isla canaria de Fuerteventura, voluntariamente se traslada a la capital francesa; José Ortega y Gasset, el filósofo que bucea en la música del pasado y de su presente y lo refleja en Musicalia; Don Ramón del Valle-Inclán; en la voz del Marqués de Bradomín confiesa que «sólo dos cosas han permanecido siempre arcanas para mí: el amor de los efebos y la música de ese teutón que llaman Wagner»; [12] Eugenio D´Ors, estudioso de la filosofía como música, afirma que «hacer música es el más maravilloso ejercicio de arbitrariedad en la milicia de la vida»; [13]los literatos que precedieron a su generación sintetizados aquí por Don Benito Pérez Galdós a quien Regino conoce en Santander, en el Teatro Pereda, en el estreno de Marianela, óperacon texto de los hermanos Álvarez Quintero y música de Jaime Pahisa, gran amigo barcelonés que emigró a Buenos Aires:
«Los hermanos Álvarez Quintero, muy amigos de mi padre, le presentaron a Don Benito. Quedó impresionado por su enorme personalidad, y al atardecer, en la habitación del hotel santanderino, con Joaquín y Serafín Álvarez Quintero y con José María de Cossío, mi padre le dio a Don Benito un concierto, dedicado exclusivamente al que entonces era ya el gran patriarca de las letras española».[14]
Juan Ramón Jiménez que convive con el burgalés en aquellos años tan fructíferos de la Residencia de Estudiantes y visita en sus giras americanas; en su autoexilio portorriqueño de San Juan, el poeta asiste a sus conciertos y el burgalés le ofrece otro de intimidad en el hogar que comparte con Zenobia Camprubí, la esposa de sensibilidad exquisita que, en primicia, traduce al castellano la obra poética de Rabindranath Tagore. La carta que el doctor Luis Ortega, médico personal de la familia Jiménez, envía a Regino es definitivo aserto de esa mutua admiración:
«[…] Como cosa agradable para ti me causa placer decirte que cuando se habla de música y guitarristas españoles, Juan Ramón Jiménez, emitió el juicio definitivo de que el guitarrista que más le gustaba eras tú, porque ponías auténtica emoción poética en la interpretación, mientras que otros guitarristas sólo intentan lograr un frio pulimiento técnico».[15]
Está, luego, la Generación del 27, poética y musical, reunidos, simbólicamente, en la Residencia de Estudiantes, situada ya en la calle madrileña del Pinar n.º 21-23, en la Colina de los chopos, que poetizó Juan Ramón Jiménez, en esos Años de Plata, -1920-1927- para respetar la supremacía del Siglo de Oro; por su gran salón o por su auditorio, han pasado los más serios investigadores de diferentes ramas científicas, Albert Einstein que Sáinz de la Maza conoció, y tocó la guitarra para él, como final de una cena-homenaje, invitado por su amigo, el profesor universitario de ciencias físicas, Rafael Campalans, en sus años de estudiante en Barcelona; se han escuchado las mejores voces poéticas y los repertorios más vanguardistas de la música; son asiduos en recitales, Manuel de Falla, Maurice Ravel, Francis Poulenc, Darius Milhaud, y su esposa, la actriz Madelaine Grey, Igor Stravinsky Ricardo Viñes, Rubinstein, José Iturbi, Wanda Landowska…; complemento al concierto, las conferencias musicales de John Brande Trend, el historiador hispanista inglés que estudia la música española desde los vihuelistas renacentistas hasta la obra de Manuel de Falla, o Adolfo Salazar, el maestro de muchos futuros historiadores, que fundará, junto a Juan Ramón Jiménez y Manuel de Falla, la Sociedad Nacional de Música; los dos, Salazar y Falla, en teoría el primero, en práctica el gaditano, abrirán nuevas perspectivas en la comprensión de nuestra historia musical.
Es el ambiente madrileño de la juventud de Regino Sainz de la Maza, que se prolonga, bajando de la Colina de los Chopos, en el Teatro Real, más conservador, con cierta rémora burguesa decimonónica que parece ansía bucear en las novedades europeas; una peligrosa grieta en una de sus fachadas romperá la ilusión de futuro, porque en octubre de 1925 se cierra definitivamente el teatro de la ópera; antes del desastre arquitectónico, el Real ya ha escuchado, como muestra autóctona de nuevos aires, La vida breve de Falla y las nuevas exquisiteces europeas con los ballets rusos de Diaghilec que interpretan, temporada de 1916-1017, El Pájaro de fuego y Petruska dirigiendo la orquesta su compositor, Igor Strawinski.
Si el Real es lento en asumir una nueva realidad, la Sociedad Nacional de Música, abre, desde 1915, las puertas del Teatro Lara, su casi sede oficial, a una vanguardia, años soñada; una vanguardia que llega a Madrid de las manos de cuantos se han preparado musicalmente en París, en ese «jardín sonoro de Francia donde se cultivan todas las plantas, todas las flores… Lo mejor de cada escuela, de cada genio creador fue cuidadosamente injertado en los árboles seculares de aquel jardín, donde hasta la flor más modesta tiene algo que la distingue de otras modestas flores cultivadas en otros grandes jardines».[16] El símil botánico se traduce por libertad de expresión estética individual, porque en el panorama musical parisino, continúa hablando Falla, «se sabrá de una vez para siempre, la enorme distancia que separa a un Vincent d´Indy de un Claude Debussy; a un Gabriel Faure de un Paul Dukas, a un Maurice Ravel de un Albert Roussel o de un Déodat de Séverat…». [17]
Y en Madrid, se cultiva esa libertad individual, porque se ha asimilado, asumido y transmitido las pautas mamadas en el país vecino; por ello, aquí, todo recuerda la ciudad del Sena; la Sociedad es copia, en emblema, de la Société Nationale de Musique, aunque en programa estético esté más próxima a aquella Société Musicale Independente que, en 1910, por impulso de Maurice Ravel, lanza la música francesa a una vanguardia que acoge la parisina Salle Erard; aquí, en Madrid, también un teatro, el pequeño Teatro Lara, abierto en la Corredera Baja de San Pablo, 1879, decorado en el más puro Art Nouveau; su pequeño espacio será escenario ideal para la intimidad de solistas y música de cámara; en él, entre otras muchos conciertos, se estrenaba El amor brujo, gitanería en un acto y dos cuadros, escrito expresamente para Pastora Imperio, de Manuel de Falla con texto de Gregorio Martínez Sierra; en él también haría su presentación, como concertista, recién llegado a Madrid, Regino Sáinz de la Maza, un 2 de marzo 1920, de la mano de Manuel de Falla.
Próxima a la Corredera del Lara, cruzando la Plaza de las Lunas, la Gran Vía en última fase de construcción; en ella, entre la plaza de Callao y la Red de San Luis, el Palacio de la Música, inaugurado, año 1926, por la Sociedad Anónima General de Espectáculos. Una gran sala de conciertos, mil ochocientas butacas, con la embocadura del escenario flanqueada por dos órganos, dotada de orquesta propia, dirigida por José Lacalle y posteriormente sede de la Orquesta Nacional; con ella, dirigiendo el genial santanderino de Castro Urdiales, Ataúlfo Argenta, interpretaba Regino, en 1946, el Concierto de Aranjuez; antes, y después, en varias ocasiones había interpretado él solo, recitales de guitarra; el primero el año 1942.
Y de un centro musical al templo reverencial del teatro del Siglo de Oro, el Teatro Español que, a partir de 1928 acogerá en su escenario programas musicales; y, precisamente, en ese encuentro con la música, un primer festival de música, producido por el periodista, crítico de arte, García Viñolas, y programado por el director musical del teatro, el compositor Manuel Parada, interpretaba Regino, el 4 de febrero, 1928, un innovador recital de guitarra; y, ya consagrado para el triunfo, el estreno en Madrid del Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo, con la Orquesta Nacional, a la guitarra Regino Sáinz de la Maza, a quien el compositor valenciano dedica la obra, con la Orquesta Nacional dirigida por el bilbaíno Jesús Arámbarri, 11 diciembre, 1940.
El Ateneo, en origen,1835, Ateneo Científico y Literario, es, en Madrid, la casa de todo cuanto engloba la intelectualidad; también, desde 1895, de la música, ésta bajo la protección, siempre positiva, estética y económicamente, del conde de Morphy. Por su salón de actos han pasado entre otros genios, ciñendo la relación a los primeros años madrileños del burgalés, Enrique Granados, interpretando sus Doce Danzas españolas para piano, Manuel de Falla estrena Siete canciones populares españolas, con la soprano, gran diva de la zarzuela, Luisa Vela y él mismo al piano,14 enero, 1922. Nuestro guitarrista es asiduo socio y concertista frecuente en su escenario; en 1955, interpreta tres conciertos- conferencia; de ellas surgirá su obra La guitarra y su historia, editada, julio 1955, por el Ateneo en su sección O crece o muere.
De las salas de concierto a los cafés, donde, cuenta Regino, he aprendido mucho escuchando, cuando era joven, a maestros como Valle – Inclán, Unamuno, Ortega; [18] en las tertulias; rincones de libertad, placer de alternar la filosofía, la música, la literatura, la pintura, el toreo, las novedades del quehacer diario; «una tertulia, (en cita de Regino), heterogénea – a mucha honra – sí, señor, con la gracia de la diversidad, interesante, divertida, y hasta disparatada a veces, pero siempre a cubierto de malas pasiones, unidos todos en un sentimiento de comunión espiritual, de cordialidad en nuestros quehaceres, en nuestras tribulaciones y en nuestras alegrías».[19]
Y sus preferencias, las de Sáinz de la Maza, están en el Café de Platerías, abierto desde 1840 en la castiza calle Mayor, n.º 74 (actual 38) testigo de las negociaciones entre civiles liberales y militares progresistas para eclosionar la llamada revolución gloriosa de 1868 que exilió a Isabel II, acogida en París, por la española Eugenia de Montejo en aquel Palais de Castille que le había regalado su esposo Napoleón III; el Café Lyon d´Or, en la calle de Alcalá n.º 59, a un paso de saludo de la diosa Cibeles, feudo pintoresco de Don Ramón del Valle-Inclán, que retomará el amigo del burgalés, José María de Cossío con Manuel Machado, otro de los grandes amigos, como su hermano Antonio, cuando el escritor gallego abandone el estrépito de la capital, buscando la paz en la medieval Santiago de Compostela; el Café Pombo, presidida, en los sótanos de la calle Carretas, n.º 4, por Don Ramón Gómez de la Serna, inmortalizada en oleo por el pintor madrileño Solana que admiramos en el Museo Reina Sofia ; el Café La Granja del Henar, Alcalá 40, refugio de soledad mañanera de Federico García Lorca; en una de sus mesas de mármol, ante un café, en un folio con membrete de la Granja El Henar, S.A. Madrid, escribe Adivinanza de la guitarra, (dedicada a Regino Sáinz de la Maza) y, Guitarra (dedicada a Regino Sáinz de la Maza..) [20]
Y en el caballete de los más luminosos pintores, sus amigos, ha quedado inmortalizada la imagen física de ese moro de Burgos, piropo poético del periodista Francisco Lucientes en el Diario El Sol:infinidad de viñetas en portadas de programas de concierto, siempre en postura de inclinación ante la guitarra; retrato, dibujado a tinta, de Carlos Verger, 1916, cuando Regino tiene veinte años; Santiago Ontañón, el pintor que, apenas conoce a Regino en la Residencia, realiza su retrato, 1920, que conserva el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid. Emotivo es el retrato a plumilla que el pintor sevillano José Romero Escasi, dibuja en la portada del programa, junto al «Romancillo a la guitarra de Regino de Luis Rosales, como recuerdo del recital que Regino Sáinz de la Maza ofreció a sus amigos en el estudio de José Romero Escasi. Noviembre 1943.» Colgado en la galería de retratos de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid, su amigo Hipólito Hidalgo de Caviedes recrea, a punto de ser copia, la figura envejecida de aquella su primera foto abrazando la guitarra de sus once años; hay más pintores amigos, Ignacio Zuloaga, Salvador Dalí, el inseparable; su casa de la costa brava es la casa del burgalés; el uruguayo, de padres españoles, Rafael Barradas, afincado en su catalán Ateneillo de L´Hospitalet de Llobregat…, hay más retratos al óleo y a tinta; de todos ellos, el más afectuoso, el más personal, el dibujo de juventud y el retrato al óleo sobre lienzo que, en 1954, pintara su hermano Francisco [21]con el título Guitarrista. Retrato de su hermano Regino tocando con su inseparable guitarra que la familia del pintor, ya fallecido, regala al Ayuntamiento de Burgos en el acto de clausura de la muestra pictórica del burgalés, agosto, 2014.
Los poetas, todos sin excepción alguna, mantienen en proximidad o lejanía contacto estable con el burgalés: Federico García Lorca, en primer plano de afectuosidad, manifiesta en dedicatorias poéticas y correspondencia su íntima amistad; León Felipe, el zamorano autoexiliado en Méjico,centra su guitarra en Prisionero; desde allí, desde la antigua capital del Virreinato de Nueva España, Ortiz de Montellano, el poeta mejicano que lucha por un acercamiento al postmodernismo en Hispanoamérica, envía a su amigo la impresión captada en su concierto interpretado el año 1934:
«Con cinco dedos de vidrio
recorta Sáinz de la Maza
el aire de finas palabras
en el martirio sin quejas
de la guitarra.
[…]» [22]
El gallego, flamante Premio Cervantes, José García Nieto, jugando con bellas metonimias, sintetiza la relación guitarra-guitarrista:
«A Regino Sáinz de la Maza:
Como ante el mar, las manos que adivino
se asoman por un pozo a la madera
en cuyo fondo está la primavera
diciéndole a Regino su camino
[…]» [23]
Gerardo Diego, está siempre ahí, en la juventud, en la madurez, en la muerte; su pluma será alma lírica del guitarrista burgalés, cuando la Fundación Juan March celebre los ochenta años del guitarrista con un Concierto Homenaje, concierto que interpreta el homenajeado, arropado en poesía por todos sus amigos, a la cabeza el poeta santanderino que glosa en el programa su esencia guitarrera; cuando en 1981 fallezca, su elegía literaria se leerá por doquier.
Luis Rosales, que había poetizado la melancolía de la guitarra de nuestro burgalés en
«¡Que nadie puede quitarle
al corazón su congoja!
Que nadie puede olvidarla.
[…]
De luto siempre, Regino,
llorando en tus manos, sola»,[24]
dibuja en prosa un retrato vagamente aproximado de Regino;[25] y, aún, no habiendo folios para tantos nombres literarios, la representación ha de ser las figuras de dos inseparables: José Bello, llamado cariñosamente Pepín, literato de poca obra, pero amigo constante en recoger fotográficamente el ambiente de la Residencia. Genial representante de una de las facetas literarias de la Generación del 27, escribe una carta surrealista a Alfonso, el hermano pequeño del cineasta Luis Buñuel, otro fiel amigo hasta la muerte, redactada en la mejor técnica de un expresionismo que busca el absurdo: cómo llegó Richard Wagner a Burgos en el mixto de Miranda a las tres y media de la mañana. José María de Cossío, el amigo más familiar de los primeros años madrileños, amistad que mantiene toda una vida, famoso por su Tratado técnico, histórico, Los Toros.
Y precisamente los toros, los toreros, también amigos, acaparan una parte de esta vorágine de arte, pictórica, poética, musical, vivida por el burgalés: Ignacio Sánchez Mejías, inmortalizado por García Lorca en su Llanto, A las cinco de la tarde; Rafael Gómez Ortega, llamado el Gallo, a veces el Gallito, plenamente integrado en el ambiente artístico que encarga su panteón al genial escultor, Mariano Benlliure; su hermano José, llamado en el coso Joselito; cuando moría, por una cornada de toro, su elegía, sería lamento poético de Gerardo Diego; Juan Belmonte, ese dibujante iluminado, domador de ritmos sin cabeza que logra torear bajo la luz de la luna, que definía García Lorca.
Ahora la esencia, la vocación de Regino Sáinz de la Maza:la música; «una música de guitarra que satisface a la nueva sensibilidad musical de hoy. Su voz delicada constituye un refugio y es como una caricia para nuestros oídos, demasiado agredidos por la estridencia de la época. Hoy como nunca su canto se abre camino en nuestro corazón y puede dispensar, a quien sepa escucharle, delicias negadas a otros instrumentos más poderosos, pero menos próximos al hombre.
El porvenir de la guitarra está hoy asegurado. La influencia que puede ejercer en la renovación del lenguaje armónico se evidencia en el interés creciente que los mejores músicos de hoy manifiestan». [26]
Y para él, para su guitarra, los mejores músicos lo manifestaron en innumerables ofrendas musicales recogidas por la historia. Lo hicieron, con afectuosas dedicatorias, sus compañeros de la Generación del 27 que Adolfo Salazar, en las páginas del periódico El Sol, los bautizó como Generación de la República, unidos todos ellos por el manifiesto por una nueva música en España, proclamado en la Residencia, 29 de noviembre de 1930:
Salvador Bacarisse, Pavana Heraldos (1930) Fernando Remacha, Son y Baileta para guitarra (1930); años después, en 1955, le dedicó el Concierto para Guitarra y orquesta que estrenaría en Barcelona, con la Orquesta Municipal, dirigida por su amigo Eduardo Toldrá; Gustavo Pitaluga, Homenaje a Mateo Albéniz (1933) y Elegía a Murnan estrenada en el Teatro Español de Madrid, ocho de mayo, 1936; Rosa García Ascot, Danza para guitarra Española,(193)1;Julián Bautista, Preludio y Danza (1928);Juan José Mantecón, Danza del Atardecer (1930); Federico Moreno Torroba: Madroños (1954) Sonatina (1924), obra que el compositor madrileño orquestará en 1958, estrenándola en el Teatro Apolo de Valencia con la Orquesta Municipal, dirigida por José Iturbi y Regino Sáinz de la Maza de solista; Manuel Palau, que dedica a Regino su Concierto levantino para Orquesta y Guitarra; Javier Alfonso Suite para Orquesta y Guitarra; Antonio José Martínez Romancillo infantil y Sonata para guitarra,(1933); Joaquín Rodrigo, Zarabanda lejana,(1926), Entre los trigales, (1938), Concierto de Aranjuez, (1939), estrenado en el Palau de la Música, Barcelona, con la Orquesta Filarmónica, Regino Sáinz de la Maza a la guitarra, dirigidos por César Mendoza Lasalle, un nueve de noviembre de 1940; Rafael Rodríguez Albert, Cuarteto en re mayor para guitarra y arcos, (1952), Sonatina en tres duales, (1962).Eduardo Sáinz de la Maza, Homenaje a Toulouse Lautrec, (1969).Héctor Villalobos que trató con gran amistad en las diferentes estancias de Regino en París le dedica el n.º 1 de su obra 15 Choros (1920)De otra generación, Antón García Abril sucesor del burgalés en el sillón de la Academia de Bellas Artes homenajea al guitarrista en 1965 con una Suite para Guitarra.
Los homenajes, las dedicatorias internacionales a la figura de Sáinz de la Maza resultan incontables para dar fe de todos ellos; los ofrecidos por el pueblo burgalés no se pueden obviar, desde el primero, a saborear en casa,1958, cuando su Ayuntamiento le proclama hijo predilecto, hasta el último, ya póstumo, 7 septiembre 2021, un concierto de guitarra con escenario frente a su casa natal de la Plaza Mayor; unos años antes,1997, ya traspasando fronteras, recordando anualmente su nombre y obra en la Semana Internacional de guitarra Regino Sáinz de la Maza;1996; placa-recordatorio de la fecha de su nacimiento en su casa natal 1981 y, en 1982, a un año de su muerte, el Ayuntamiento le dedica el Paseo Regino Sáinz de la Maza, presidido por un busto en bronce, con leyenda de amor a su ciudad –Mi vida ha estado siempre a la sombra de Burgos. Regino Sáinz de la Maza-, todo un remedo, ya adulto, de aquel busto cincelado en bronce por Joan Borrell para la Exposición Universal de Barcelona.1929, conservado en el Museo Nacional de Cataluña desde 1931, con el título: Busto de joven, Regino Sáinz de la Maza.
Regino, por su parte que ha llevado a Burgos en su corazón y en su guitarra por todo el mundo, nos confiesa que en su «memoria han quedado grabadas esas primeras visiones del paisaje nativo de las que dice Unamuno que son como la primera leche de nuestra infancia. Mis primeros recuerdos van unidos al paisaje de Burgos. Los ecos de ese paisaje resuenan como leit motiv a lo largo de mi vida: la voz del río, la del viento entre los chopos, las notas de bronce de las campanas de la catedral…». [27]
Y pese a que, como cuenta en sus notas autobiográficas, «alos 14 años mi familia se traslada a San Sebastián,», el retorno está siempre presente; tan solo tardaría en llegar esos seis años de preparación musical; lo hace ahora, en 1916, el siete de septiembre de ese año ha cumplido veinte años, como un joven guitarrista que comienza a saborear el triunfo. A Burgos, ofrece su segundo y tercer concierto, interpretados en el Salón de Recreo, anexo recreativo-cultural establecido en los bajos de la fachada derecha del Teatro Principal con su prolongación ovalada que mira a los jardines del Espolón, y en el Círculo de la Unión, en su primera sede, instalada el año 1872 en los pisos superiores de los cafés Montañés y Suizo, que animaron el Espolón hasta 1930 en que se inaugura la sede actual; su primer concierto, documentado, lo había interpretado en ese teatro neo barroco que la capital vizcaína, Bilbao, había construido, 1890, junto a la ría, en ese paseo que llaman del Arenal, en memoria de su ilustre paisano compositor, Juan Crisóstomo de Arriaga; el cuarto, tras de Burgos, Barcelona, 9 diciembre, 1917, en la Sala Mozart, la antigua sala Cinema Lourdes, transformada en sala de conciertos, situada en esa pequeña calle, Canuda 31, que partiendo de la Rambla se adentra en el barrio gótico; luego, a partir de 1920, con la Sociedad Nacional de Música en la que colabora con Manuel de Falla, gestando una relación de afecto y arte y la inclusión del guitarrista de veinticuatro años en el catálogo de artistas que promueve Conciertos Daniel, la agencia más solvente en esos momentos, se le abren nuevos escenarios al ser publicitado en Madrid-Barcelona-Lisboa-Buenos Aires-Río de Janeiro-Sao Paulo-Montevideo-Santiago de Chile-Valparaíso-Habana-México-Lima-Bogotá-Caracas. [28]
Burgos, tras sus dos primeros conciertos de juventud disfrutará de su presencia y su guitarra en cuanto su agenda se lo permita, y se lo ha permitido en múltiples fechas; su primer concierto se veía enaltecido por dos periódicos burgaleses contrastantes en ideología, El Papa-Moscas, periódico satírico, 1878-1920, y Diario de Burgos, de avisos y noticias, 1891:
Salón de Recreo,28 septiembre, 1916
«En el Salón de Recreo. Grandes deseos existían en nuestra elegante y distinguida Sociedad de congregarse en una fiesta. Hace tiempo que no se ha presentado ocasión, así que el jueves el suntuoso salón de tapices resultaba insuficiente para contener tan numeroso público.
El atractivo del programa era bastante por sí solo para éxito tan rotundo, pues nuestro paisano, el espléndido y notable guitarrista Sainz de la Maza tiene habilidad, con su indiscutible arte, de reunir a la afinación la más sublime inspiración. Sainz de la Maza conocido y elogiado justamente por sus paisanos ha estudiado mucho y ha ganado en técnica, en agilidad, en fuerza, en gusto, en delicadeza. Es un guitarrista de cuerpo entero.
De todos los números del programa nos agradó más en el Allegro de concierto y Recuerdos de la Alhambra de Tárrega y en Sevilla de Albéniz.
Fue aplaudidísimo y mereció justos y unánimes elogios de la selecta concurrencia, viéndose precisado a tocar varias composiciones fuera de programa».[29]
«Salón de Recreo,28 septiembre, 1916.
«El concierto celebrado anoche en el Salón de Recreo estuvo animadísimo y brillante como todas las fiestas que organiza la distinguida Sociedad.
El notable guitarrista Regino Sáinz de la Maza ejecutó los diversos números de que constaba el programa con una maestría insuperable que le valió estruendosos aplausos y confirmó la fama que disfruta como habilísimo concertista. […]
El señor Sáinz de la Maza dio luego un segundo concierto en el Círculo de la Unión, donde estuvo también un gran éxito».[30]
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Teatro Principal,11 marzo, 1929.
«¡Bravo…Regino! Has triunfado con tu mágica guitarra, a fuerza de arte purísimo y constancia para el estudio. Las obras musicales, que tan soberanamente ejecutas en tan delicado instrumento, tienen un sello de intimidad, resultan tan sugestivas, que bien puedes enorgullecerte y lo mismo tus paisanos, los burgaleses, de ser uno de los guitarristas más famosos en la actualidad. El concierto de anoche fue para ti un colosal triunfo, del que guardarás un recuerdo eterno, incomparable, brotan verdaderas filigranas, acordes clarísimos, punteados de una precisión asombrosa, arpegios, armónicos…
De tu guitarra que dominas de un modo incomparable, brotan verdaderas filigranas, acordes clarísimos punteados de una precisión asombrosa, arpegios, armónicos… en fin, todos cuantos efectos encierra la guitarra fluyen de un modo naturalísimo, al conjuro de tu genio, de tu corazón de artista, que transmitiendo tus privilegiadas manos la inspiración más profunda de arte, hacen allí solo, abrazado a tu guitarra, tu figura se agigante, alcanzando proporciones elevadas…Y tan altas que te colocan en el lugar envidiable que tan justamente has conquistado….
¡Bravo…Regino! Triunfante en tu tierra es como conseguir el más alto galardón. En la primera parte del concierto, Regino ejecutó admirablemente Evocación, Mazurka y Scherzo-Gavota de Turina, obras en la que Regino, con su depurado estilo, estuvo inspiradísimo, alcanzando grandes ovaciones que se reprodujeron al interpretar Andaluza y Zambra gitana, primorosamente compuestas por Regino.
Al terminar la primera parte, estalló una calurosa ovación en honor del insigne guitarrista que, agradecido, ejecutó Reveries de Tárrega, obra netamente guitarrística, en la que nuestro querido paisano electrizó al público.
En la segunda parte, Regino interpretó con gran éxito obras de Häendel, Sor, Mozart y Coste, en las que la labor de Sáinz de la Maza fue sencillamente portentosa. Del modestísimo y gran compositor Beobide, Regino interpretó Dos canciones burgalesas, admirablemente armonizadas y hábilmente vertidas a la guitarra y que fueron aplaudidas con entusiasmo. Serenata de Malats, es una preciosidad, en cuya interpretación el gran artista estuvo sencillamente magistral. Danza en sol de Granados y Preludio español de Albéniz fueron para Sáinz de la Maza otros tantos triunfos, logrando esa fuerza de facultades artísticas, de las que nuestro querido paisano hizo alarde, sin jactancia. Ante los aficionados burgaleses que aplaudieron allí con verdadero entusiasmo. Fuera de programa, el gran guitarrista interpretó una espléndida versión del Vito de Tárrega que resultó preciosa.
En resumen: un concierto magnífico, y a cargo nada menos que del gran artista burgalés, gloria y orgullo del pueblo que le vio nacer». [31]
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«Teatro Principal,19 marzo, 1931.
«El gran éxito que tuvo en Burgos hace un par de años nuestro ilustre paisano Regino Sáinz de la maza hace suponer que volverá a repetirse en el concierto de hoy.
Sáinz de la Maza es un hombre ya consagrado en el mundo del arte, siendo sus actuaciones celebradísimas en las salas de concierto más importantes. Sabido es que la guitarra olvidada y hasta menospreciada durante mucho tiempo, ha reconquistado el lugar que le corresponde por su tradición y por su historia gracias a eminentes cultivadores como Llovet, Segovia y Sáinz de la Maza, principalmente, los cuales la han ennoblecido hasta tal punto que los más famosos compositores escriben obras para ella y los recitales de guitarra alternan sin menoscabo alguno con los recitales de piano, violín o violonchelo.
Sea bien venido el joven artista a su pueblo natal, donde con tanto cariño se le recuerda siempre». [32]
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Teatro Principal,19 mayo, 1931
«En la Filarmónica, Regino Sáinz de la Maza. No es menester encomiar el arte excelso y la elevada inspiración del gran artista burgalés que honra tanto a la ciudad que le vio nacer. Son tan patentes, que todo elogio fuere redundante o innecesario.
No pudimos escuchar la primera parte, de la que nos hicieron grandes elogios, tanto respecto a la ejecución como al mérito de las composiciones, entre las que figuraban dos admirables del propio concertista. En la segunda se destacó el Tema variado de Mozart-Sors. Es indudable que la guitarra se acomoda deliciosamente a la expresión del estilo diciochesco, sobre todo cuando el nombre del autor se halla en consorcio de los de tan hábiles transcriptores, como Tárrega y Sors.
La Pavana, de Bacarisse, por la gracia y encanto de su modalidad, lo expresivo de su melodía e innegable originalidad de sus cadencias, es una obra que honra a la joven y ya pujante escuela madrileña. otro tanto hay que decir de la obra intitulada Madroños, del eminente compositor Moreno Torroba, cuya gran valía hemos ya consignado en crónicas anteriores. Notable también es Choros (aire brasileño) del compositor brasileño Villalobos, que tan extraordinario prestigio ha alcanzado en París. Esta obra y las dos anteriores del programa están dedicadas al concertista que puso en ellas todos sus entusiasmos, avivados, si cabe, por el agradecimiento. Terminó el programa con la Leyenda de Albéniz, que arrancó, como las obras precedentes, los más calurosos aplausos. Hubo dos propinas: la Réverie, de Tárrega y un Nocturno de Schumann.
R. Sáinz de la Maza es uno de los más gloriosos embajadores que representan al arte español en Europa y América. Su fama se extiende triunfalmente por todo el mundo. Los más remotos filarmónicos anhelan conocer las brujerías de su guitarra y se requieren desde el Japón, a donde han llegado las crónicas de los más reputados críticos, como heraldos de su fama.
Burgos debe un homenaje a su preclaro hijo, que pasea triunfal por el mundo el pendón castellano prendido en un mástil de su evocadora y españolísima guitarra.
Tenemos entendido que el artista volverá con su esposa, hija de la insigne y genial Concha Espina, para las fiestas de San Pedro y nunca mejor ocasión para testimoniarle la admiración y el cariño que le profesan sus paisanos. Qué bueno fuera que la Filarmónica patrocinase esta idea de muchísimos de sus socios que, amantes de todo lo notable de la patria chica, anhelan honrar paladinamente a uno de sus más insignes paisanos.
José María Beobide».[33]
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Teatro Principal,23 noviembre, 1934.
«Gusta Sáinz de la Maza de venir de vez en cuando a Burgos para que sus paisanos puedan, al igual que los grandes públicos filarmónicos del mundo, saborear el arte íntimo, recogido y de subido valor que Regino prodiga con su maravillosa guitarra.
Y así ayer, con un programa adecuadísimo, demostró nuestro artista que la guitarra no tiene secretos para él, y que su ponderado equilibrio de intérprete concienzudo, ha ganado de una manera extraordinaria desde su última visita.
Tropiezan los concertistas de guitarra con el inconveniente de que las obras para ellos son escasas, pues si bien algunos compositores clásicos (Schubert principalmente) la conocían y empleaban bastante, era rn combinación con otros instrumentos. Pero cuando el guitarrista es de la categoría de Sáinz de la maza pronto resuelve esta dificultad mediante una labor personal meritísima, rebuscando lo poco escrito o adaptando lo que puede ser aprovechado, siempre con un criterio sano, que elija únicamente aquel que valga la pena y el trabajo de la adaptación para huir de esas transcripciones que tanto abundan y a las que nunca podrá acostumbrarse el verdadero amante de la música, que desfiguran y deshacen las obras originales al arreglarlas para un instrumento para el que no las pensó su autor.
No pertenece a esta clase la transcripción hecha por Sáinz de la Maza de la Chacona de Bach que es sencillamente magnífica. El conocimiento profundo de su instrumento y el buen gusto del adaptador, han hecho una labor de verdadera creación, siempre dentro de un gran respeto para el autor.
Por otra parte, los compositores sienten, ante un intérprete tal, el deseo de crear para él, y así en el programa de ayer, había varias obras dedicadas a Regino, entre las que destacaban el primer tiempo de una Sonatina que Antonio José ha compuesto especialmente para aquel. Se dan en esta obra todas las características de su autor y su personalidad se advierte en ella a través de la impecable perfección de la forma sobre un fondo apasionado.
Es de gran interés la Zarabanda lejana del compositor valenciano Joaquín Rodrigo, el cual parece que está ya de vuelta de sus experiencias y atrevimientos atonales, contagiados del ambiente parisino, como lo demuestra en esta obra y en domingo la estrenó la Sinfónica en Madrid.
El público, que siguió con interés extraordinario el concierto, ovacionó siempre a Sáinz de la Maza con entusiasmo.
- C.» [34]
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Teatro principal,23 noviembre,1934.
«Anoche en el principal, tuvimos ocasión de admirar las excelencias artísticas de nuestro querido paisano Regino Sáinz de la Maza.
El programa que el simpático artista nos ofreció fue verdaderamente sugestivo.
Una selecta concurrencia de aficionados burgaleses acudió a deleitarse con la incomparable maestría que el gran Regino atesora, para obtener de la españolísima guitarra, un sinfín de preciosidades, verdaderas filigranas.
Al aparecer en el palco escénico Sáinz de la Maza, estalló una cariñosa ovación, precursora de los calurosos aplausos que Regino escuchó durante la magnífica velada.
En la primera parte, oímos con verdadero deleite, inspiradísimas composiciones de los maestros Villalobos, Joaquín Rodrigo, Eduardo Sáinz de la Maza y Manuel Ponce.
No es posible describir las bellezas que dichas obras encierran. Regino estuvo magistral e inspiradísimo logrando cautivar a la concurrencia, que, con un silencio sepulcral, escuchó verdaderamente sugestionada, las magníficas versiones que de dichas obras nos ofreció el singular guitarrista.
Cada actuación del gran Regino constituyó un éxito rotundo. Al terminar la primera parte estalló una formidable ovación.
La segunda parte estaba consagrada al maestro de maestros, el imponderable J.S. Bach.Hay que advertir que las geniales creaciones de Bach, encierra para su realización una dificultad extremada; sin embargo, Regino estuvo felicísimo logrando, en las obras que interpretó del gran maestro de la fuga, versiones verdaderamente estupendas, que causaron la admiración del auditorio.
Ante los incesantes aplausos del público, Regino ejecutó primorosamente Reverie de Tárrega; dicha obra es una preciosidad, y sobre todo, eminentemente guitarrística: hay que convenir que esta clase de obras sugestionan al auditorio, de tal manera, que no es posible resistir la intensa emoción artística que causan en el ánimo del verdadero aficionado. Regino logró una formidable ovación al terminar la sugestiva creación del gran Tárrega.
En la tercera parte se ovacionó, con calor, la preciosa Sonatina de otro artista burgalés, de Antonio José que fue ejecutada por Regino con verdadero cariño, consiguiendo una interpretación acabadísima que fue premiada con una ovación formidable.
Se requirió al autor de la Sonatina, pero Antonio José, modestamente, se inhibió, ofreciendo al gran Regino, parte de los aplausos que el público tributó a los dos artistas burgaleses.
Terminó el concierto con preciosísimas obras de Granados, Moreno Torroba y Albéniz que fueron escuchadas con verdadero deleite.
Regino estuvo verdaderamente genial, y ante las entusiastas aclamaciones de la concurrencia, ejecutó fuera de programa, una obra preciosísima netamente española que causó un verdadero entusiasmo en el público.
¡Bien, Regino, así se enaltece el glorioso nombre de nuestra querida ciudad!
José N. Quesada. [35]
Otro de los momentos cumbre en sus visitas musicales a Burgos hay que buscarlo, sin duda, en esa Semana de Música Antigua de Burgos Antonio de Cabezón, entroncada en aquellos Festivales de España que, durante el verano organizaba el Ministerio de Información y Turismo desde el año 1961, a través de Diputaciones y Ayuntamientos. En Burgos, el primero coincidió con el IV centenario de la muerte de nuestro Antonio de Cabezón, 1966; por la capital burgalesa pasaron las más prestigiosos investigadores de la música contemporánea del organista del Emperador Carlos V, y su hijo Felipe II; los conciertos, con programas de música la época, se alternaron entre la Capilla catedralicia del Condestable y el Teatro Avenida; Sáinz de la Maza, que lógicamente participó en ese centenario de su paisano, interpretó su programa en el Avenida, en otra ocasión lo habría de hacer en la Capilla del Condestable, en la catedral:
Teatro Avenida,6 agosto, 1966.
«Éxito de Regino Sáinz de la Maza en los Festivales de España y Semana de Cabezón, por vez primera en la historia de la guitarra ofreció un concierto de obras de los siglos XVI y XVII.
Ayer en el teatro Avenida, en su sesión de las ocho de la tarde y dentro de la Semana Antonio de Cabezón y IV Festival de España en Burgos, el eminente guitarrista e hijo predilecto de nuestra ciudad, Regino Sáinz de la Maza ofreció un sensacional recital de guitarra sobre música de los siglos XVI y XVII.
Por primera vez en la historia de la guitarra se interpretó un concierto de este carácter, exclusivamente con obras tan antiguas cuyo acontecimiento se registraba en Burgos, de secular tradición musical y en la efeméride conmemorativa cabezoniana.
Calurosos aplausos acogieron la presencia en el escenario del laureado guitarrista Regino Sáinz de la Maza que se dispuso a interpretar el selecto programa, agradeciendo las manifestaciones de afecto de sus paisanos y sobreponiéndose con gran entereza a su atribulado estado de ánimo afectado por el dolor que le causaba la noticia de que su joven hija política, residente en Madrid, gravemente enferma cuando se ausentó de la capital de España se hallaba en estado desesperado.
No obstante, esta triste circunstancia Regino Sáinz de la Maza, ejecutó un soberbio concierto.
En la primera parte de su aplaudidísima intervención deleitó a todos los asistentes con tres Pavanas, de Luis Milán (1535) Fantasía y Diferencias de Luis Narváez (1538) Fantasía de Miguel de Fuenllana (1554) y terminó con Tiento, de Antonio de Cabezón (1500´1566)
La segunda parte del programa estuvo compuesta por cuatro piezas para laúd de un códice del siglo XVI, transcritas por Oscar Chilesotti, de autor anónimo: Fantasía y Ricercari de Francesco da Milano (1546) Gallarda, Saltarello, de Vicenzo Galilei (1563) Dos Gallardas de John Dowland (1562-1625); Pavana (Semper Dowland, Semper dolens)de John Dowland también, y Alemande de Robert Johnson (1583-1634).
Todas y cada una de las intervenciones del genial guitarrista burgalés fueron premiadas con justo y merecidos aplauso al terminar la primera parte y al final del concierto.
Regino Sáinz de la Maza, en obsequio del público interpretó fuera de programa una pieza de Bach, volviendo a escuchar grandes aplausos». [36]
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Iglesia de San Nicolás, 9 julio,1979.
«Con el extraordinario concierto del burgalés universal Regino Sáinz de la Maza se cerró ayer la brillante Fiesta de la Cultura en Burgos coincidiendo con la celebración del Simposio Internacional.
Numerosas personas acudieron anoche a la iglesia de San Nicolás donde tuvo lugar el magnífico concierto de Regino Sáinz de la Maza. […]
Sáinz de la Maza ofreció anoche a las numerosas personas asistentes al concierto el siguiente programa:
Preludio, Gavota, J.S-Bach. Dos Estudios de Sor; Dos Minuetos de Sor; Preludio de Villalobos; La niña de los cabellos de lino, Debussy; Campanas del alba de Eduardo Sáinz de la Maza;[37]Homenaje a Toulouse Lautrec de Eduardo Sáinz de la Maza.[38]Canción, Danza castellana de Regino Sáinz de la Maza; Habanera, de Ernesto Halffter».[39]
NOTAS.
[1] Burgos, 1896-Madrid, 1981.[2] Federico]García Lorca, Federico, Periódico Gaceta del Sur,27 de mayo de 1920, reseña del concierto interpretado por Sainz de la Maza en el Hotel Pálace, Granada.[3]Manuscrito autógrafo. Catalogo exposición sobre Regino Sáinz de la Maza, Santillana del Mar, Santander, agosto 1982.[4]Gerardo Diego, Fundación Juan March, Madrid, Homenaje a Regino Sainz de la Maza, 26 0ctubre, 1977. Programa de mano, Introducción.[5]Foto reproducida en Paloma Sáinz de la Maza, Regino Sáinz de la Maza, semblanza de mi padre, Burgos, Publicaciones del Ayuntamiento, 1982, p.27.[6] Ibid. p.18.[7]Ver: Burgospedia, biografías-música.[8]Gerardo Diego, Concierto homenaje a Regino Sainz de la Maza, Fundación Juan Mach, 26 octubre, 1977.[9]Paloma Sáinz de la Maza, op. cit. p.26.[10]Ibid. p. 46.[11]Ibid. p. 46.[12]Ramón del Valle-Inclán, Sonata de Estío.[13]Eugenio D´ Órs, Glosari.[14]Paloma Sáinz de la Maza, op. cit. p. 107.[15]Carta de Luis Ortega a Regino Sáinz de la Maza,15 enero 1951. Ibid. p.112.[16]Manuel de Falla, Escritos sobre música y músicos, Madrid, Colección Austral, Espasa-Calpe S.A.,1950, p.47.[17]Ibid. [18] Anotaciones manuscritas, en Paloma Sáinz de la Maza, op. cit. p. 104.[19] Ibid. p. 110.[20]Manuscrito en Paloma Sáinz de la Maza, op. cit. p.47.[21]Burgos, 1900 – Barcelona, 1984.[22] Paloma Sáinz de la Maza, op. cit., p. 37. [23] Original mecanografiado., en Paloma Sáinz de la Maza, op. cit. p. 163.[24] Ibid. p. 54.[25]Luis Rosales, Retratos. [26] Regino Sáinz de la Maza, op. cit. p. 57.[27]Paloma Sáinz de la Maza, op. cit. p. 13.[28] Cartel publicitario con fotografía del guitarrista, en Paloma Sáinz de la Maza, op. cit.p.181[29] Periódico El Papa-Moscas, 1 octubre 1916. [30]Diario de Burgos, viernes 29 septiembre, 1916.[31]Diario de Burgos, 12, marzo, 1929. [32]Periódico El Castellano, martes 19 mayo, 1931.[33]Periódico El Castellano, miércoles 20 mayo, 1931.[34]Periódico El Castellano, 24 noviembre 1934.[35]Diario de Burgos, 24 noviembre, 1934.[36]Diario de Burgos, 7 agosto 1966.[37]Hermano de Regino, Burgos, 1903 – Barcelona, 1982.[38]El original de la partitura escribe: A mi hermano Regino.[39]Diario de Burgos, martes, 10 julio, 1979.