COROS DE COSACOS EXILIADOS DE RUSIA EN BURGOS. -Por Luis Lozano Virumbrales-

     La vida y las melodías de los Cosacos se diferencian bastante de la vida y de las melodías de la Rusia central, encontrándose en aquella, mucho más fuerte el sentimiento de amor por la patria y por la guerra.

     Actualmente aquellos bravos guerreros son los portadores por todo el mundo de una gran parte de la cultura rusa. [1]

     Y en ese mundo que ha saboreado la música cosaca se encuentra la Cabeza de Castilla, Burgos, que disfruta de las voces de tres de ellos, en cuatro ocasiones durante la primera mitad del siglo veinte. Tres agrupaciones corales bajo el estandarte Coros de Cosacos, dos con el sello autóctono del Don, otro del Kuban, en clara referencia a los ríos, Don-Kubán, consustanciales a la tierra que les vio nacer, que riegan el sur de Rusia, desembocando en el mar Adov, profundo vaso comunicante, mediante el estrecho de Kerch, con el mar Negro.

     Los miembros de los tres coros tienen una impronta vital en común desde su creación: los tres son propiedad cultural del pueblo cosaco; un pueblo descrito por el primer novelista ruso, Nocolái Gógol, como una criatura genial y tumultuosa de la naturaleza rusa que está desperdigada por toda la estepa y hay tantos cosacos como matojos. Los cosacos fueron, desde luego, una extraordinaria manifestación de la fuerza rusa; el pedestal de las desventuras la hizo brotar del corazón del pueblo. Su constante batallar y su vida azarosa salvaron a Europa de las irresistibles invasiones que amenazaban con arrasarla.[2]

     Y los arrasados, en 1917, fueron ellos, los Cosacos, cuando, por defender a su pueblo, a su iglesia ortodoxa, a su zar, Nicolás II[3]ante la irrupción sangrienta de los bolcheviques, se vieron obligados a elegir entre la muerte y el exilio; y eligieron el exilio repeliendo aquella mano fraternal que el líder intelectual, también militar, de la revolución, León Trotsky,[4]les tendía, a cambio de trasmutar su ideología tradicionalista por una doctrina revolucionaria, en carta fechada a 21 de octubre de 1917 con el encabezamiento de 

¡Hermanos Cosacos!:

     A los que albergáis dudas os explicarán qué pretende hacer el Soviet, cuáles son sus objetivos y métodos. Para eso derrocó el pueblo al zar, para discutir con libertad sobre sus necesidades y encargarse él por sí mismo de sus propios asuntos. Cosacos, apartad ese velo que los Kaledin, Bardishe, Karaulov [5]os intentan colocar.

     Alguien ha organizado para el 22 de octubre una procesión religiosa de los cosacos. Cosacos, os advertimos: tened cuidado no sea que, bajo la máscara de la procesión religiosa, vuestros Kaledin no intenten incitaros en contra de los obreros y soldados. No tengáis dudas: Cosacos, uníos a nosotros, uníos a la familia común del pueblo trabajador por la lucha común a favor de la libertad y la felicidad. ¡Cosacos: os tendemos nuestra mano fraternal!

Soviet de Petrogrado de Diputados de Obreros y Soldados.

     Han pasado unos años; el rechazo ideológico ha traído, primero el ostracismo territorial, luego, el exilio masivo, esparcido por diferentes países de Europa y Asia. En ese trasiego humano fuera de Rusia, llegamos a Checoslovaquia, el país centroeuropeo recién segregado del Imperio Austrohúngaro; a Praga, la capital medieval del Reino de Bohemia, bañada por el río Moldavia; en ella se han asentado ahora miles de rusos, entre ellos  Nicolás Kostroukoff, un oficial del ejército ruso cosaco, cuya Banda Musical dirigió durante muchos años; con esa experiencia previa, bajo el patrocinio del Gobierno de la primera República checoslovaca, funda, reuniendo veintisiete voces de antiguos oficiales y soldados cosacos,  el Coro Cosacos del Don «Platoff»,  todo un afectuoso homenaje a su compatriota el conde, Matvei Ivanovich Platoff, [6]uno de los mariscales más prestigiosos que tuvieron los ejércitos de cosacos del Don, en los últimos años del siglo XVIII y primeros del XIX.

     Preparado a un alto nivel musical, su presentación oficial, su primer concierto en entidades de prestigio histórico, se efectuaría a ciento setenta kilómetros de Praga, en el balneario de Mariánské Lazné, en castellano, Baños de María, esa ciudad jardín, documentada por su belleza y riqueza de aguas termales ya en el siglo XII,  predilección de la familia del Imperio romano germánico, más tarde del Imperio austrohúngaro; su arquería de fantasía modernista que juega con el hierro y el cristal, debió vibrar con la acústica de las voces  graves de los bajos, resonantes en el profundo, como pedales de órgano, y mórbidos falsetes en los tenores, vivos coloridos y potentes y maravillosos efectos de una técnica casi instrumental.[7]

      La presencia de la música entre sus aguas no era novedad; de ellas habían disfrutado en el pasado Chopin, Strauss, Wagner, Bruckner, Mahler…también Goethe que le dedica su Elegia de Merienbad.[8]

      Tras recorrer Checoslovaquia, disfrutarán de su música las principales ciudades de Europa; su primera gira por España, invitada por las Sociedades Filarmónicas de provincia, la realiza la temporada 1929-1930, llegando a Burgos el dieciocho de noviembre de 1929; el Teatro Principal será su escenario, la crítica musical unánime en el triunfo:

     Conseguir una masa coral más o menos numerosa, perfectísima, es labor difícil e ingrata, pues para lograr lo que se llama un buen conjunto artístico-musical, a base de voces humanas, es necesario, por parte de los directores de masas corales y orfeonistas a sus órdenes, un entusiasmo sin límites y una paciencia grandísima, todo a base, por supuesto, de ensayos afectivos y sin interrupción.

     Desde luego, la labor se simplifica contando en primer término, con voces de buena calidad y con lo más importante, con los conocimientos indispensables de solfeo y prácticas bien dirigidas de vocalización.

     Dicho lo que antecede, pasemos a dar cuenta del concierto celebrado anoche en el principal.

     Nicolás Koskutroff, ha logrado concertar, acoplando con bastante acierto un conjunto de treinta coralistas que forman una entidad artística muy aceptable.

     La fama de que el coro Cosacos del Don, venía precedido, no defraudó las esperanzas y la expectación del público burgalés, que aplaudió las canciones ejecutadas, al director y a sus disciplinadas huestes.

     El coro que nos ocupa, posee buenos elementos artísticos, que bajo la dirección del maestro Koskutroff, logra en ocasiones, matices de muy buen efecto, especialmente en los pianísimos, que, a nuestro juicio, es donde más se distingue favorablemente la labor musical del coro, Cosacos de Don que anoche nos ofreció nuestra Filarmónica.

     Todo el programa, compuesto de obras populares rusas, fue muy del agrado del público burgalés y algunas obras se repitieron.

     Al final se ejecutó una Danza coreada, que gustó extraordinariamente, tanto por los cantantes como por la pasmosa agilidad de los bailarines que tomaron parte en su interpretación.

     El coro que nos ocupa está bastante bien conjuntado; de todos modos, hubiera convenido para evitar en el registro agudo el uso del falsete por la voz masculina, la adición de unas cuantas tiples (mujeres) y el resultado hubiera sido de más efecto.

     El coro posee solistas muy aceptables, que fueron largamente aplaudido por el público que quedó muy satisfecho del concierto.

     La Junta directiva de la Filarmónica merece un entusiasta aplauso por haber invitado, al concierto de anoche, al Orfeón Burgalés, que acudió, en masa, a la velada artística.

José. N. Quesada.[9]

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     Pasarían nueve años, y las voces de los cosacos Platoff   retornaban a Burgos; ahora, estamos en 1935, un 22 de marzo, en la nave central de la catedral, con escenario prefabricado sobre la lápida marmórea que cubre la tumba del Cid y Doña Jimena, sellada, con epitafio latino de Menéndez Pidal, el 21 de julio de 1921, en aquel crucero ya cerrado que el monje herrero de San Pedro de Cardeña había forjado en 1718.El concierto forma parte de un proyecto de acercamiento de la música litúrgica cristiana ortodoxa a la católica que la Conferencia de Metropolitanos de España[10]institución eclesiástica aprobada legalmente por la Santa Sede en 1929, organizaba en todas las diócesis españolas a celebrar en la catedral o, en caso de capitales carentes de ella, en iglesias con gran capacidad de fieles.

     Los responsables musicales del proyecto, el Coro de Cosacos del Don, Platoff que comienzan su gira sacra por San Sebastián, territorio eclesiástico dependiente del obispado de Vitoria; por   ello, debieron interpretar su primer concierto español en la iglesia neogótica de 1897 del Buen Pastor. La catedral gótica, finales de siglo XIII, de Santa María de Vitoria acogió el segundo; el tercero se disfrutó en Burgos, viernes 22 de marzo de 1935 a las siete de la tarde. La Prensa local anticipó que el concierto era gratuito, aunque en el interior de la Catedral se pondrán mesas petitorias para que los fieles depositen su donativo,[11]facilitó el programa y posteriormente, finalizada la actuación, no faltaron los comentarios musicales:

PRIMERA PARTE

Entrada, órgano coral

  1. Canto de los querubines, Lomakine
  2. Cantico de Simeón, Strokine
  3. La conversión del Buen Ladrón, Tchesnokoff
  4. Señor, proteged a vuestro pueblo, Idem
  5. En memoria eterna, Bakhmetiew.

SEGUNDA PARTE

  • Himno de acción de gracias, Bortniauky
  •  Señor, piedad, Luousky
  • Señor, inspirad mi oración, Arkaugeisky
  • Pater noster, Chiremetieff
  • Descansad, los muertos de la guerra, Kornillov
  • Señor, dales descanso eterno, Bagmetiev.

Presentará a los Cosacos del Don el maestro de Capilla de la Metropolitana señor Hernández Ascunce, quien desde uno de los púlpitos de la nave mayor, y ante el micrófono, para que puedan oírlo todos, aun desde los más remotos sitios del templo, hará una sucinta explicación de cada obra musical que habrán de ejecutar dando a conocer el significado de las mismas.

     Las autoridades y comisiones oficiales tendrán su lugar en el coro, no reservándose a nadie lugar alguno en el templo.[12]

&

     Esta agrupación artística, única en el mundo que ha logrado dar conciertos sacros en las principales ciudades de Francia, Bélgica y otros países de Europa y América, bajo el patrocinio de los más eminentes Prelados y autoridades eclesiásticas, utilizando las severas naves de los templos, dio anoche un concierto bajo las bóvedas de nuestra incomparable Catedral Basílica, como lo hará hoy en el sacro recinto de San Francisco el Grande, de Madrid.[13]

     Diez años lleva recorriendo esta masa coral, triunfalmente, todos los escenarios y salones musicales con éxito creciente, cantando obras profanas, además de los triunfos obtenidos con sus cantos religiosos.

   El nombre de Platoff que lleva este coro, está     tomado del conde de Ataman, que se distinguió por sus proezas guerreras.

     Grandes eran los deseos de oír a los eminentes artistas rusos, viéndose el templo completamente lleno, apiñados sin distinción de clases, edades y categorías todos los burgalese en la nave central, laterales, coro y capillas todas, siendo imposible calcular el número de personas que acudieron a la catedral.

      A la hora en punto marcada, empezaron a salir uniformados por el centro de la nave los veintisiete ejecutantes que ocuparon la tribuna colocada al efecto sobre la tumba de don Rodrigo Díaz de Vivar y doña Jimena, por haberlo así pedido ellos mismos.

     El maestro de capilla don Leocadio Hernández Ascunce, desde el púlpito y ante el micrófono, leyó unas cuartillas dando a conocer al Coro y sus triunfos obtenidos, los altavoces funcionaron a la perfección.

     Esta agrupación venía a traer con delicados conciertos sacros por las Catedrales, aires de amor santo y anhelos de redención de un pueblo que gime y sufre bajo la tiranía de todas las amarguras, pero con la fe inquebrantable de altísimos ideales y con la esperanza indestructible de una resurrección confortadora.[14]

&

     El concierto sacro, que el notabilísimo coro Los Cosacos del don dio ayer en el Santo Templo metropolitano, constituyó un éxito grande y merecidísimo.

     Desde luego las hermosas naves de nuestra Catedral se prestan admirablemente, para servir de estuche y valorar en toda su grandeza, estos grandes acontecimientos artístico-musicales.

     Gran solemnidad revistió la magnífica actuación del notabilísimo Coro de los Cosacos del Don, Platoff, dirigido por el maestro Nicolás Kotrukoff.

     La citada masa coral respondió en todo momento a la justísima fama mundial que tan brillantemente ostenta y consolida esta actuación.

     Don Leocadio Hernández Ascunce digno maestro de capilla de nuestra catedral, era el encargado de hacer la presentación de la masa coral. Dicho señor estuvo afortunadísimo aduciendo datos preciosos e históricas sobre la música sagrada y la influencia decisiva que, en todo tiempo tuvo la actuación de las grandes músicas y compositores, que dedicaron sus actividades artístico-musicales a engrandecer el sagrado arte músico-religioso.

     Seguidamente y ante una gran muchedumbre de oyentes, dio comienzo el acto. En la primera parte el Coro cantó magistralmente el precioso canto de querubines, que resultó afinadísimo, obteniendo efectos delicadísimos y matices de una perfecta realización.

     Canto de Simeón, es una página musical inspiradísima y armonizada soberbiamente. La conversión del buen ladrón y Señor, proteged a vuestro pueblo, obras, ambas, de Tchesnokoff, son verdaderas preciosidades donde lucieron sus portentosas facultades los notables solistas que actuaron acompañados con exquisito ajuste y sobriedad por la magnífica masa coral.

     Terminó la primera parte con la interpretación de la primorosa obra musical titulada en memoria eterna de Bakhmetiew; fue un alarde afortunadísimo de ajuste y afinación.

     Después de breves y atinadas aclaraciones al programa hechas por el propio señor Hernández Ascunce, comenzó la segunda parte cuyas composiciones causaron la admiración de los oyentes que seguían con avidez la espléndida actuación del famosísimo Coro de los Cosacos del Don.

     El conjunto es formidable. Al final, el coro canto el inspiradísimo Motete, capaz de elevar el espíritu más allá…más arriba de las elevadas torres de nuestra Santa catedral.

     En suma: un concierto precioso y digno de ser recordado por todos los que tuvieron el buen gusto de acudir y dar calor, con su presencia, a estos actos culturales, que, a nuestro modestísimo juicio, son los más educadores y los que mayor eficacia ejercen para modelar el corazón humano.

¡Burgos!, despierta y toma como modelo estas manifestaciones y esta semilla que tan notablemente van esparciendo por el mundo, los Cosacos del Don.

José N. Quesada.[15]

     Y, de Europa a Asia, de Checoslovaquia a Turquía, de Praga a Cilingir, en la provincia de Çanakkale, fundada, tras la toma de Estambul, por el séptimo sultán de la dinastía Osman, Fatih Mehmet II, situada en el estrecho de los Dardanelos, esas aguas, que, a un tiempo, separan la parte europea y asiática de Turquía, y el mar Egeo del Mármara; allí, en el centro de refugiados, en espera de deportación o asistencia social para permanecer en el país, se funda, año 1921,  el Coro de Cosacos del Don Jaroff; el nombre es tan sólo el apellido de su creador y director perpetuo, Serge Jaroff, [16] un antiguo teniente del ejército cosaco que había cursado su carrera de música en la Escuela Sinodal de Moscú, la más prestigiosa de Rusia; en ella llegaría a ser catedrático en la facultad de canto.

     De tierras turcas emigrarán a Mirina, la capital de la isla de Lemos, en el mar Egeo, entre el monte Athos, esa ciudad de monjes ortodoxos, fundada, año 963, bajo la protección de los emperadores de Bizancio; de la isla griega el salto será a Bulgaria, la península Balcánica de Europa; en su capital, Sofia, trabajan durante toda la semana en proyectos del Ministerio de Defensa y los fines de semana ofrecen conciertos por el país; el primero, ya con reconocimiento popular de solvencia musical, en la  catedral ortodoxa Alexander Nevski, aquel monumental templo de cinco naves de arquitectura neobizantina de 1884,dedicado al heroico príncipe del siglo XIII, canonizado por la iglesia ortodoxa en el siglo XVI. El fin de su peregrinaje europeo será Viena; en la ciudad del Danubio un importante empresario se ocupará de sus actividades y al amparo de la Sociedad de Naciones, esa entidad internacional creada tras la primera guerra mundial, para la reconciliación pacífica y defensa de todas las naciones, en julio de 1923, se presentan oficialmente; es su primer concierto a celebrar en el Palacio Imperial, Hofburg, la casa de Viena preferida por los emperadores del Sacro Imperio Romano Germánico y la dinastía de los Habsburgo; el palacio más monumental de Austria, de arquitectura variopinta que abarca del gótico a esa recuperación del pasado que propugnaban los arquitectos de finales del siglo XIX, llamada historicista. 

     En 1930 viajan a Estados Unidos y tras el éxito de sus actividades piden residencia definitiva; residencia que se convertirá el año 1936 en nacionalidad norteamericana. Nunca volvieron a su tierra, a lo más a sus fronteras en las innumerables giras de concierto que realizaron por toda Europa; innumerables conciertos que siempre incluyeron España; a Burgos llegaron el jueves 3 de mayo de 1924 con el anuncio de la prensa burgalesa:

     Hoy jueves a las siete y media de la tarde, en el Teatro Principal, se celebrará el concierto de esta maravillosa agrupación, integrada por antiguos oficiales del Ejército Imperial ruso, que es, sin duda, la mejor de su género.

     Bajo la dirección del gran maestro Serge Jaroff, ha alcanzado una perfección que raya en lo sublime, habiendo actuado siempre con éxito excepcional en los teatros principales y ante los auditorios más numerosos del mundo.

     El programa que interpretará en Burgos está integrado, en su primera parte, por obras de carácter religioso, constituyendo sus obras canciones netamente populares. No falta entre ellas, como es natural la famosa de Los remeros del Volga, ni la propia Canción de los Cosacos del Don, con las que el coro produce en todas partes efectos sorprendentes de emoción y grandiosidad.[17]

&

Los Cosacos del Don.

     Esta maravillosa masa coral hizo en el concierto de ayer tarde desfilar ante los oyentes todos los intrigantes y variados aspectos del alma eslava manifestada en sus cantos populares, grandemente expresivos, como propios de un pueblo que no ha tenido en su historia de bárbara opresión otro medio de desahogar sus sentimientos más íntimos que los cantos improvisados en la soledad miserable de sus Isbas.

     Es sin duda el canto eslavo el que mejor se adapta a la expresión de todos los variados matices del humano sentir, por sus giros melódicos imprevistos en los cuales se advierte su origen oriental, y sus ritmos bruscos y valientes, melodías y ritmos de la más completa independencia modal, apareciendo a veces las primeras construidas sobre las escalas antiguas, con lo cual se acrecienta notablemente la fuerza expresiva deseada, siendo pues muy difícil en ocasiones traducirlas a nuestra notación en uso, y de ahí esa característica vaguedad e imprecisión que les da un encanto particular, acrecentado por la irregularidad del ritmo de medida arbitraria y quebrada.

     El extraordinario verismo de la música popular eslava adquiere todo su valor dicho por la magnífica agrupación dirigida por Sergio Jaroff, que da de cada canción la versión adecuada, con una perfección no ya difícil de superar sino de igualar siquiera.

     Los cantos religiosos llenos de unción y serenidad, los populares de todos géneros, encuentran en ella el intérprete ideal. No se sabe realmente qué es más admirable en esta masa coral, si el valor individual de los elementos que le componen, del cual hacen un justo alarde (pues no está especialmente encargado de las partes a solo un determinado de la cuerda correspondiente, sino que intervienen como solistas indistintamente cualquiera de ellos) o el magnífico conjunto con el cual consigue todos los efectos posibles y aun los que parecieran imposibles sino se les oyera a ellos.

     Llega en los primeros pianos hasta un límite inverosímil y obtienen fuertes de notable grandiosidad, contando, pues, con una gama de matices casi infinito. El cuidado de todos los detalles es llevado al extremo, como el de la división de las cuerdas en grupos que permite las notas tenidas de duración indefinida, pero para lo cual es preciso una afinación impecable. Pudieran señalarse como elementos destacados del coro, un notabilísimo bajo y un tenor que maneja la voz de falsete con delicadeza y maestría.

     La parte más interesante del programa fue sin duda la primera, dedicada a la música religiosa, en cuya dicción se manifiestan con todo su valor las extraordinarias facultades del coro que quedan reseñadas. En las otras dos partes (de canciones de carácter popular) lució un realismo interpretativo impresionante, dándolas un sabor y ambiente acabadísimos.

     El público por fortuna numeroso, no dejó de ovacionar ni una sola de las obras cantadas, y obligó a repetir varias de ellas.

  1. C. [18]

&

     Coro de cosacos del Don. Magnifica por todos conceptos, fue la jornada artístico-musical, que nuestra Sociedad Filarmónica proporcionó a la afición burgalesa.

     Un aplauso entusiasta de este modestísimo cronista y vamos a dar cuenta del magno acontecimiento musical realizado anoche en el Teatro principal, por la insuperable agrupación artística denominada Coro de Cosacos del Don.

     El público, la afición burgalesa, dándose cuenta de la magnificencia del espectáculo acudió al Teatro, en número considerable llenando casi por completo la sala del Principal.

     Al Coro de Cosacos del Don puede aplicarse, sin titubeos, aquello de que…suena como un órgano, pero como órgano afinadísimo.

     La primera parte, integrada por obras exclusivamente religiosas, constituyó un éxito clamoroso.

     La segunda parte constituyó un éxito formidable.

     Entre estruendos ovaciones hubo que repetir varias obras, que resultaron verdaderas filigranas de ejecución.

     La tercera parte resultó magnífica.

     La disciplina artística que el Coro de Cosacos del Don posee, es verdaderamente asombrosa. Pianísimos inverosímiles; crescendos matemáticos, sonoridades formidables, que derivan paulatinamente hasta la extinción sutilísima del sonido.

José N. Quesada.[19]

     El tercer coro de Cosacos que visita Burgos no es coro exiliado, más bien fruto de una de esas variopintas repúblicas que permitió la revolución: a República Popular del Kubán, creada, año 1918, por aquellos militares cosacos que, disidentes de las propuestas bolcheviques, se aventuraron a permanecer independientes en su tierra, aunque, por las armas, se habrían de ver obligados en 1920 a integrarse en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

     Su nombre, Coro Cosaco del Kuban, como reclamo publicitario de concierto; oficialmente, desde su fundación en 1921, Coro Académico Estatal Cosaco del Kubán, con residencia en Krasnodar, a orillas del rio Kubán, centro económico y cultural del distrito federal del Sur de Rusia.

     Una agrupación vocal, más tarde coreada con la inclusión de la danza, integrada por jefes, oficiales, suboficiales y soldados, sucesora de aquella del mismo nombre que en 1811 se había fundado como coro militar de la Armada Cosaca del Kubán para solemnizar los ritos sagrados de su iglesia ortodoxa; si en la iglesia el canto es el reglamentado por la jerarquía eclesiástica, fuera de él, su labor será  la recopilación e interpretación de la canción tradicional de los asentamientos históricos de cosacos en la región del Kubán que sabrán hacer disfrutar a toda Europa. El legendario Teatro de la Comedia, esa sala en forma de herradura, al modo italiano, inaugurada por el rey Alfonso XII el año 1875, acoge en el mes de febrero de 1924 a la agrupación rusa de Kubán, y, a partir del teatro madrileño, recorrerá las principales ciudades españolas.

     Mañana sábado,15 marzo, 1924, hará su presentación en esta Sociedad Filarmónica el Coro de Cosacos del Kuban, coro que actúa en España y Portugal desde primeros días de febrero, después de haber recorrido Yugoslavia, los Balkanes, Austria, Alemania, Italia y Francia.

     Las siguientes líneas publicadas por Castell [20] en ABC dan idea de la agrupación de que se trata:

     «En el Teatro de la Comedia ante los socios de la Cultural de Música que llenaba todas, absolutamente todas las localidades y con asistencia de la Reina Victoria, se presentaron ayer los Cosacos de Kuban, grupo orfeónico que no obstante el reciente paso por Madrid de la Capilla Sixtina y de los Coros Ucranianos alcanzó un éxito triunfal.

     Forman la masa coral cantores seleccionados por Sokoloff, [21]su maestro director, entre los soldados de los que él era capitán en los últimos ejércitos regulares de Rusia. Nacidos todos en el Kuban (Caúcaso), visten el traje típico de su país, y que su amor a Orfeo es tanto o mayor que la devoción por Marte, lo demuestra el detalle de cantar sin papel, pero sugestionados por la mirada y la mano de Sokoloff.

     Sus voces son de excelente calidad. Ciertamente asombrosas las graves, recordando las de los bajos profundos de aquella Capilla Rusa de inolvidable recuerdo, y es su característica, la flexibilidad y disciplina dentro de la perfecta entonación y los dóciles que son en los apianados como en los fuertes. Cantando a boca cerrada llegan a efectos de armonía y el contraste es de mayor emoción cuando en los cánticos populares esa modalidad armónica sirve de acompañamiento a las frases bravías y modulaciones selváticas.

     Repitió el Coro varias de las páginas del programa, seducido el público por la grandeza total del conjunto y lo refinado del matiz; elementos necesarios para dar realce a las canciones que constituían el interesante programa del concierto».

El programa que ha interpretar en Burgos

(que es el mismo exactamente al que Castel se refiere en su crítica) es el siguiente:

Primera arte

La noche, Swendsen

La leyenda de Cristo, Tschaicowky

El Uchnem (canción de los sirgadores del Volga) armonizada por Sokoloff

Krasny Sarafan, armonizada por Sokoloff

Plegaria del cosaco antes de la batalla, Kolatilín.

Segunda parte

La estrella de Norte, Glinka-Spkploff

Los dos gigantes, Napravnik-Sokoloff

Fantasía rusa, armonizada por Scheluchin.

Tercera parte.

La noche (de la ópera El demonio), Rubinstein

 El público que llenaba Zozulta (de la ópera Los esclavos), Nischensky

El mar, Chaumoff

Torbenillo de nieve, Warlamoff

Marcha de los cosacos, Kolatilin[22]

&

     El concierto del sábado, celebrado en el Teatro Principal, fue un verdadero acontecimiento artístico. La velada estaba encomendada al Coro de Cosacos, del Kuban.

     Todo el programa era sugestivo; estaba formado de composiciones pertenecientes al folklore ruso. El público que llenaba completamente el teatro, quedó maravillado desde el primer momento.

     Detallar la soberana interpretación que el Coro de Cosacos dio a todo el programa sería tarea interminable.

     En las obras que el coro ejecutó, hay pasajes de una emoción encantadora. Aquella afinación tan perfecta, los maravillosos efectos obtenidos por medio de la boca cerrada, la disciplina artística, rigurosamente observada por parte de los ejecutantes, convencen de tal manera, que el auditorio, sugestionado ante tanta magnificencia, no tiene más remedio que aplaudir.

     La velada fue un éxito rotundo para el Coro de Cosacos. Las inspiradas obras que se ejecutaron estaban armonizadas de un modo magistral.

     El Coro de Cosacos de Cubán, compuesto de personas cultísimas, de verdaderos artistas, es, sin duda alguna, una de las agrupaciones musicales más perfectas en su género.

     El maestro, señor Sokoloff, es una verdadera autoridad musical. Dicho señor, dirigiendo, resulta admirable. No hay matiz que pase desapercibido, el fraseo, la precisión, los crescendos, los pianísimos, toda la gama musical brota impecable bajo la sugestiva dirección del maestro Sokoloff.

     La cuerda de bajos es formidable; notas excesivamente graves parecían surgir de una caverna insondable, y, sin embargo, resultaban afinadísimas.

     Los solistas que intervinieron en diferentes ocasiones son excelentes artistas que fueron calurosamente ovacionados.

Tremolo.[23]

NOTAS

[1]Folleto publicitario, Sociedad Musical de Conciertos Daniel, Madrid, 1930.

[2]Nicolai Gogol, (1809-1852) Tarás Bulba, (traducción castellana. Isabel Vicente, Madrid, Alianza Editorial, 2010, p. 15)

[3]San Petersburgo, 1808-Ipatiev, 1918.

[4]Bereslavka, Ucrania, 1879- Méjico, 1940.

[5]Generales del ejército del Zar.

[6]Cherkassk, provincia rusa del Don, 1753-Taganrog, Don, 1818.

[7]Diario La Vanguardia, Barcelona, 9 diciembre, 1930.

[8]Merienbad es el nombre como se conocía en Alemania al balneario checo.

[9]Diario de Burgos, 19 noviembre, 1929

[10]En la jerarquía eclesiástica la diócesis metropolitana tenía jurisdicción legal sobre una serie de provincias sufragáneas y sus obispos dependían del arzobispo metropolitano. Burgos fue designada diócesis metropolitana el año 1575 con el título de Arzobispado.

[11]Periódico El Castellano, 11 marzo, 1935.

[12]Periódico El Castellano, viernes 22 marzo, 1935.

[13]Al igual que San Sebastián, Madrid no tuvo edificio catedral hasta el año 1993 y hasta 1884 formó parte del territorio diocesano de Alcalá de Henares, sufragánea de la metropolitana de Toledo.

[14]Periódico El Castellano, sábado 23 marzo, 1935.

[15]Diario de Burgos, sábado 23 marzo, 1935.

[16]Makariev, Don, 1896-? 1985.

[17]Periódico El Castellano, 3 mayo, 1934

[18]Periódico El Castellano, 4 mayo, 1934.

[19]Diario de Burgos, 4 mayo, 1934.

[20] cf. Burgospedia: Un burgalés, crítico musical del Diario A. B. C Ángel María Castell Urquiola.

[21]Nicolai Sokoloff, Kiev,1885-La Jolla, Estados unidos

[22]Diario de Burgos, 14 marzo, 1924

[23]Diario de Burgos, 17 marzo, 1924.

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