FRANCISCO VALLES -El Divino Valles- -Protomédico de los reinos de Castilla-

FRANCISCO VALLES  nace en Covarrubias en 1524 ( provincia de Burgos), antiguo asiento de la tribu celta de los turmódigos, cazadores y pecadores y más tarde de romanos y visigodos, arrasada por los árabes y por fin cuna de los hacedores de Castilla, conserva en sus calles recoletas y en sus rojas cuevas, el eco de las risas y los gritos de Francisco Valles, niño y rachel como se llama cariñosamente a sus nativos, en Alcalá resuena todavía la voz de su juventud, su madurez y su vejez, enseñando, discutiendo, luchando contra los intrigantes, malandrines y envidiosos que quisieron negarle el derecho de su propio titulo de Licenciado en Medicina y Cirugía.

En el libro 1º de Bautismos de la Parroquia de Santo Tomás Apóstol de Covarrubias, comenzado el 4 de enero de 1524 y en su folio 12, dice todavía con letra muy clara:

«El Sábado 4 de octubre del año de 1524, yo, dicho cura, bauticé a Francisco, hijo de D. Francisco de Valles y Doña Brianda de Lemus, su mujer. Fueron sus padrinos Su Señoría el Dr. D. Gonzalo de Velasco abad de esta villa y Doña Magdalena de Maluenda.

Firmado Pedro Martínez de Castro».

Dadas las costumbres de la época es muy probable que el bautizo tuviese lugar al no el mismo día de nacido, muy poco después. Aunque ningún documento consta la fecha exacta de nacimiento, de éste puede septiembre deducirse que pudo ser el 23 de septiembre de 1524 o como piensa el P. Solano Sánchez, el día de San Francisco de Asís, que es el 4 de octubre.

Pero ¿qué pasaba por el mundo en aquella fecha?.

Para ponernos en situación temporal, hacia poco tiempo que Lutero había sido declarado hereje y Magallanes con Elcano acababa de descubrir el estrecho que lleva su nombre. Elcano había dado por primera vez en la Historia la vuelta al mundo con un puñado de españoles y Cortés había tomado Tenochtitlán, la capital de los aztecas, la ciudad de Méjico y el mismo año que nacía nuestro Francisco Valles, Pizarro penetraba en el Perú, el imperio de los incas.

Tenía un año Francisco Valles cuando se daba la batalla de Pavía y las tropas españolas tomaban prisionero al Rey Francisco I. Tenía tres años cuando Sebastián Caboto penetraba en el Paraná y el Paraguay, llegando hasta cerca de la actual Asuncíón su capital.

En Inglaterra el Rey Enrique VIII trataba de divorciarse de su esposa y el Papa Clemente VII se oponía a ello con lo que se creaba el clima apropiado para el cisma de la Iglesia de Inglaterra.

Correteaba por Covarrubias el pequeño Francisco, ya de seis años cuando Carlos V era coronado emperador en Bolonia, rompían relaciones católicos y luteranos, mientras florecían Luis Vives y el poeta Garcilaso de la Vega.

Cuando Valles cumplía los 10 años (1534) Almagro fundaba en América la ciudad de Quito, hoy capital del Ecuador y se creaba el Virreinato de la Nueva España y un año después Pizarro fundaba la ciudad de los Reyes (Lima) se introducía la Imprenta en América y Gonzalo Fernández de Oviedo, primer cronista de Indias daba a la luz su Historia General y Natural de las Indias mientras Valdés lo hacía con su Diálogo de la Lengua.

Ya estaba en plenos estudios Valles cuando Cortés llegaba al Golfo de California y Pedro de Mendoza fundaba Buenos Aires. En Europa Paracelso escribía su obra «La Gran Cirugía».

Francisco Valles seguía creciendo y estudiando.

Tenía 13 años cuando Iarala fundaba la ciudad de Asunción, capital del Paraguay y San Ignacio de Loyola la Compañía de Jesús.

Nada sabemos de cómo pensaba Valles en aquellos años, pero sí hay datos que nos hacen pensar que su propio padre fué médico en Covarrubias y que desde luego pertenecía a una noble familia de aquella villa.

El hecho de que su madre Doña Brianda de Lemus aparezca como madrina en muchas partidas de nacimiento en Covarrubias parece indican que era la esposa del médico, ya que esto era costumbre de la época.

Cuando cumplía 15 años Francisco, Jiménez de Quesada fundaba Santa Fe de Bogotá y se fundaba la primera Universidad americana en Santo Domingo, Hernando de Soto descubría y recorría el Río Mississipi y Vázquez de Coronado descubría el Gran Cañón del Colorado mientras Fr. Bernardino de Sahagún escribía su «Historia General de las Cosas de Nueva España». Ya estaba en Alcalá en plenos estudios de Bachiller cuando Valdivia fundaba Santiago de Chile y Orellana descubría el Amazonas, San Francisco Javier llegaba en misión evangelizadora a India y China, se terminaba la conquista del Yucatán y Fray Bartolomé de Las Casas promovía la iniciativa de promulgar las Nuevas Leyes de Indias que fijaban la situación de los indios.

El P. Carvajal escribía mientras tanto «Relación del Descubrimiento y exploración del Amazonas». Cuando Francisco cumplía los 19 años (1543) se creaba el Virreinato del Perú con sede en Lima, Copérnico revolucionaba la Astronomía moderna con su obra «De revolutionibus» y por su parte Vesalio revolucionaba la Anatomía con su «De humane corporis fabrica».

Volvemos a saber de Francisco Valles cuando viene a Alcalá de Henares para estudiar en el Colegio de San Ildefonso donde se recibe de Bachiller en 1544. Aquel año Carlos V invadía Francia y poco después se celebraba el Concilio de Trento.

En Covarrubias quedaron sus hermanos, D. Pedro Valles que sería andando el tiempo Arcediano de Covarrubias, D. Luis Valles que luego sería Fray Luis, visitador de la Orden de San Agustín y Doña Petronila que casó con D. Manuel Hurtado de Vera.

A partir de su graduación de Bachiller en 1544 sigue estudiando en Alcalá donde obtuvo todos los diversos grados de su brillante carrera, Licenciado y Doctor en Medicina y Filósofo ilustre.

Aunque ha desaparecido mucha documentación referente a esta época, todavía se conservan en el A.H.N. los libros de la Universidad de Alcalá en los que hay constancia documental de varios de los momentos cruciales de la vida universitaria de Francisco Valles.

Sabemos por ellos que se licenció en Artes y Filosofía el 16 de octubre de 1547 con el nº 3 de 21 que concurrían (AHN, Lib 398, fol 32) poco después que Fracastoro publicase su obra famosa «De Contagione».

Como Licenciado entró por oposición en el Colegio de la Madre de Díos (Anales Complutenses, B.N, ms 7899 y BN, ms 1736 cit. por Alonso Muñoyerro y comprobados por nosotros).

Después entró en el Trilingüe (Anales Complutenses, BN ms 7899 y Libro de Claustros 1132, fol 162, AHN). En el Libro «Registro de Actos, Grados y Provisiones» año 1550 (AHN, Lib 398) dice que:

«El día 29 de octubre del año 1550, el Sr. Licenciado Valles, Colegial teólogo (que era como se llamaba a los del Colegio de la Madre de Dios donde según Alonso Muñoyerro había 14 teólogos y 6 médicos), hizo acto público en el Aula de Medicina, esto es, la tentativa en la Facultad de Medicina siendo Presidente el Sr. Dr. Portugués (que según el citado Lib 398 del AHN se llamaba Fernando López, pero era conocido por el nombre de su país de origen) y respondía de la tentativa sustentando las conclusiones, contestando a los argumentos y ejecutando lo demás que a1 dicho acto era necesario y oportuno».

Así consigue según las Constituciones de la Universidad, el grado de Bachiller en Medicina. Era por entonces Rector el Maestro Roldán. Los Doctores a quienes tocó argüir fueron León, Fernando de Mena, Juan y Marcos de Benavente y Macario Policiano y otros que no cita. Termina el mes de octubre, se procede a la votación y es aprobado por todos.

Por aquel año fundaba Alonso de Mendoza la ciudad de La Paz, capital de la actual Bolivia,, llegaban los primeros misioneros jesuitas al Japón, Ramusio publicaba su gran libro «Navegaciones y Viajes primera colección de descripciones de «Crónica del Perú». El 28 de septiembre de 1551,en Lima se fundaba la Universidad de San Marcos, hizó Valles «su primer principio».

Era el primer ejercicio o acto para obtener la licencia «ad doctoratum» AHN, Lib 398) bajo Cristóbal de Vega, quien andando el tiempo sería su enemigo más acérrimo y con quien entraría en competencia para Prima.

Todavía un año más tarde, el 26 de octubre de 1552, tiene lugar su segundo ejercicio o Acto como se llamaba por entonces, de la Licenci atura y el 16 de marzo de 1553, el tercer principio, que era aprobatoria o reprobatorio. La votación de los 13 doctores que constituían el Tribunal le fué adversa mostrando 10 votos negativos y 3 positivos. Valle: fué reprobado. Evidentemente algo estaba sucediendo.

Valles fué reprobado. Valles había chocado con el claustro.

(Sólo es una sospecha con cierto fundamento), pero creo que Francisco Valles estudiante, no era el mismo Francisco Valles que los años irán suavizando. El estudiante de sangre viva no debió ser él en su madurez, sino un Valles levantisco, opositor o censor constante de los sistemas educativos universitarios y por ello quizás debió de enfrentarse con no pocos de los Profesores del Claustro como se ve por aquel resultado.

Es famoso su pleito con los Doctores, nos muestra a un Valles que no se arredra ni se deja avasallar por muy altos que estén sus enemigos, ¿Pero, qué alegaron los Doctores para negarle su grado de Licenciado? Al parecer que no había aprobado sus Cursos con las certificaciones de sus maestros conforme exigían las Constituciones.

Valles no satisfecho con aquel resultado adverso, alega que había aprobado sus Cursos con testigos, según era costumbre, y en efecto, sus competidores, cuyos nombres han llegado hasta nosotros como Valver, Vázquez, Valdivieso, Molina y Celada, habían sido admitidos a la Licenciatura con tales certificaciones.

El tenía los mismos créditos. Ante el recurso presentado valientemente por Valles, el caso debía ser revisado y al verse comprometidos los Doctores que formaban el Tribunal recurrían al conocidísimo procedimiento de no asistir a las Juntas a pesar de las repetidas instancias que el Rector les hizo.

Viendo Valles la situación, da un paso más enérgico, ante un organismo superior, el llamado Tribunal Superior, que no tiene inconveniente en admitirle al grado de Licenciado y Doctor en Medicina el año 1553 «con protesta del Presidente Sr. San Pedro», es decir nemine discrepante.

Mientras esto ocurría en Alcalá, Fray Bartolomé de Las Casas escribía su famosa «Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias» y López de Gómara su «Historia de las Indias» y en España aparecía de autor anónimo «E1 Lazarillo de Tormes».

Pero ¿qué pasaba con el Rector y gran parte del Claustro?.


VILLA DE COVARRUBIAS LUGAR DE NACIMIENTO DE FRANCISCO VALLES.

Nos lo podemos imaginar. Veían en Valles un enemigo peligroso, capaz de criticar duramente el sistema docente entonces al uso y con el que no

debía estar conforme como demostrarán sus posteriores actuaciones cuando él mismo fué maestro donde antes había sido discípulo.

En el A.H.N., Libro 398 y fecha 15 de julio de 1533, hay una anotación que confirma el hecho de que Valles recurrió contra la reprobación ante el Consejo General obteniendo la Real Provisión mediante la cual volvió a realizar el Tercer Acto público siendo aprobado nomine discrepante. Pero no satisfecho con aquel título de 1553, obtiene por sus estadios filosóficos el 11 de septiembre el grado de Maestro en Artes y Filosofía.

He pensado mucho en las razones de la inquina de los Claustrales contra Valles y aparte de las dichas, hay otra razón que parece poderosa y que confirma la primera y es la general simpatía que le tenían sus compañeros estudiantes.

Esto parece indicar que era una especie de líder o revolucionario de su tiempo. Lo confirma el haber sido elegido prior para sustentar la licenciatura del Dr. Toro, y fué asimismo prior de otras alfonsinas de varios de sus compañeros, que le buscaban a él para que les ayudase.

El haber obtenido el nº 3 el 21 de diciembre de 1553 entre seis aspirantes al grado de Licenciado en Medicina parece demostrar que como suele suceder con harta frecuencia, el Tribunal no supo juzga el verdadero valor de Valles o mejor sospechar que podía llegar a tenerlo.

Pero no nos extrañemos. Los tribunales no son profetas por regla general. Y muchos grandes hombres fueron mediocres estudiantes en sus primeros años, otros incluso fracasaron y otros ni pasaron pruebas elementales.

Valles no fué un estudiante mediocre, sino todo lo contrario, pero debió ser un polemista y por ello mal visto por algunos de quienes tuvieron que juzgarle que lo hicieron por las apariencias. Francisco Valles no había hecho más que empezar. Estaba tratando de encontrar su nicho ecológico.

Un año después de obtener sus grado en 1555, se considera con capacidad suficiente para opositar a la Cátedra de Prima que ocupaba hasta entonces otro famoso alcalaíno: Cristóbal de Vega.

Nuevo pleito que ya debía venir de antiguo. Y a pesar de los múltiples recursos que utilizó Vega tratando de influir con cartas del Príncipe y la Reina, es sabido cómo entonces, la Universidad de Alcalá se mantiene fiel a sus Constituciones y rechaza dignamente toda intromisión en su autonomía.

La Cátedra de Prima será para Francisco Valles, lo que no disminuye el valor de Cristóbal de Vega que fué otro preclaro ingenio de la Medicina de su tiempo. Mientras esto sucedía en Alcalá de Henares y Valles hacía la guerra suya personal, Zárate terminaba su «Historia del descubrimiento y conquista del Perú» y Alvar Núñez Cabeza de Vaca sus «Comentarios».

Poco después abdicaría Carlos V en su hijo Felipe II, hecho que tendría gran trascendencia en la vida de Francisco Valles.

Este permanecería en la Cátedra renovando sus periodos cuatrienales.

Hay constancia de que en 1565 (AHN, Lib 399) se le adjudica por otro cuatrienio.

Dejaría voluntariamente la Cátedra en octubre de 1572 al ser ascendido por el Rey Felipe II a Médico de Cámara y Protomédico General de los Reinos y Señoríos de Castilla, máximo cargo al que un médico de su tiempo podía aspirar (AHN, Lib 399, fol 176).

O sea que estuvo en la Cátedra desde 1555 hasta 1572, es decir 17 años. Cuando en 1565 interviene en la Reforma Universitaria llamada de Obando, como representante de la Facultad de Medicina, debió de poder colmar muchas de sus aspiraciones, haciendo prevalecer su opinión sobre la enseñanza de la Medicina.

Sabemos que en forma revolucionaria también fué el primero que en Alcalá enseñó la Medicina sobre el cadáver y que tuvo como Bisector al valenciano Pedro Gimeno, famoso en su tiempo, quien iba realizando las disecciones que él señalaba durante sus lecciones.

Destaca la importancia de esta decisión del Dr. Valles en una época como era el s. XVI en cuyos primeros años cultivaron la Anatomía normal Silvio, Vesalio, Colombo, Falopio, siendo desconocida la Anatomía Patológica.

De ahí el gran valor para su tiempo de la obra de Valles y su sistema de su enseñanza. Recuérdese que hasta 1550 no se enseñó en España la Anatomía sobre el cadáver, siendo el primer maestro Rodríguez Guevara en Valladolid.

Como decía el Dr. del Busto, por entonces se creían grandes anatomistas o anatómicos algunos que habían disecado dos cadáveres «exceptuando la cabeza por temor de cometer un pecado mortal». Por este motivo Valles se adelantó más de dos siglos a su tiempo.

Y por todas estas razones se le considera como precursor si no padre de la Anatomía Patológica.

Nos imaginamos cómo debieron de sentirse los que le negaron su título de Doctor en Medicina cuando le vieron casi simultáneamente o inmediatamente entre ellos como Profesor, pero de esto no ha llegado a nosotros ninguna constancia documental.

Es preciso suplir con la imaginación estos momentos de la vida de Valles. Y si alguno estaba todavía por allí y no había superado su celo e inquina, tampoco debió sentirse muy cómodo cuando el propio Felipe II le encumbró a la más alta posición que nadie podía soñar y por si fuera poco le llama «E1 Divino» por haberle aliviado con un sencillo procedimiento, casi casero (se dice que con unos pediluvios de agua caliente, otros dicen que de leche caliente) sus dolores de gota, según la general idea que ha traído hasta nosotros esta anécdota, rematada por la purga que dio al Rey Felipe II.

Conocidísima también esta otra anécdota, hace referencia a la enfermedad de Felipe II que debió ser un buen comedor y de piezas estofadas al estilo de la época, es decir en no muy buen estado.

Se dice que los buenos catadores de perdices tenían que comerlas cuando empezaba emitir un cierto tufillo de putrefacción, es decir cuando se cargabas de substancias tóxicas.

Fuera esto o una gripe abdominal como han dicho algunos sin mayor fundamento, lo cierto es que los médicos del Rey le dieron por muerto ante el cuadro tóxico que debió presentarse, hasta el Punto de que el Duque de Alba dispuso que la Reina marchase a Portugal para no perderlo si el Rey faltaba.

A regañadientes y a requerimiento del Duque de Alba, los médicos de cámara aceptaron la consulta con Valles. Y éste seguro de sí mismo, decidió el empleo de un purgante drástico ante el espanto de sus colegas que influenciados por el Canon de Avicena, al uso de la época entre los médicos, no podían comprender la heterodoxia del de Covarrubias que se atrevía a purgar en aquella fase lunar.

Valles hizo salir a todos de la estancia del Rey y se quedó sólo con el Duque de Alba y el real enfermo, asegurando irónicamente que para que la luna no se enterase, cerraría las contraventanas de la habtación. El hecho es que se purgó al Rey y fué el propio Valles quien le dió la medicina. Y el Rey se salvó ante el asombro general.

Mucha seguridad en sí mismo, en su diagnóstico y una enorme experiencia en casos similares demuestra la actuación de Valles a quien se le hubiera podido atribuir la muerte del Monarca de haber tenido lugar ésta.

¿Se jugó todo a una carta? No lo creemos.

Fué más bien su gran experiencia clínica la que junto con su heterodoxia, le hizo actuar con aquella decisión salvadora. El Rey se salvó y desde entonces Valles tuvo el favor real que ya tenía, con tal solidez que fué uno de los factores de la posibilidad de editar muchas de sus obras en España y en toda Europa, allí donde el brazo del Rey llegaba hasta los impresores de la época.

Otra de las grandes distinciones que conocemos de Valles es el haber participado por orden de Felipe II en la selección de libros y creación de la Biblioteca del Monasterio del Escorial junto con el gran polígrafo Benito Arias Montano y el Historiador Ambrosio de Morales.

Sabemos también que hizo una generosa donación de su propia Biblioteca a la del Escorial.

Otras anécdotas en que se han convertido hechos históricos nos señalan algunas facetas de su carácter. Por ejemplo, que no rompió sus lazos con su Covarrubias natal, aunque la mayor parte de su tiempo la dedicase a su docencia y a su clínica privada en Alcalá y más tarde al servicio personal del Rey o a escribir incansablemente sobre Filosofía, Teología y Medicina.

En cierta ocasión y habiendo sido llamado a Covarrubias para resolver una grave epidemia de tabardillo (tifus exantemático del que andando el tiempo al parecer él mismo moriría) que se presentó en aquella villa, sus instrucciones fueron tajantes: «Destruir las murallas que rodeaban a la ciudad y que no dejaban circular el aire».

La orden se cumplió, las murallas cayeron y la epidemia desapareció. En Covarrubias una calle lleva su nombre, al parecer en agradecimiento por su intervención y aún se conserva (al menos la tradición) la casa donde se dice nació.

También es preciso destacar la gran amistad y admiración que Valle sintió por Fr. Pedro Ponce de León, el que hizo hablar a los sordomudos. Valles presenció la técnica desarrollada por el fraile y gran amigo y fué motivo de algunas de sus reflexiones filosóficas.

Otras de sus amistades que cita en el Codicilo otorgado poco antes de su muerte fueron García de Loaysa, capellán mayor de Felipe II, arzobispo de Toledo y ayo del príncipe Felipe, Don Cristóbal de Moura, distinguido caballero portugués, mayordomo del Rey y primer Marqués de Castel-Rodrigo y Don Diego Hernández de Cabrera y Bobadilla, Conde de Chinchón que como dirá Valles cuya amistad y bondad tengo experimentada».

Pero ya es hora de que hablemos algo de la vida familiar de Francisco Valles. Casó el Dr. Valles con Doña Juana de Vera, es decir casi inmediatamente después de haber obtenido la Cátedra de Prima.

Dice de ella en su testamento «mi única mujer por espacio de 42 años».

Tuvieron seis hijos. Doña Juana de Vera era hija del Dr. Santiago, médico de cámara de la Reina Doña Isabel y de Doña Catalina de Ribas.

Nosotros vemos una posible explicación a su entrada en palacio por este matrimonio. Es muy probable que su suegro interviniese de alguna forma para que Valles fuera introducido en Palacio. En su testamento también aclara los nombres de sus hijos y el número de ellos.

Algunos autores han mencionado la existencia de una hija llamada Lucía. No hay tal cosa. Tuvo una hija llamada Luisa que casó con el Licenciado Juan González de Solórzano, pero en el año 1592, es decir el de su muerte, cuando hace testamento en Madrid el 22 de mayo y se encontraba «sano y en su entero juicio» (lo que posiblemente quiere decir que su muerte fue debida al tabardillo que contrajo en Burgos), su hija Doña Luisa había muerto hacía tiempo porque deja ordenado se digan 100 misas por ella añadiendo «que en gloria esté».

Y seguidamente añade refiriéndose a su mujer doña Juana: «los hijos que della me quedan avidos todos durante el matrimonio, avidos en haz y en paz de la Santa Madre Iglesia son Don Francisco de Valles, abad de Covarrubias (más tarde sería prior de Santa María de Sas en Galicia), Doña Juana de Vera o Valles (sic) mujer del Licº Pedro Arce de Otálora, ator de casa e corte de su Magestad, Catalina de Sena, monja profesa del Monasterio de la Concepción Jerónima desta villa (de Madrid), Don Gabriel de Valles, pasante ques ahora de derechos, Don Diego de Valles gentilhombre costillar de la casa de su Magestad y al presente entretenido en Milán, Dios los guarde a todos para su servicio y les de su bendición espiritual y temporal».

Fundaron el Dr. Valles y su esposa (que no sabía escribir según consta escrito de puño y letra del propio Valles) un mayorazgo en Alcalá. Este Mayorazgo fué creado por ellos en 1587, primero sobre la casa de su propiedad que habitaban en la calle de Santiago frente a la parroquia del mismo nombre y en segundo lugar sobre una hacienda que llamaban Serafín o Jerafin cuyo topónimo aún se conserva, a orillas del Río Henares.

La casa que fué residencia de Valles, ya no existe.

Ha sido reemplazada por el Hospital Valles, habiéndose conservado la portada y el escudo. Dejaban sus bienes a sus descendientes, pero en el caso de que éstos faltasen, habrían de repartirse entre el Monasterio de la Concepción Jerónima de Madrid y el Colegio de la Compañía de Jesús de Alcalá y la Universidad.

En cuanto a la casa de la calle de Santiago, quería Valles que fuese para quien detentase la Cátedra más principal o más antigua de Medicina de la Universidad de Alcalá, como usufructuario mientras se mantuviese en la docencia.

Sabemos también que Valles pasaba temporadas en Madrid con su esposa, en la casa que ésta tenía de sus padres en la calle de Atocha, inmediata al Colegio de Santo Tomás, en la parroquia de Santa Cruz.

El Colegio Mayor de San Ildefonso de la Universidad de Alcalá dispuso, por acuerdo capitular de 20 de julio de 1589 que a la muerte del Dr. Francisco de Valles, éste pudiese ser enterrado en una de las capillas del Insigne Colegio «y poner piedra y señal en la sepultura», raro privilegio concedido a escasos hombres ilustres de los que pasaron por el Colegio.

En el testamento del Dr. Valles, también consta este hecho así como en el testamento de su hijo Francisco, el que fué abad de Covarrubias y luego prior de Santa María de Sas, testamento que también hemos encontrado.

Muerte de Valles

Como especial honor debió considerar Valles la concesión de sepultura hecha por el Colegio Mayor de San Ildefonso, cuando habiendo determinado el Rey Felipe II pasar a Burgos el año 1592, solicitó Valles le dispensase de acompañarle en tal viaje, expresándole que se hallaba próximo a morir.

Aquí tenemos una de las incógnitas de la vida de Valles. Aquel año había hecho testamento, en Madrid, en el mes de mayo, y en él dice que se halla «sano y en su entero juicio». Pudo ser una fórmula de la época y lo de sano referirse sólo a que estaba en sus cabales, estado necesario para poder otorgar testamento. Quizás estaba ya enfermo de alguna afección orgánica y él lo sabía.

Esto confirmaría su negativa de acompañar al Rey en aquel viaje. Pero Felipe II insistió en que Valles que era para él no sólo médico sino consejero en otros muchos aspectos, le acompañase.

Parécenos una crueldad por parte del Rey, así a primera vista, o bien el Monarca pensaba que el viaje le podría distraer de sus preocupaciones. No sabemos. Sólo podemos conjeturar.

El caso es que Valles no debía encontrarse muy bien y además tenía conocimiento de la epidemia de tabardillo o tifus exantemático que había en Burgos por lo que había tratado de disuadir al Rey de que fuese allí.

El caso es que fué con el Rey y aunque no es seguro, cayó enfermo de aquella epidemia que temía o bien se agravó su enfermedad. Ante la posibilidad que ya veía cercana su muerte pidió al Monarca que si esto sucedía fuese enterrado en la capilla del Colegio de San Ildefonso según tenía previsto.

Pasó sus últimos días en la Hospedería del Convento de agustinos extramuros de Burgos (posiblemente tenía esto algo que ver con el hecho de que su hermano Luis fuese visitador de la Orden de San Agustín). El 16 de septiembre viéndose morir, redacta un concilio que sirve como extensión al testamento del mes de mayo otorgado en Madrid.

En este concilio se preocupa especialmente porque el Monarca tome muy en cuenta a su hijo Don Francisco, el abad de Covarrubias y como hijo mayor le encomienda todo lo relacionado con su testamento.

Aun se preocupa, autor y escritor hasta el fin, de sus libros y la edición de éstos que estaba en marcha, las correcciones de su Sacra Philosophia y los nuevos capítulos que en la última edición había incluído.

Cuatro días más tarde el 20 de septiembre de 1592, dejaba de existir el Dr. Francisco Valles de Covarrubias «E1 Divino» a los 77 años, 11 meses y 15 días según ORTEGA Y MARCOS, pero vemos que no fué así, ya que de 1524, fecha de su partida de bautismo al 1592, son 68 años. Así que la realidad es que VALLES murió a los 68 años de edad.

Al tener noticia de ello el Monarca y cumpliendo con el deseo de su médico, ordenó que a su costa fuese suntuosamente conducido a la capilla alcalaína, acompañado de muchas personas de distinción y de la Real Casa, haciéndose en las paradas las exequias y misas de rigor.

Entre las muchas personas que murieron de aquella epidemia en Burgos conocemos los nombres de otro médico de cámara del Rey, el Dr. Vitoria, el sumiller de Corps D. Juan de Acuña y el Conde de Buendía. La esposa de Valles, Doña Juana de Vera, sabemos que murió el año 1610 o sea que le sobrevivió 12 años.

Lo que no hemos hallado es constancia documental del lugar donde fué enterrada. Tenía derecho a que su cuerpo fuese sepultado junto al de su esposo, como lo tenía el hijo mayor, en la capilla de San Ildefonso, pero según el acta de la exhumación de los restos del Dr. Valles, los cuerpos no han sido hallados, de manera que es justo pensar que a la muerte de Doña Juana, los hijos prefirieron enterrarla en otro lugar.

Me he preguntado muchas veces lo que sabría Valles de los acontecimientos de su época, qué pensó sobre ellos, qué comentaría, cómo le impresionarían. Su proximidad a Felipe II y a la Corte, le haría conocer de primera mano todos los grandes acontecimientos de su tiempo: el descubrimiento de la Isla Juan Fernández, el comienzo de la construcción del Escorial, la creación por Pío IV del Index Librorum Prohibitorum, la obra de Fray Diego de Landa «Relación de las Cosas del Yucatán», el edicto religioso de Felipe II en los Países Bajos, las campañas victoriosas del Duque de Alba en Flandes, la fundación de Caracas por Diego de Losada y Quiroga, la edición de «La guerra de Granada» de Diego Hurtado de Mendoza, la publicación de «La Historia verdadera de la conquista de Nueva España» de Bernal Díaz del Castillo, la Batalla de Lepanto (1571), la fundación de Manila por Diego de Legazpi, la publicación de «La Vida del Almirante Cristóbal colón» por su hijo Hernando Colón, la sublevación de los Países Bajos y la Noche de San Bartolomé, los ataques del pirata Drake a los puertos españoles de Indias, las obras de Santa Teresa que dejó tan profunda huella en Alcalá y que tuvo que cruzar sus pasos con los del Divino Valles, ya que vivió a una cuadra de su casa de la calle de Santiago.

Se me nace muy difícil creer que no se conocieron. ¿Qué pensaría Valles de la Reforma del Calendario gregoriano de 1582 o de Fray Luis de León cuya obra se publicó en 1583 «La perfecta casada» y «De los nombres de Cristo».

¿Y de la ejecución de María Estuardo en Inglaterra, del saqueo de Cádiz por Drake o del asesinato de Enrique IV en Francia? Nos hubiera gustado saber su opinión sobre la destrucción de la Armada Invencible en 1588 de la que tuvo que enterarse quizás por el mismo Monarca o si llegó a leer y tener en su Biblioteca la obra del P. Joseph de Acorta publicada poco antes de su muerte en 1590 «Historia Natural y Moral de las Indias».

Tantas incógnitas no nos quitan la idea de que Valles debió de estar muy al tanto de tales acontecimiento, pero extrañamente se concentra exclusivamente en sus disquisiciones filosóficas y médicas, o en sus traducciones del griego al latín y en su clientela de enfermos y omite en sus obras toda referencia a los acontecimientos de su tiempo dando la falsa impresión de que no le importaban nada.

He visto en Antwerpen (Amberes) cartas del Dr. Valles. Ha sido para mí una novedad muy grata. Todas ellas tratan de un solo tema: sus libros, las impresiones de éstos y el dinero que el Rey tenía que enviar para costearlas.

De política, asuntos de Indias o temas de su tiempo: silencio absoluto.

El testamento

En su testamento, el Dr. Valles protesta vivir y morir en la Fe católica y como tiene ciertos escrúpulos de conciencia ya que sus obras filosóficas y médicas han tenido que rozar en diversas ocasiones los dogmas cristianos, pide que si se hallare algo en ellas que pareciere contravenir esa fe que ha mantenido incólume toda su vida, declara que nunca fué su voluntad y por ello se retracta de todo.

Vuelve a insistir en que desea ser enterrado en la Capilla de San Ildefonso de Alcalá lo que demuestra que consideraba a esta villa como su verdadera patria chica.

Hay detalles tan curiosos en el testamento como cuando dice: «Las escrituras de mi hacienda están en un caxonçillo de nogal de que mi muger tiene noticia».

Durante bastante tiempo existió la duda de que el Dr. Valles hubiese sido trasladado a Alcalá después de su muerte acaecida en el Convento de Agustinos extramuros de Burgos. Nuestro reciente hallazgo entre otros documentos del Acta de traslado de sus restos desde a Burgos a Alcalá de Henares no deja lugar a dudas.

Aparte del testamento hológrafo de Valles existe el Codicilo que redactó cuatro días antes de su muerte en la Hospedería de San Agustín el 16 de septiembre de 1592 en el que dice, después de hacer referencia a la publicación de sus libros:

«Y digo más, que tome mi hijo el Abad de Covarrubias la llave de mi Archivo en que están todos los privilegios y otras cosas más (¿dónde habrán ido a parar todos estos documentos?) para que le entregue todo a su madre y la sirva en todo lo que ella quisiera… El Abad mi hijo tiene 62 escudos de oro y desto se hará la costa de exequias y las demás cosas de mi enterramiento; los sacrificios de misas deseo y pido se hagan luego o lo más breve que ser pudiere y lo primero. Y este memorial quiero que valga por mi última voluntad y lo firmo de mi nombre estando en mi libre juicio (aquí ya no dice sano previamente como en el testamento de meses atrás) y rogué al P. Manuel López que lo escribió (ya no tenía fuerzas para escribirlo él mismo) lo firmase también de su nombre para más firmeza, hecho en Burgos en la Hospedería de San Agustín, a 16 de septiembre de 1592.»

La obra de Valles

En primer lugar hemos de decir que fué universal, que pasó los límites de nuestras fronteras y que fué modélica tanto en el sentido filosófico como en el médico.

Fué original y fué sistemática. Se ve claro que obedece a un plan preconcebido que llevó a cabo a lo largo de su vida y que fué infatigablemente realizada. Su perfecto conocimiento del griego, latín y hebreo le permitió desenvolverse perfectamente en estas lenguas buscando en los textos originales el material que luego comentaría en un elegante y fluido latín.

Esto es quizás una de las razones de que su obra haya sido conocida solamente por los eruditos de su tiempo y que al no existir traducciones al castellano no se haya difundido o conocido en épocas posteriores.

Pero autoridades como BOERHAVE llegaron a llamarle el HIPOCRATES español, pensando que si la teoría de la transmigración de las almas fuese cierta, la de HIPOCRATE$ debía haber pasado o encarnado en Francisco Valles.

También fué conocido en su tiempo como el GALENO español. HALLER, PROSPERO MARCIANO, ZACUTO LUSITANO, ANDRES PIQUER y otro muchos autores famosos de su tiempo le dedicaron elogiosas frases reconociendo su sabiduría. CHINCHILLA dirá de él que «Valles fué a la Medicina lo que Trajano al Imperio». Las traducciones que hace Valles de ARISTOTELES, PLATON y GALENO del griego al latín, comentadas con sus propios conceptos y añadiendo su experiencia diaria, fueron un arduo trabajo de muchos años, muchas horas de trabajo compartido con sus horas de clase en la Universidad y la atención de su numerosa clientela.

Las cuatro obras de Filosofía escritas por Valles le sitúan al nivel de los primeros filósofos españoles de su tiempo Tales fueron los «Comentarios a los cuatro libros de Meteorología de Aristóteles» primera de sus obras filosóficas.

Salió al paso de los errores de su tiempo transmitidos por los au- tores árabes, combatiendo ideas que tenían un arraigo de más de seis siglos. Combate la superstición, las influencias astrales y otros muchos errores.

Su Methodus Medendi es un libro precioso del que tuvieron que valerse los médicos extranjeros para comprender el tratamiento de muchas enfermedades, pero su obra magna es el «Comentario a los Libros de Hipócrates sobre las enfermedades populares».

Contrasta el Valles humilde y moderado de su madurez serena, aislado en su cuarto de estudio con aquel bullicioso estudiante que conocimos en la primera parte de esta exposición, celoso de sus derechos, crítico de sus maestros, líder de la juventud universitaria.

Los años, el contacto con el sufrimiento humano, sus lecturas, sus meditaciones y un profundo sentido religioso de su quehacer trascendente fueron sublimando aquella agresividad propia de los años mozos concretándola en una obra que le sobrevivió.

Llama la atención que en la vida de un valor humano y científico como fué Francisco Valles, una circunstancia aparentemente trivial como un pediluvio y un Purgante aplicados al Rey de España le situaran en el camino de la fama que sus obras por muy valiosas que fuesen no le hubieran producido al haber quedado enterradas en algún apartado desván de su casa solariega.

Pero el apoyo del monarca y la confianza que le tuvo, diéronle el impulso para que aquella obra fuese mundialmente conocida y le estimuló a seguir por el camino emprendido.

HERNÁNDEZ MOREJON consideraba a Valles y a Mercado como los dos mejores médicos que tuvo España en la antigüedad, opinión que compartía con NICOLÁS ANTONIO. «Un gigante de la Medicina» le llama.

¿Cómo era Valles físicamente?

Sólo nos ha quedado un grabado a plumilla y por él podemos deducir que en la época que fué hecho, en plena madurez de Valles), era un hombre de profundidad de ideas, de mirada penetrante para escudriñar el alma de sus enfermos, de rostro enjuto que refleja el hábito de la reflexión, cráneo no muy grande pero frente espaciosa que cubre unos lóbulos frontales con perfecta estructura para la coordinación de ideas. MOREJON ve en su rostro la expresión del que acaba de pensar algo extraordinario o penetrado en el fondo de un gran fenómeno.

Parece como si fuese a revelarnos una verdad trascendente, metafísica o como si su espíritu quisiera brotar a través de la mirada.

La austeridad de su indumentaria y el cuidado de su bigote nos muestran una faceta inédita de Francisco Valles que contribuyen al conocimiento de su persona.

Iconografía de Valles, en realidad no hay más que esta litografía o grabado. A la puerta del Museo Etnológico de Madrid hubo hasta el al 1939 una estatua, obra del célebre escultor D. Ramón Subirat, labrad en piedra de Novelda (Alicante), que le representaba sentado (la cabeza era de notable mérito artístico) y que junto con la de Miguel Servet montaba guardia a la entrada del edificio en el Paseo de María Cristina esquina a Alfonso XII, pero uno de los proyectiles que cayeron durante la guerra civil deterioró las estatuas de tal manera que los Directores del Centro consideraron mejor hacerlas desaparecer.

Hay también un medallón en el patio del antiguo Colegio de San Carlos (la vieja Facultad donde yo estudié Medicina) de Madrid, puramente imaginario y un retrato al fresco en la vieja Universidad Central.

Con ocasión de la exhumación de sus restos el siglo pasado, la Reina Doña Isabel, costeó la talla de un busto que representaba a Valle y que fué obsequiado a la Real Academia de Medicina. Ha desaparecido y por más que hemos buscado no hemos podido dar con él. En la Real Academia de Medicina donde podría haberse hallado no está.

Probablemente se encuentra en algún desconocido rincón después de los traslados que ha sufrido la Academia, pero en la calle de Arrieta no aparece por ningún sitio ni nadie me ha dado razón de dónde pueda estar. No han visto nunca el busto de Valles.

No vamos aquí a comentar la obra ingente de Valles que nos llevaría muchas horas. Sólo diremos que DESCARTES debió conocer esa obra y que seguramente se basó en ella según opinan sesudos autores para escribir su «Discurso del Método».

La exhumación de los restos de Valles

Entramos en el final de esta exposición , que no es más que un extracto de la obra más voluminosa que acabo de terminar sobre la vida y la obra del Divino Valles.

Durante una de las reformas que tuvieron lugar en la Capilla de San Ildefonso, la lápida olvidada de la tumba de Francisco Valles fué señalada por personas que conociendo el valor de aquella zona que iba a ser prácticamente desmantelada en el proceso de las obras, lo puso en conocimiento del Alcalde de Alcalá de Henares. Hombre éste amante de la cultura puso en marcha inmediatamente el mecanismo salvador de los restos del Dr. Valles.

Se daba la curiosa coincidencia de que el Alcalde era por entonces el propietario de la finca fundada por Valles con el nombre de Serafín en su Mayorazgo.

Intervinieron la Junta de Sanidad, la Real Academia de Medicina y resultado de estas intervenciones que aquí vamos a omitir para no alargarnos demasiado, fué que el 20 de septiembre de 1863 se colocó solemnemente una lapida conmemorativa en la casa que habitó el Dr. Valles en la calle de Santiago y que por entonces era propiedad del Sr. Guillén. Se eligió el 20 de septiembre por ser el aniversario de la fecha del fallecimiento del Protomédico de Felipe II.

A las 9 de la mañana se reunían frente a la Casa que habitó el Dr. Valles, la Comisión académica compuesta por los Doctores Méndez Alvaro, Tomás Santero, Vicente Asuero, Mariano Benavente, Manuel Ríos, Sandalio de Paredo, Ramón Félix Capdevila, Ramón Llorente y el Secretario Matías Nieto Serrano.

Les acompañaron Comisiones de la Facultad de Medicina de Madrid de la de la Real Cámara, del Cuerpo de Sanidad Militar, de las Academias de la Historia, de Ciencias y Bellas Artes de San Fernando, Académicos, Directores de periódicos médicos, Profesores de Ciencias Médicas y otras muchas personalidades.

Habían sido recibidos por el Ayuntamiento en pleno y el propietario por entonces de la casa de la calle de Santiago, D.Manuel Guillén. Se descubrió la lápida y se leyeron discursos alusivos al hecho de que con motivo del descubrimiento de los restos del Dr. Valles en la Capilla de San Ildefonso se había decidido colocar aquella placa con- memorativa en la que fuera su casa para recordar a la posteridad la extraordinaria labor científica y docente llevada a cabo por tan insigne médico.

La lápida existe aún por fortuna y la actual Dirección del Hospital Valles ha tenido la gentileza de mostrármela y permitirme tomar unas fotografías. Con motivo de las recientes reformas fué removida de la fachada y cuidadosamente guardada para ser colocada en lugar bien visible de la entrada del edificio.

La placa dice así: «En esta casa de su propiedad vivió el insigne/ Dr. y Catedrático, médico del Rey Felipe II, D. Francisco Valles de Covarrubias, a quien sus contemporáneos llamaron el Divino y el Hipócrates español las generaciones médicas que le siguieron. LA REAL ACADEMIA DE MEDICINA. Año de 1863».

No pudo asistir al acto el Presidente de la Real Academia de Medicina Marqués de San Gregorio por hallarse en aquellos momentos al cuidado de la Reina.

Fué precisamente la Reina quien había dispuesto que se esculpiese en mármol el busto del insigne médico, así como el busto de D. Pedro Castelló y Ginesta, Marqués de la Salud, primer médico que fué de cámara de S.M. y gran promotor de los intereses de la clase médica, El busto del Dr. Valles debía colocarse en el Salón de Sesiones de la Real Academia de Medicina y el del Dr. Castelló en el Salón de Actos de la Facultad de Medicina de la Universidad Central.

Se encargaron de esculpir los bustos los escultores D. Sabino Medina y Don Ponciano Ponzano.

Valles, médico humanista, había mostrado una gran independencia, unos conocimientos superiores a su tiempo, siendo uno de los sabios del siglo XVI que más había contribuido a purificar la Medicina griega de las exageraciones del galenismo y de las extravagancias de los árabes como señala textualmente el acta que se levantó en aquella ocasión.

El Marqués de San Gregorio, siendo Rector de la Universidad Central de Madrid, allá por el año de 1853, ya había hecho decorar el Paraninfo y en el friso que circuye la bóveda ordenó plasmar las imágenes de Valles y del Hidalgo de Agüero, patriarcas de la Medicina y la Cirugía españolas, junto con San Isidoro de Sevilla, Alfonso X el Sabio, el Cardenal Cisneros, Luis Vives, Melchor Cano, Covarrubias, Antonio Agustín, Arias Montano, el P, Mariana, Lope de Vega, el Brocense. Campomanes, Jorge Juan, Ruiz López, Carbonell, Cabanillas y la Plana mayor de las Ciencias y las Letras españolas desde el fin de la monarquía goda.

Se decidió trasladar los restos del Dr. Valles a otro enterramiento en la misma capilla de la Universidad de Alcalá. Esta iniciativa partió de los alcalaínos, celosos de sus glorias. La Real Academia había decidido además de la lápida de la Casa de Valles colocar otra en la capilla sobre los restos del insigne médico.

Era Alcalde de Alcalá, D. Juan Castelló. Organizó todo para que se celebrase un funeral por el alma del Dr. Valles, oficiado por los Reverendos P.P. Escolapios establecidos en aquel edificio.

Junto con otros documentos tengo en mi poder el testimonio relativo a la exhumación de los restos mortales del Dr. Valles.

Se levantó la losa del Panteón, previa la licencia eclesiástica, se exhumaron los restos mortales del Dr. Valles a fín de trasladarlos a la parte habilitada de la Iglesia a un lugar más apropiado.

El día 30 de mayo de 1862, a las cuatro de la tarde tuvo lugar la ceremonia ante el nuevo Alcalde D. Francisco Palou, el cura párroco de Santa María la Mayor, D. Francisco Martínez Escudero como representante del Vicario General del Arzobispado, el Rev. P. Cayetano Bellan de los Agustinos Rector del Colegio de los P.P. Escolapios de Alcalá y otros muchos médicos, profesores, y autoridades venidos de Madrid, que omito aquí para no fatigarles.

El Alcalde ordenó se procediese al levantamiento de la citada losa que mostraba el escudo de la familia Valles. Intervinieron en este trabajo los albañiles Francisco Santos y Tomás Fernández. A 209 mm de profundidad se encontraron huesos de niños de corta edad y a 1.279 mm se notaron vestigios de un ataúd en las paredes de la fosa.

Se descubrió poco después el esqueleto de un hombre adulto colocada su cabeza en dirección Norte-Oeste y los pies Sur-Este.

Se procedió a la extracción de dicho esqueleto y se notó que le faltaban algunos de los huesos, hallándose reducidos a polvo también algunos de los largos, lo que indicaba que el cadáver hacia ya mucho tiempo que había sido enterrado. El cráneo, la columna vertebral, sacro, fémures y ambos peronés se encontraban en regular estado de conservación, así como también la mayor parte de las costillas verdaderas y algunos de los huesos largos de las otras dos extremidades y muchos de los cortos pertenecientes a las mismas.

Lo que el acta no menciona y que el Dr. Andrés del Busto reseñó en la Prensa de entonces es que al extraer los huesos de su tumba «se separó del cráneo el occipital, se dividió el fémur izquierdo y se redujeron a polvo algunos huesos cortos».

La tradición oral transmitida por los testigos presenciales de aquel acto en Alcalá nos ha proporcionado otro dato y es que los huesos eran de un individuo de gran estatura.

No he podido todavía hallar la réplica hecha por el Dr. Velasco y que debió llevar consigo al Museo Anatómico de la Facultad de Medicina. El Dr. Velasco no hizo la réplica de los huesos del Dr. Velasco el día 30 de mayo de 1862, cuando fueron exhumados/sino el 19 de diciembre de 1862 cuando fueron nuevamente inhumados ante representantes de la Academia de Medicina y autoridades.

Gutiérrez Moral (1958) señala que en una de las salas del Museo Antropológico de Madrid se conservaba el cráneo (la réplica) del Dr. Valles y según la opinión del Dr. Pulido «era de los menos capaces de cuantos constituyen la colección».

Y en el grabado que existe del Dr. Valles, efectivamente se puede apreciar el realismo con el que se ha reproducido este detalle-. Efectivamente, la cabeza es pequeña, desproporcionada con el tamaño del cuerpo y ya sabemos cómo la tradición alcalaína dice que los huesos eran de un hombre de gran estatura.

Esto parece demostrar que el tamaño de la cabeza no tiene que ver tanto con la inteligencia. Cuvier el famoso naturalista era ligeramente hidrocéfalo y cabezón y era muy inteligente.

Yo he tenido en mis manos el cráneo del filósofo DESCARTES, autor del «Discurso del Método» en el Musée de L’homme de París y no es ni grande, ni pequeño,y el de Valles era más bien pequeño y su obra fué sin embargo ingente.

Son las conexiones de las células cerebrales las que cuentan y no el peso ni el volumen. Una vez extraídos y «asegurados de la identidad de los restos del Dr. Valles», el Alcalde ordenó que fuesen colocados en una caja de plomo. Esta operación fué practicada por los Profesores de Medicina y Cirugía, Señores Pereda, Villarroel, Tarín y Las Heras. sobre la caja se puso una inscripción con letras doradas que decía:

«Restos del Dr. Valles exhumados en 1862»

Seguidamente fueron conducidos los restos a una habitación alta del edificio de la Universidad donde terminó la ceremonia con un responso que rezó el cura párroco. P.Matías Escudero. Se cerró la habitación. Tomó la llave el Alcalde y la entregó al Secretario del Ayuntamiento D. Benigno García Anchuelo para que la conservase en el Archivo de la Municipalidad, terminando el acto.

El 17 de diciembre de 1862 es decir seis meses y medio después, el Secretario del Ayuntamiento de Alcalá D. Benigno García Anchuelo entregó los restos del Dr. Valles que se hallaban depositados en aquella habitación de la vieja Universidad al Dr. Gabriel López de Pereda, Subdelegado de Medicina de Alcalá de Henares.

Dos días después, el 19 de diciembre, tuvieron lugar las exequias de Francisco Valles. Ya se había elegido y señalado el sitio donde se iban a colocar en la misma Iglesia de la antigua Universidad.

Estuvieron presentes en el acto numerosas personalidades de la Medicina, de la Academia, de Sanidad Militar, del Ayuntamiento.

Entre los médicos famosos de la época estuvieron Drumen, Castelló, Alonso y Rubio, Llorente, Santero, Fourquet, Méndez Alvaro y el Dr. Pedro González de Velasco creador de la Antropología en España.

Entre los Médicos y farmacéuticos de Alcalá asistieron al acto D. Gabriel López Pereda, D. Juan Urrutia, D. Antonio Villarroel, D. Raimundo de las Heras, D. Manuel Terán, D. Jerónimo García, D. Juan Bautista Sánchez Ocaña y otros.

Los restos del Dr. Valles habían estado guardados en la habitación de la Universidad de Alcalá como dijimos desde el 30 de mayo (en el salón llamado de recibo) hasta aquel 17 de diciembre de 1862 es decir 201 días.

Y tuvo lugar una notable circunstancia. El Dr. Pedro González de Velasco, cuya biografía he terminado también recientemente, curiosísimo y notable personaje de leyenda, creador del Museo Antropológico de Madrid, modeló el cráneo y un fémur del Dr. Valles «con destino a la misma Facultad de Medicina».

Los restos de Valles fueron colocados después en la caja de plomo, que se soldó, ante el escribano D. Gregorio Azaña que leyó las diligencias practicadas para la exhumación de los citados restos.

Se leyeron los discursos de rigor y se llevaron los restos procesionalmente al lugar de la Iglesia destinado a guardarlos que fué la rotonda donde está colocada la lápida dedicada a Valles por la Academia.

Cerróse la urna con tres llaves, una de las cuales fué entregada al Dr. Drumen, otra a Castelló y otra al Secretario García Anchuelo, esta última para guardarla en el Archivo Municipal.

Yo he tenido en mis manos y fotografiado la que se entregó al Dr. Drumen.

La urna de plomo con los restos fue colocada en el depósito que le estaba destinado y preparado detrás de la lápida fija en la pared que cierra lo que era puerta de su anterior capilla.

Y la lápida ¿qué dice?

D.O.M.

«Francisco Vallessio Philippi II Hispaniarum et Indiarum Regis Catholici dignissimo protomedico, philosophis in Academia Complutensis parenti magne virtutis in Hesperia magistro clarissimo et optimo.

In Phisicis primo, nulli virtuti secundus, in medicis certum est non habuisse parem, et tamen hic magnus toto Vallesius orbe en perit et pareo clauditur in tumulo. Aest animo aetereas habitat novus incola sedes nimirum has sedes qui bone vixit habet.»

«AL DIOS MAS BUENO Y GRANDE. A Francisco Valles dignísimo Protomédico de Felipe II, Rey Católico de las Españas y de las Indias, filósofo de la Academia Complutense.

Gran Padre y Maestro de virtudes en España, varón esclarecido y bondadosísimo, el primero en Ciencias Físicas, no aventajado por nadie en virtud, médico acertadísimo y sin igual, y sin embargo este gran Valles, tan grande en el mundo, encerrado está en este pequeño túmulo. Mas su alma subió a habitar las mansiones eternas y allí está gozando porque vivió bien».

Los gastos de Iglesia y misa ascendieron a 7 duros y otros 3 duros por los músicos que cantaron que eran de la villa de Alcalá. Así consta en otro documento de este expediente encontrado por nosotros.

Durante el banquete que tuvo lugar después del solemne acto, el Dr. del Busto propuso erigir un monumento público por suscripción de la clase médica o nacional, dedicado a Valles y colocarlo en una plaza o sitio principal de Madrid, pero quedó sólo en proyecto.

También se propuso la creación de un premio anual que llevase el nombre de Francisco Valles pero tampoco cuajó la idea.

Se propuso también solicitar del Ayuntamiento de Madrid que se diese el nombre del gran médico a una calle y esto sí se cumplió.

Hoy en Madrid hay un calle llamada «Divino Valles», en el Barrio de las Delicias, perpendicular al Paseo de ese nombre, cercana al antiguo Hospital General. El Dr. Francisco Valles no ha sido olvidado.

Alcalá de Henares tiene como timbre de gloria conservar sus restos.

Fué Valles gran filósofo, gran teólogo y gran médico.

Supo armonizar las teorías y doctrinas peripatéticas con la filosofía cristiana Sus profundos estudios sobre el problema del conocimiento humano y la comunicación del alma con los objetos externos son sus temas favoritos, e insistió en la importante distinción que hay entre el orden sensible y el orden intelectual.

«En todas las situaciones de su vida, lo mismo en la cámara del Rey que junto al lecho del pobre jornalero, así en la Cátedra como en el hogar doméstico, se mantuvo siempre a un mismo nivel, sin conocer la alteración ni la envidia, dando siempre pruebas de su modestia y de su desinterés. Con frecuencia rechazó los elogios que le tributaban.

Su forma de hablar al decir de quienes le conocieron y trataron fué siempre de la mayor humildad y moderación» así dicen de él algunos biógrafos como el Dr. del Busto.

Hay algo de verdad en ello, pero no toda la verdad. El Dr. Del Busto en «La España Médica», dice que «supo valiente y audaz proclamar la independencia del pensamiento con su conducta concienciosa y digna, respetando de lo antiguo lo razonable y protestando con la mayor firmeza y hasta con gracioso decir los errores de su tiempo y las preocupaciones encarnadas todavía en algunas de las celebridades de su siglo».

Los conocimientos en materia de Higiene vertidos en sus obras, causaron la admiración de los grandes cerebros de su tiempo.

Su insistencia en el estudio de las Ciencias Físicas y Naturales para la buena la Medicina y su dominio del griego y el latín le permitieron escribir su obra monumental.

Su libro «De las epidemias» era tan leído en su tiempo que todo médico lo tenía su Biblioteca. Valles en todo terreno está a la altura de un Sydenham, de Baglivio o de Baillou. Toda su obra es leída por los más grandes médicos de su tiempo.

En su «Methodus Medendi» en el que se recomienda el libre examen y la independencia de pensamiento, después de establecer las reglas para el tratamiento de las enfermedades propone como regla el apartarse de ellas en ciertos casos para seguir las que en circunstancias especiales dicte a cada cual su propio juicio.

En su obra hay infinidad de opiniones que hoy se tienen por nuevas. HALLER y todos los grandes médicos de su tiempo recomendaban el incesante y minucioso estudio de los libros de Valles. Es increíble la cantidad de ediciones que sus obras tuvieron en toda Europa.

Pero el tiempo, inexorable, nos exige dar término a esta exposición sobre una de las glorias de la España del s. XVI y para ello nada mejor que hacerlo con una frase del propio Francisco Valles, una de sus sugerencias a los médicos:

«El médico, además de Medicina debe saber ecléctica o Filosofía moral para poder dar ejemplo con los consejos y con las obras y para que el médico se desprenda de todas las pasiones y pueda mirarse como un dechado de probidad, pues cualquier vicio de un médico se propaga en un instante en perjuicio de los demás y de él mismo».

Así dice en su «Sacra Philosophia» y esto revela en él la faceta quizás más saliente, la de médico humanista.

Como dice HORACIO: «La ciencia engendra la virtud».

 Biografía escrita por Dr. D. José Manuel Reverte 

«EL DIVINO» VALLES DA NOMBRE AL HOSPITAL PROVINCIAL DE BURGOS

4 Respuestas a “FRANCISCO VALLES -El Divino Valles- -Protomédico de los reinos de Castilla-

  1. Diana Valles Hedin

    Con todo el respeto, agradezco a la persona o personas que pusieron en la web, la informacion de mi antepasado Francisco Valles. No puedo expresar con que alegria y emocion he leido toda la historia y anecdotas incluidas en este escrito. Gracias de todo corazon.
    Yo vivo en el estado de Oregon en los EEUU. Tengo un gran interes de visitar Covarrubias y ver por mi misma los sitios en donde Francisco Valles estudio y vivio.

    • Son muchos los datos de los padres y abuelos de Francisco Valles, los doctores Lemos, León; su madre, Branca, y otros médicos que ejercieron en villas cercanas a Covarrubias.

  2. Magnífico artículo. Pone de relieve muchos hechos reveladores de lo que pudo haber sido nuestro Siglo de Oro (aún mucho más brillante de lo que fue), de no ser por la permanente coacción inquisitorial y la complicidad con ella de tantos elementos de la sociedad española de aquel tiempo.
    Como curiosidad, cabe añadir que en un edificio de la madrileña calle del Divino Vallés se alojan actualmente varias logias masónicas. No me parece que sea una incongruencia, sino todo lo contrario.

  3. José Antonio Varona Lucio

    El estupendo artículo sobre la biografía de nuestro ilustre paisano
    me ha encantado. Hay, sin embargo, una espina que me gustaría colaborar para arrancarla definitivamente. Y es que, desde el principio de la construcción del nuevo hospital, por parte de las autoridades, hasta en los carteles indicadores escribían Vallés, o,sea, con tilde en la «e». Hoy todavía, aunque lo han corregido, se oye a mucha gente mencionarlo con acento en la «e», tanto en Burgos capital como en la provincia. A ver si entre todos ponemos un poco de interés y corregimos el gazapo. Don Franciso VALLES se lo merece.

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