HISTORIA DEL BARRIO DE GAMONAL -Llamado inicialmente de Río Pico- -Desde sus orígenes hasta 1939-

Al ser GAMONAL un barrio que recibió  la emigración de los 60, y por lo tanto muchos de sus habitantes lo son de primera generación[1], el conocer la historia de este barrio -pueblo con municipio propio hasta 1955- puede aportar cierto grado de identidad y de cohesión cívica, máxime cuando en esta parte de Burgos no abundan los lugares públicos o las referencias simbólicas, y no es muy vigoroso el asociacionismo. Los vestigios históricos, además, se hallan en claro proceso de erosión o desaparición como consecuencia del drástico cambio urbanístico de las últimas décadas y las viejas costumbres comunitarias (fiesta de las Candelas, San Antón, etc.) perviven, pero más bien como reliquias que van cambiando su sentido original conforme varía el carácter y la composición social del vecindario.  Sirva de ejemplo simbólico la pérdida de significación del propio topónimo, Gamonal de Río Pico, pues ni éste riachuelo -que antiguamente desaguaba en el Vena- discurre ya por el término ni, por consiguiente, hay en él gamones o asfódelos (símbolo fúnebre, por cierto, para los antiguos).

 Por lo demás, no se podrá conocer la historia de la ciudad de Burgos -ni, por tanto, la de su provincia- sin comprender esta de Gamonal. Si la «Caput Castellae» ha dejado de ser la recogida ciudad levítica y castrense que era hasta muy avanzado el siglo XX, para convertirse en una urbe más amplia y moderna, ello tiene que ver en gran medida con las transformaciones habidas en Gamonal desde mediados del citado siglo. La inversa es igualmente cierta, con más razón:, desde sus mismos orígenes, relacionaremos la historia de Gamonal con la de Burgos, a la que va estrechamente unida.

Pretendemos  en este trabajo sintetizar las aportaciones bibliográficas -que no son muy abundantes- con pequeñas investigaciones propias en archivos. El Municipal de Burgos guarda los documentos que había en el ayuntamiento de Gamonal cuando éste fue anexionado a Burgos, el 1 de enero de 1955, pero  son escasos e incompletos: el libro de actas municipales, por ejemplo, tiene lagunas de años enteros y ni siquiera se conserva -si es que existía- un inventario del patrimonio municipal. (Al parecer, parte de esa documentación administrativa fue destruida deliberada e interesadamente[2]. Los documentos de la parroquia de la Antigua se hallan en el Archivo Diocesano; y, aunque tampoco son muchos, algunos abarcan amplios periodos históricos, siendo los más antiguos del siglo XVII.

Pero para el conocimiento del pasado de este barrio, además de los documentos escritos, se dispone de:

* Vestigios históricos: lo más importante es el núcleo del antiguo pueblo de Gamonal, frontero a los dos edificios más emblemáticos: el ayuntamiento, actual sede de la policía local, y la iglesia parroquial , Santa María la Real y Antigua. El crucero gótico, cuyo emplazamiento original quedaba más al Norte, señala desde hace siglos la confluencia de varios caminos: las carreteras de Poza y de Vitoria -esta comunicando el pueblo con Burgos, de cuyo centro distaba «algo más de media legua»-; los caminos de Gamonal a Capiscol, a Villatoro (pasando por Casa de la Vega), a Villayuda-la Ventilla y a Orbaneja de Río Pico. Por su trazado más rectilíneo, este sería el más frecuentado por los peregrinos que, provenientes de San Juan de Ortega, hacían el camino de Santiago en otras épocas[3].

Otras reliquias: ciertos tramos del Camino Jacobeo y restos de antiguos hospitales de peregrinos en Capiscol y Castañares; la fuente de 1929 frente al antiguo Ayuntamiento; la casa de la Vega (si bien se hallaba fuera del término municipal, pertenecía a la parroquia); algunos árboles que testimonian el trazado de caminos ya desaparecidos, el cauce molinar[4], etc.

* La toponimia: la calles de las Eras, Escuelas, Lavaderos, Cascajera, Molino Salinas etc.. Nos indican algunos espacios públicos con sus antiguos usos.

* Las costumbres: fiestas de las Candelas y de San Antón, las peñas y cofradías.

* Material gráfico: por suerte se conservan abundantes fotografías, tanto en archivos como de particulares.

* La memoria del vecindario.

Una última aclaración previa: En esta reseña histórica de Gamonal no parece razonable remontarse más allá del siglo X de nuestra era, época de sus primeras referencias documentales. Ello no quiere decir que en el futuro no puedan aparecer restos de asentamientos anteriores. El casco histórico de Burgos se halla en constante revisión histórica a la luz de los hallazgos arqueológicos que vienen apareciendo en los últimos años en el cerro de La Blanca y en otros puntos de la ciudad; lo mismo podría pasar aquí. Hagamos solo unos mínimos apuntes: a ceremonias popular-religiosas como el reparto comunitario de comida (San Antón) o la festividad de las Candelas no sería difícil encontrarles parentescos paganos, romanos concretamente en el caso de estas, lo mismo que al crucero, originalmente situado en un cruce de caminos, alguno  de ellos romano. (vía Aquitana) .

I.- GAMONAL EN EL ANTIGUO RÉGIMEN

Gamonal tiene su origen como lugar de repoblación en la plena Edad Media. Consta su existencia ya en el siglo X como pequeña aldea en torno a una iglesia, Santa María del Campo de Gamonal o Gamonar[5]. La referencia documental más antigua que existe del pueblo data de 935 y por esas fechas existían también casi todos los núcleos circundantes: Rubena, Villafría, Castañares, Villayuda, etc[6].

Desde sus orígenes, el destino de Gamonal va íntimamente unido al de la ciudad de Burgos, en tanto que aldea o lugar integrante del amplio alfoz burgalés que, como tal, existe desde mediados del siglo X . A pesar de su relativa lejanía al centro de la ciudad, esto es, al castillo, no es difícil imaginársela como un reducido grupo de pequeños campesinos agricultores y ganaderos, similar a los que había en las inmediaciones de la fortaleza erigida por el conde Porcelos: San Zadornil, la Rebolleda, San Esteban, etc. En esta época –pleno siglo X- es cuando el conde Fernán González  constituye una “Castilla nuclear” como condado independiente del reino de León, primer paso hacia una hegemonía política entre los reinos cristianos que se logrará un siglo más tarde. Dentro de esa naciente entidad política, que va a tener un papel muy destacado en los dos siglos clave de la Reconquista –de mediados del XI a mediados del XIII-, Burgos será la capital, sede o residencia central de los condes de Castilla.

 Como es sabido, el proceso que comúnmente se denomina “Reconquista” es algo muy complejo, pero, en esta fase, puede resumirse en dos o tres desarrollos básicos: de un lado, la roturación y habilitación del terruño para su explotación mixta agropecuaria, inicialmente bajo el sistema de pequeña propiedad familiar; de otro, la articulación eficaz de la defensa del territorio, dado que la cuenca del Arlanza y sus afluentes directos e indirectos (Arlanzón, Urbel, Ubierna, Vena, etc) se hallaba en el inmediato punto de mira para las razzias musulmanas que, provenientes del valle del Ebro, penetraban periódicamente en la meseta por el desfiladero de Pancorbo  y seguían luego, más o menos, el trazado de la vieja vía Aquitana. El castillo de Burgos defiende este hinterland castellano desde su posición estratégica y por ello es muy verosímil la hipótesis que defiende el profesor Gonzalo Martínez desde hace algunos años acerca del origen toponímico de la ciudad,  según la cual sería el vocablo árabe borj o bordj, esto es, castillo, alcázar o recinto fortificado, bien entendido que la palabra iría en plural, pues estaríamos hablando de dos torres o castillos: uno situado en el cerro de la Blanca y otro en el de San Miguel, en una cota algo superior[7].

  Finalmente, en el plano ideológico, durante la plena Edad Media se implanta con firmeza el sistema de creencias y prácticas sociales asociadas a la iglesia cristiana, lo que aporta la necesaria cohesión cultural al conjunto.

La estructuración política debió ser fuerte y eficaz desde el principio, pues estaba en juego la mera supervivencia. Y no solo en el aspecto defensivo, al que hemos aludido, sino por la necesidad de cooperación en las obras públicas imprescindibles: erección de la empalizada de la fortaleza, mantenimiento de caminos, etc. En este sentido, debieron requerir esfuerzos especiales durante siglos las labores de encauzamiento y drenaje de las zonas palustres que abarcaban amplios espacios de suelo arcilloso, poco permeable, en las vegas del Arlanzón, Pico Y Vena.[8]

Aunque es clásica la visión tripartita de la sociedad feudal (militantes=nobleza guerrera; laborantes=campesinos labradores y orantes=clero), ello no responde, en su simplicidad, más que a  una fase plena de su desarrollo; para épocas primitivas –siglo X, principios del siglo XI- cabe pensar mejor en una formación social de transición, en la que las funciones no estarían tan compartimentadas y en la que, en principio, no se habrían tejido aún los lazos de sumisión y dependencia típicos del feudalismo, puesto que la masa de campesinos, por lo general, la constituirían hombres libres que, en caso de necesidad, también podían ejercer la función militar en defensa de su territorio.  Es más: precisamente esa condición de relativa libertad y autonomía, así como la disponibilidad de tierras a ocupar mediante el sistema de presura, son los factores de atracción para que acudan a las zonas llanas de Castilla los excedentes de población de las montañas. (Sistemas Central[9], Ibérico, Cantábrico).

En todo caso, el hecho mismo de que existiera desde épocas originales una iglesia en Gamonal –que después sería ampliada y reconstruida- indicaría la existencia de un núcleo de campesinos arraigados en el lugar, con los suficientes excedentes como para mantenerla y con capacidad para colaborar con los condes burgaleses en la defensa cada vez que asomaba una razzia musulmana bajando desde la Brújula hacia Villímar. Como vamos a ver, los primeros siglos de existencia de Gamonal discurren en un momento muy decisivo de la historia de Castilla.

En el siglo XI, sobre todo durante los reinados de Fernando I y Alfonso VI (en conjunto, 1035-1109), Castilla alcanza  la supremacía tanto sobre los demás reinos cristianos como sobre los reinos de taifas musulmanes, cosa que evidencian, entre otras cosas,  su constitución como reino, el cobro de parias a los reinos de taifas, la repoblación de Sepúlveda  (que ya había intentado Fernán González, sin éxito) y, sobre todo, la toma de Toledo en 1085. Todo ello exigió el freno y sometimiento de los demás reinos, en especial de los contiguos: León y Navarra. Gamonal, por su situación estratégica junto a Burgos, se vio muy próxima a un conflicto relacionado con esas querellas entre reyes hermanos que se disputan áreas de influencia; nos referimos a la batalla de Atapuerca (1054), en la que Fernando I, primer rey castellano, vence a su hermano García de Nájera  y recupera tierras cántabras y burgalesas que su padre Sancho “el Mayor” había adjudicado arbitrariamente en su testamento (como corresponde a un rey feudal, que además fue el primero en titularse “por la Gracia de Dios”) a García, rey de Navarra y a Ramiro, rey de Aragón. En lo sucesivo, Navarra dejó de ser una gran potencia, cerrada como quedó en su expansión territorial hacia el sur, y Fernando consiguió anexionarse el reino de León. (De ahí que adoptara el título de “Imperator”, también “por la Gracia de Dios”).

Tras la toma de Toledo, la reacción almorávide (batalla de Sagrajas de 1086) frenó la expansión castellana durante unos sesenta años, pero estos fueron aprovechados para consolidar el reino desde todos los puntos de vista. Por ejemplo, en el ámbito eclesiástico, cosa que tuvo que ver con el pueblo de Gamonal. Es muy conocido el inicio del documento de la donación que en 1074 las infantas Urraca y Elvira, hermanas de Alfonso VI -a las que Sancho “el Mayor” legó la potestad de fundar monasterios en sus reinos-, hacen a Don Simón (o Jimeno), obispo de Oca, del lugar de Gamonal  con el fin de que allí construya una sede episcopal  (“ut aedificetur ecclesia episcopalis cathedrae”),  ya que el obispado de Oca  había sido destruido por los sarracenos en una  razzia[10]. La donación va acompañada de algunos otros lugares que servirían al mantenimiento de la sede. La escasa documentación de esta época hace difícil concebir del todo el alcance de este hecho, que tuvo como consecuencia la estancia en Gamonal de un clérigo-obispo por lo menos durante un año, junto con algunos monjes.

Intentaremos arrojar alguna luz sobre estos hechos. A lo largo de los reinados de Sancho “el Mayor”, Sancho II e inicios de Alfonso VI había varias sedes episcopales en Castilla: Valpuesta, Oca, Burgos y Sasamón, sin que ello quiera decir que hubiera otros tantos obispos, pues, al parecer, Munio (o Muño), prelado de Valpuesta entre 1067 y 1087, podría ser el mismo que ocupó la sede de Sasamón en esos años. El Simón que recibe la donación de las infantas Elvira y Urraca, según algunos, podría ser a la vez obispo de Oca y de Burgos, mientras que para otros autores se trataría de dos personas distintas, Simón (o Simeón, o Jimeno)  I y II. El hecho de que no tuviera una iglesia con residencia episcopal fija no era de extrañar, puesto que los dos obispos anteriores de Burgos, Julián y Gómez, habían regido la diócesis desde el monasterio de San Pedro de Cardeña, del que eran abades. Según Gonzalo Martínez, “la donación no es un traslado del obispo de Oca a Gamonal, sino más bien el intento de dotar al obispo de Burgos, asentado en torno a esta ciudad desde hace más de cincuenta años, de una sede digna en las inmediaciones de la ciudad”[11]. Pero el mismo Alfonso VI que asintió al deseo de sus hermanas cambió, al parecer, de opinión respecto de la ubicación del obispado y decidió su traslado de Gamonal a Burgos al año siguiente, si bien el cambio no se llevó a efecto hasta varios años después, en 1081, cuando el rey puso a disposición del obispo el palacio real que había pertenecido a Fernando I, junto con la anexa iglesia de Santa María.

Dada la importancia que en ese momento había adquirido la Caput Castellae, que ya podía considerarse también camera regia –una vez que Fernando I contruye aquí su palacio- , no parece verosímil la hipótesis de que hubiera podido consolidarse la sede episcopal en una aldea diminuta, por muy próxima que se hallara a la ciudad.

En cualquier caso, se pueden deducir varias cosas importantes de este hecho: por lo que se refiere al reino de Castilla, la voluntad de unificar las sedes episcopales en una sola (pues la sede de Sasamón-Valpuesta se incorpora a Burgos a la muerte de Muño) y de localizar esta en un sitio más digno y central, una vez que el territorio cristiano iba avanzando hacia el valle del Tajo. Para Gamonal puede decirse que su efímera condición de sede episcopal fue una anécdota, pero tuvo consecuencias importantes, pues, por un lado, indujo a construir –o acabar de construir- una iglesia románica (que consagró el citado obispo Simón en 1078),  y por otra parte, ocasionó que el lugar tuviera una fuerte dependencia eclesiástica desde el principio. De la primitiva iglesia románica –que quizá sustituyó a otra aún anterior-, al parecer, solo queda un capitel que está como relleno de la bóveda, en el que pueden distinguirse dos figuras humanas sobre sendas caballerías[12].

Los reinados de Sancho “el Mayor” y Alfonso VI, de quien es contemporáneo el Cid, como se sabe, significaron también la apertura de los reinos cristianos a corrientes europeas de todo tipo; el comercio, las nuevas pautas religiosas (orden de Cluny, ritual romano, camino de Santiago, escritura carolingia), los mercenarios extranjeros (al fin y al cabo, se empieza a ver la Reconquista como una Cruzada que puede deparar beneficios materiales y espirituales), el arte (románico), todo ello establece un fuerte vínculo de los reinos hispánicos con la coiné cristiana europea occidental. Ello repercutió en Gamonal, como lugar de paso que era en el camino de Santiago, vector a su vez de muchos de esos flujos, que fueron acrecentándose como refleja el hecho del crecimiento demográfico de pueblos y ciudades, así como la aparición de nuevos núcleos de población: Jaca, Estella, Logroño, Carrión de los Condes, etc. El tipo de gentes que pasan o se asientan en las inmediaciones de esta vía era de lo más heterogéneo: “ayuntáronse de todas las partes del universo burgueses de muchos e diversos oficios –escibe un monje de Sahagún-, combiene a saber, herreros, carpinteros, sastres, pelliteros, zapateros, escutarios e omes enseñados en muchas e  diversas artes e oficios; e otrosí personas de diversas e extrañas provincias e reinos, combiene a saber, gascones, bretones, alemanes, ingleses, borgoñones, normandos, tolosanos, provenzales, lombardos e otros muchos negociadores de diversas naciones e estrañas lenguas”[13].

Las vías jacobeas refuerzan en Gamonal  un carácter itinerante ya muy marcado desde sus orígenes. Hemos hecho alusión a que en las inmediaciones del templo y desde tiempo inmemorial concurrían no menos de siete itinerarios, los cuales comunicaban el pueblo con Burgos[14], la Casa de la Vega y Villatoro, Villímar, Villafría, Orbaneja de Río Pico, la Ventilla y Capiscol. No olvidemos tampoco las cañadas y otras vías pecuarias, tan importantes en el Antiguo Régimen, lo mismo que las rutas de los carreteros que bajaban de los pueblos de la Sierra.

Este fue un atrayente lugar de paso para los peregrinos del camino de Santiago, que se consolidó como vía de comunicación, mercantil y de penetración cultural y artística, como hemos dicho,  durante el reinado de Alfonso VI. En esta aldea o en sus inmediaciones, antes de entrar en Burgos, convergían varios caminos jacobeos, que de aquí en adelante se unificaban. Según Braulio Valdivielso, que sintetiza los datos de cronistas e historiadores anteriores, los itinerarios de los peregrinos eran varios, pues «las sendas eran indefinidas y los caminos inciertos»; pero desde la segunda mitad del siglo XI destacan dos vías principales: el » camino francés » y el de la sierra de Atapuerca. El primero comunicaba la zona de Los Montes de Oca (Villafranca) con Villayuda y Capiscol por Ibeas y Castañares, siguiendo en su último tramo el curso del Arlanzón, al sur de la actual carretera N-120. Pero antes de entrar en Burgos los caminantes dejaban esta ruta para visitar la Virgen de la Antigua pues, como señala  L. Huidobro, » este camino estaba unido con por una amplia vía que aprovechaban los peregrinos para visitar el santuario antes de llegar a Burgos, siguiendo costumbre bien conocida de llegarse a los inmediatos cuando son célebres «[15].

En el tránsito de Gamonal a Burgos, por un camino que en algún momento (y no sabemos por qué razón) pasó a denominarse “de la Plata”, fue muy importante la labor del monje San Lesmes (o Adelmus), quien organizó las obras de desecación de charcas y canalización de esguevas que había entre Gamonal y la ciudad, permitiendo el acceso caminero a esta por la huerta y monasterio de San Juan y la puerta del mismo nombre. De nuevo hemos de precisar la coincidencia cronológica de este monje, introductor de Cluny en Castilla, con el reinado de Alfonso VI, lo que evidencia la importancia clave de este reinado.

El otro camino jacobeo iría desde Villafranca hasta las inmediaciones de Gamonal pasando por San Juan de Ortega, Agés y Atapuerca, salvando la Sierra y continuando por los términos municipales de Cardeñuela, Orbaneja y Villafría (sin pasar por los propios pueblos) , aproximándose a Gamonal por el monte de la Ciudad -del que aún quedan restos en torno a la carretera N-1, a la altura del aeródromo- para ir a parar a Villayuda o al propio Gamonal por un camino –el de Gamonal a Orbaneja- del que quedan tramos entre la zona del silo, el límite sur de Pentasa y las vías del tren.

Gonzalo Martínez añade algunas precisiones a los trazados descritos por Valdivielso (al que, sin embargo, no cita) e insiste en que el actual camino oficial jacobeo –recomendado por la Asociación de Amigos del Camino y por las guías turísticas y que atraviesa los pueblos citados en el párrafo anterior- no tiene precedente histórico alguno, pues las referencias documentales y el propio testimonio de los lugareños apuntan a un trazado mucho más rectilíneo al norte de Villalval, Cardeñuela y Orbaneja, y al sur de Villafría, sin pasar por los propios pueblos. Este ilustre medievalista se pregunta «cuándo, cómo y por quién » se ha establecido ese camino como » auténtico «[16].

Nos permitimos sugerir algunas explicaciones a ese respecto: a principios del siglo XX, la implantación de los campos de aviación de Gamonal y Villafría y, ya en los años sesenta y setenta, el polígono industrial, así como la gran zona militar en torno a Castillo del Val (que, entre otros lugares, abarca la mayor parte de la sierra de Atapuerca) alteró mucho el paisaje y la funcionalidad de los territorios situados al este de Gamonal, entre las carreteras de Logroño y Vitoria, por un lado, y la Sierra de Atapuerca, por otro. Entre otras cosas, ello obligaría a desviar los itinerarios jacobeos tradicionales en esa zona. Por otro lado, tampoco ha sido grande el respeto que se ha tenido a los caminos rurales y vías pecuarias -a veces roturados o invadidos por edificaciones-, ni la vigilancia de las administraciones sobre los dominios públicos. Como el Camino de Santiago quedó olvidado durante algunas épocas contemporáneas y sólo en los últimos lustros se ha vuelto a recorrer, en algunos puntos habrá sido difícil o imposible identificar y recuperar su trazado original.

En todo caso, al caminante medieval le hacía la siguiente indicación el Códice Calixtino (siglo XII): «… pasados los Montes de Oca, en dirección a Burgos continúa el territorio español con Castilla y Campos. Es una tierra llena de tesoros, de oro, plata, rica en paños y vigorosos caballos, abundante en pan, vino, carne, pescado, leche y miel. Sin embargo, carece de arbolado y está llena de hombre malos y viciosos»[17].

El flujo de peregrinos y el culto mariano dieron lugar a la aparición de diversas cofradías en Gamonal, como  la de los Caballeros Mercaderes de Santa María la Real de Gamonal, a fines del siglo XIII, que promovió la construcción de la iglesia gótica en el emplazamiento de la anterior románica, (de la cual, al parecer, no quedan restos). Los socios de esta cofradía pertenecían a la burguesía mercantil de la ciudad –enriquecida con el negocio de la lana- y a la pequeña nobleza con la que se relacionaban. Según sus constituciones originales “debían correr y picar de acaballo un toro en el campo de Gamonal la víspera de Nuestra Señora de Septiembre y darle de limosna al día siguiente, lo que se conmutó en una comida de 20 pobres por las constituciones de principios del XVI”[18]. De extracción más popular fueron  las cofradías de las Animas y la de San Antonio abad o San Antón, cuyo origen se remonta a 1502, y que aún existe[19]. Esta última hermandad sustentaba un pequeño hospital, anexo a la casa de la cofradía, donde se atendía a los pobres y a los peregrinos que enfermaban o fallecían en el pueblo y sus inmediaciones.

Así mismo, en torno a la iglesia surgieron formas de religiosidad popular de marcado carácter agrícola. La principal fue una congregación de curas párrocos y pueblos de Gamonal y otros núcleos circundantes –denominada “la cuadrilla” o cofradía de Nuestra Señora la Real y Antigua–  que se ha mantenido hasta épocas históricas recientes.  Esta institución, de probable origen medieval, gozó de la más larga pervivencia histórica y revela la proyección religiosa del santuario mariano de Gamonal. En el Archivo Diocesano hay actas de esta cofradía que se remontan a principios del siglo XVII (1638), pero con referencia a épocas anteriores[20]. Reunía a los párrocos y vecinos de Gamonal y un número variable de pueblos cercanos[21], casi siempre con el motivo de hacer novenarios y  rogativas a la imagen de la Virgen, “patrona y abogada”, a la que se sacaba en procesión por los campos “a pedir por los buenos temporales cuyo beneficio habían recibido siempre que se habían acogido a su auxilio”, “por la suma falta de agua que estamos experimentando” y “por la conservación y aumento de los frutos del campo”. Estos eran los ruegos que, a instancias de algunos de los pueblos, se repetían los años en que se sacaba a la Virgen en procesión (que eran casi todos, dándose a veces el caso de haber dos rogativas en un mismo año especialmente calamitoso) .

No es descabellado relacionar esta institución con el camino de Santiago. Suponemos que el itinerario de la procesión, en la cual iban con sus cruces los “diputados seculares” que representaban a los diferentes pueblos, era el mismo o tenía escasas variaciones a lo largo de los años y de los siglos. Pues bien: cuando se registra ese itinerario (las procesiones de 1962, 1976 y 1987) se precisa que “recorrió el campo de aviación” (1962), que “hizo el mismo recorrido acampada en dirección al ferrocarril” (1976) y que fue por la calle Pedro Alfaro hasta el final de Federico García Lorca, donde se hizo “la bendición de los campos” (1987). Dejando de lado el hecho, dramático pero significativo, de que por esas fechas ya no había en la zona campo alguno que bendecir –como no fueran los de fútbol de la campa del Silo-, nos parece evidente que la procesión buscaba el trazado del antiguo camino de Gamonal a Orbaneja de Río Pico, que, como hemos apuntado, debió de ser el más usado por los caminantes que se acercaban a la ciudad viniendo de San Juan de Ortega[22].

El pueblo de Gamonal nunca fue muy grande: su término, unas doscientas cuarenta hectáreas, no daba mucho de sí, constreñido por la cercanía de otras aldeas y por la vecindad de Burgos. El suelo no era muy bueno para las faenas agrícolas y las sequías eran un peligro endémico. (De ahí que la institución más veterana del pueblo –la cofradía o cuadrilla de la Virgen de la Antigua, de origen tardomedieval- girase en torno a la petición de agua a las alturas). Por eso mismo, algunos agricultores de Gamonal debieron trabajar  tierras arrendadas en municipios circundantes, especialmente en Burgos. Capiscol, que pertenecía a Burgos en el plano administrativo[23], formaba parte de la parroquia de Gamonal y aportaba sus molinos harineros, sus tierras y sus pastos, lo mismo que Villayuda, la cual dependía del municipio de Castañares, mientras este fue independiente, y la extensa finca de Casa de la Vega.

El poblamiento fue siempre reducido. A principios del siglo XVII, cuando se constituye el llamado “censo de los catorce” (al que más adelante haremos referencia) se dice que esos vecinos son » los que hay en dicho lugar «[24] y un siglo y medio más tarde, el catastro de Ensenada registra en 31,5 vecinos, de los que tres son eclesiásticos y dos » viudas pobres «, lo cual significaría una población de algo más de cien almas[25]. Y no se pasó de los 100 vecinos, como veremos, hasta bien entrado el siglo XX. Por otra parte, debido a su carácter de núcleo itinerante en un cruce de caminos y su proximidad a una ciudad importante, Gamonal tenía con frecuencia población transeúnte: pobres, jornaleros, peregrinos, etc.

Cabe pensar que, como pequeño pueblo agrícola, la vida discurría en Gamonal a través de los siglos sin sucesos destacables, salvo la sucesión del ritmo de las estaciones con sus faenas agrícolas y los posibles «años malos» debidos a fenómenos naturales o calamidades sociales y políticas. Son escasos los acontecimientos de relieve a que se refieren las crónicas o documentos. Citemos el paso del cortejo de Carlos II en 1679, que venía afanado desde Madrid para recibir cuanto antes a María Luisa de Orleans, su primera esposa, con la que entró en contacto el 20 de noviembre en Quintanapalla, ratificando un matrimonio que se había realizado por poderes meses antes.

Esta época, la segunda mitad del siglo XVII, marca el punto crítico de la decadencia económica y política española, iniciada a finales del siglo anterior. (No así en el plano artístico y cultural, pues se trata del “Siglo de oro”). La despoblación fue general durante ese siglo; la ciudad de Burgos pasó de 3.480 vecinos en 1561 a 1.811 en 1694, quedando deshabitadas calles enteras de la propia ciudad. Las plagas y crisis alimentarias fueron recurrentes: “cónstanos –dice el libro de actas del ayuntamiento de Burgos, refiriéndose a la hambruna de 1630-32, provocada por una plaga de langostas- que en los lugares circunvecinos se mantiene la gente como brutos, de yerbas y raíces, sin más beneficio que cocerlas y aún esto sin sal, por no tener con qué comprarla”; y a las catástrofes naturales se unían los desastres de la guerra, pues “con las continuas levas, quintas y continuos pasajes de gente –añaden los regidores burgaleses en 1643- se va acabando por instantes la población, como experiencia se ve de muchos lugares desiertos y de otros que con mucha prisa se van despoblando”[26].

En el siglo XVIII el pueblo, al compás de lo que ocurría en el conjunto del reino, debió de recuperarse significativamente y algo recibió de los beneficios del despotismo ilustrado. En 1791, por ejemplo,  se terminó la construcción de la carretera de Burgos a Vitoria, la cual, unida a la ya existente entre Vitoria y Bayona, permitía un tránsito fluido y cómodo entre Madrid y Francia, con gran anchura (8 varas de calzada y dos más de cuneta a cada lado; unos 9 metros en total), arbolado en sus márgenes, fuentes y posadas nuevas[27].

No siempre los caminos traen cosas buenas. En octubre de 1807, como consecuencia del Tratado de Fontainebleau suscrito por Napoleón y Godoy, comienzan a entrar en la península tropas francesas, el grueso de la cuales se dirige hacia Madrid. Algunas unidades comienzan a instalarse en Burgos: las tropas en el cuartel de Infantería y los oficiales en casas de particulares. Carlos IV ordena a sus súbditos que guarden buenas relaciones con los franceses, los cuales en un primer momento, responden de igual modo (por ejemplo, pagando los gastos que ocasiona su alojamiento).

 Al llegar la invasión napoleónica, el vecindario de Gamonal  se vio involucrado de modo especial. Seguramente este vería con aprehensión la llegada a Burgos del general Murat, en marzo de 1808, cuando ya era evidente que las tropas francesas albergaban algún propósito distinto de la mera ocupación de Portugal que se había convenido en Fontainebleau. Cuando, en abril de ese mismo año, pasaron por Burgos de salida hacia Francia el infante Carlos Mª Isidro y el propio Fernando VII (que había arrebatado la corona a su padre Carlos IV poco antes), la inquietud popular se acentuó, dando lugar a disturbios como el que aludiremos más adelante.

Creemos que se puede sostener como norma general que, en caso de conflictos armados que abarquen amplios desplazamientos de tropas, los destrozos bélicos se sienten mucho más en los núcleos de población anexos a las vías de comunicación. Gamonal, en la tesitura de 1808, tenía el dudoso privilegio de hallarse a las puertas de una plaza fuerte como Burgos, la cual a su vez se ubicaba justamente a mitad de camino entre Madrid y Hendaya[28].  La batalla de Gamonal creemos evidencia esta situación;  en ella, la vanguardia de la caballería  napoleónica choca y rechaza con energía al ejército improvisado y mal dirigido del conde de Velveder (o Velvedere), quien quiso frenar el avance del emperador hacia Madrid el 10 de noviembre de 1808, sin éxito. Después de la batalla, según los cronistas, el campo de Gamonal aparecía cubierto de cadáveres, pues hubo más de 2.000 bajas, y fueron enormes la destrucción y el pillaje posterior del ejército francés. Al día siguiente Napoleón se paseaba por el Espolón y tomaba diversas medidas para reforzar la plaza como enclave militar[29]. También desde Burgos publicó , con fecha de 12 de noviembre, el “Perdón o Amnistía general a todos los españoles”, en el cual pedía una benevolencia y colaboración hacia su dominio que no prestaría más que la minoría de los afrancesados.

Burgos y su alfoz fueron puntos estratégicos durante la Guerra de la Independencia y por ello permaneció aquí una importante guarnición francesa durante casi seis años (desde finales de 1807 hasta el 13 de junio  de 1813, en que se retiró, no sin antes volar el Castillo causando importantes destrozos en el caserío). Y aunque se debe a los franceses algunas mejoras urbanísticas en la ciudad, el saldo que arrojó la guerra para Burgos y los pueblos de su entorno fue especialmente desastroso, en términos de despoblación, ruina de edificios, pérdida de animales de tiro, etc. De ahí que fuera también un punto decisivo para la resistencia antifrancesa; de hecho, el 18 de abril de1808 –antes, por tanto del “2 de mayo” madrileño- ya hubo tres muertos en Burgos por enfrentamientos de civiles burgaleses con soldados franceses y, como es sabido, en la provincia se formaron las míticas partidas guerrilleras del “Empecinado” y del cura Merino.

Es muy posible que durante la Guerra de la Independencia dejaran de celebrarse las rogativas de la Cofradía de la Virgen de Gamonal, (en todo caso, falta referencia documental a ellas desde 1802 a 1814). Así mismo, los libros de tazmías registran el impago de ciertos censos y rentas debidas a la parroquia en esos años, lo cual, junto con otras evidencias, sugiere que Gamonal no escapó, ni mucho menos, a los desastres de esa guerra y que debió colaborar a la fuerza, como otros pueblos del alfoz, al alojamiento de tropas y requisas de grano, forraje, leña y demás abastecimientos para el ejército de ocupación. El hecho de que la iglesia pudiera conservar sus joyas artísticas sin duda se debe al hecho de que fueron escondidas.

Los efectos devastadores de la guerra se dejaron sentir durante muchos años. En una carta que la ciudad envía a Fernando VII en 1820 se dice que “los seis años que ocuparon constantemente los ejércitos franceses la ciudad fue tal el destrozo de la edificación que hoy se ve falta en más de 800 casas, cinco parroquias magníficas y nueve conventos… sin otros muchos que dejaron maltratados y de muy costosa reparación”[30]. Y, aunque el propio Fernando VII había sido en buena medida responsable de lo sucedido, ello no fue óbice para que la ciudad le recibiera con júbilo a su vuelta de Francia, en noviembre de 1814, lo mismo que hizo con las tropas del duque de Angulema, en 1823, que de nuevo invadieron España para reponer al “Deseado” como monarca absoluto y acabar con el liberalismo del “Trienio” (1820-23).

Durante varios siglos, las levas y reclutamientos de mozos serían otra fuente de inquietudes, como en cualquier núcleo rural. Por ello, a título de ejemplo, las rogativas de 1896, 1897 y 1898 solicitan a los cielos, además del “beneficio de la lluvia, cuya necesidad se dejaba sentir, (…) otros bienes así espirituales como temporales, si nos convienen; y en especial la pronta y feliz terminación de las guerras que nos afligen en Cuba y Filipinas”[31].

ANTIGUO RÉGIMEN. ASPECTOS DEMOGRÁFICOS Y POBLACIONALES

Los libros de tazmías del siglo XVIII y principios del XIX nos permiten describir una economía local típica de una pequeña aldea de la Castilla del Antiguo Régimen[32]. Se trata de un modo de producción agropecuario con fuertes rasgos señoriales (eclesiásticos, como hemos avanzado). Los cultivos son los característicos de la meseta, combinando los cereales con las plantas forrajeras y las legumbres. El trigo, como cabe esperar, es el producto más importante (con dos o tres variedades: alaga, blanquillo y otro), y junto a él se produce cebada, centeno, avena, habas, titos, arvejas (también llamadas vezas o algarrobas), lentejas, garbanzos y yeros. Las llamadas “tazmías menores” o “de menudos” nos revelan una producción derivada del ganado también importante, de modo que podemos imaginar una economía mixta.  De ella se obtienen carne de cordero, lana, pollos, queso y  leche. También aparece a veces la fruta (sin especificar) y el lino. La dependencia señorial –del arzobispado, en este caso- se observa por el hecho de que buena parte del diezmo iba a parar al cabildo metropolitano (la mitad, aproximadamente), distribuyéndose el resto entre los beneficiados (es decir, los párrocos que atendían la iglesia, que solían ser dos o tres), la fábrica (mantenimiento de la iglesia) y la hacienda real (en teoría, 1/9 del total)[33].

Los libros de tazmías nos dan alguna información adicional interesante. Reflejan muy notables oscilaciones interanuales de las cantidades registradas –hasta del 300% en el periodo examinado-, lo cual habría que relacionar directamente con fenómenos naturales (sequías, heladas) o políticos, como la Guerra de la Independencia. Si quitamos la buena cosecha de 1818, veríamos hasta 1823 una serie de “malos años” y, desde ese año en adelante, una suave tendencia alcista, aunque también con altibajos.  Las cosechas catastróficas empezaron antes de la propia guerra, pues en los años 1800-1808 se observa una drástica subida de la tasa de mortalidad, sobre todo infantil. El que, desde  principios del siglo XIX, algunos diezmos se paguen en dinero y no en especie (es el caso de los corderos y de otras cosas que no se especifican), nos daría indicios de una economía “natural” que empieza a tener excedentes comercializables, muy probablemente en la cercana ciudad.

Por lo demás, si el diezmo era más o menos proporcional a su “base imponible” –al fin y al cabo era un impuesto sobre la renta-  nos daría una idea de las grandes diferencias entre las propiedades que generaban esas rentas. En 1814, en conjunto, el contribuyente mayor al diezmo era la “Casa de la Vega”  (que figura así, a diferencia de los demás pecheros, que quedan registrados con nombres y apellidos), la cual pagaba por ese concepto más de 10 fanegas de trigo, más de 6 fanegas de cebada, y otras cantidades de avena, arvejas, yeros, etc.; mientras, los vecinos más pobres, no llegaban ni a una fanega y siempre había alguno que se hallaba exento[34].

Conviene quizá resaltar, a la luz de estos y otros datos, la dependencia eclesiástica, muy marcada en el caso de Gamonal durante el Antiguo Régimen. En primer lugar, está su relación con el obispado de Burgos[35], del que depende la parroquia, sobre la cual ejerce una estrecha fiscalización mediante frecuentas visitas de vicarios. Por otro lado, cabe mencionar la secular vinculación del pueblo con el monasterio de San Juan de Ortega, a través del “censo de los 14”. Este consistía en una cesión a perpetuidad de las tierras que el citado monasterio poseía en Gamonal y en Burgos, cesión que se hacía para que los 14 vecinos entonces existentes en el pueblo explotaran dichas tierras a cambio del correspondiente canon a pagar anualmente en especie. La mayor parte de esos predios, que abarcaban 60 fanegas (unas 42 hectáreas) se hallaban en Villayuda y en Burgos, lo cual indica, entre otras cosas, la escasez de tierras de labor que había en Gamonal, como expresamente se señala en la escritura fundacional del censo.  La cesión de las tierras, que conlleva el pago de diezmos además del canon censual, “por ser pobres les será de utilidad (…) estará cada día con más vecindad de la que agora tiene por falta de heredad”.[36] Y porque las tierras “eran muy buenas y en lo mejor del término de dicha ciudad y de Villa Ayuda y en el otro pueblo, y que no tenían los otros vecinos heredades para poder sembrar lo necesario, y las que tenían eran de poco fruto por estar como estaban en muy ruin parte y flaca tierra pedregosa (…) y con la dicha cosecha andarían muy descansados los dichos vecinos, y podrían pagar lo que se les repartiera por alcabalas y otros tributos que les traían muy aniquilados”[37].

El tono eclesiástico de Gamonal se vería reforzado, además, por su cercanía a monasterios tan poderosos como el de San Juan, el de San Pedro de Cárdena y la Cartuja  de Miraflores, así como por la influencia de la Cofradía de Nuestra Señora la Antigua, ya aludida.

LA ÉPOCA LIBERAL

Todo esto fue cambiando poco a poco según se fue consolidando el régimen liberal en España. Como es sabido, el diezmo fue suprimido por decreto durante la regencia del general Espartero (1840-43), momento que coincide con el impulso de la desamortización eclesiástica de Mendizábal. En Burgos esta supuso un gran cambio en el sistema de propiedad rústica e inmobiliaria y la consiguiente remodelación de las relaciones de poder económico y político entre los distintos grupos sociales. Como ha estudiado Crespo Redondo, en Burgos la mayor parte de la propiedad de bienes raíces se hallaba en manos de la iglesia y de la nobleza a finales del Antiguo Régimen (concretamente, el 86 % de las casas y un porcentaje similar de las tierras y huertas que se hallaban dentro de la ciudad y, sobre todo, extramuros). La desamortización supuso para el clero la pérdida del grueso de sus propiedades, que pasaron en su mayor parte a la titularidad de la burguesía local, que de ese modo incrementaba su poder económico, si bien hubo algunos casos de adquisición de bienes desamortizados por parte de campesinos, incluso de Gamonal[40].

La época liberal en la España de Mª Cristina de Borbón y de Isabel II (1833-1868) dio lugar además a importantes innovaciones, sobre todo político-administrativas. Burgos obtuvo la capitalidad  de una de las provincias del nuevo mapa territorial diseñado por Javier de Burgos. En lo sucesivo, la ciudad acogería una Diputación Provincial, una Audiencia Territorial y una Capitanía General. Seguramente influyó en esa decisión de los gobiernos de María Cristina (hablamos de ubicación de una capitanía en Burgos) el recuerdo de la invasión napoleónica y la proximidad de esta ciudad al foco carlista vasco-navarro en la primera de las guerras civiles que iban a asolar España (1833-40). Tengamos presente, por ejemplo, para calibrar esa importancia estratégica de Burgos, que jefe de las fuerzas carlistas, el general Zumalacárregui, era más partidario de tomar Vitoria y Burgos, con la vista puesta en Madrid, que de terminar el asedio del propio Bilbao (donde, sin embargo, moriría él mismo)[41].

Aunque Burgos era ya una plaza militar importante en el Antiguo Régimen, se proyectó aún más a partir de su designación como capitanía general en 1833; por un lado,  la ciudad adquirió la condición de capital militar, inicialmente sobre las provincias de Santander, Logroño y Soria, además de la propia; por otro lado,  ello supuso la creación de nuevos cuarteles –fundamentalmente para albergar sendos regimientos de caballería e infantería-, así como de servicios castrenses: hospital, almacenes de intendencia, polvorines, cuadras, campos de maniobras, etc. La implantación en la ciudad y sus alrededores de una amplia infraestructura militar requería, entre otras cosas, la dotación de grandes solares urbanizables. Para ello, la desamortización eclesiástica permitió a las administraciones implicadas –básicamente el Ministerio de la Guerra y el Ayuntamiento- ocupar centros religiosos abandonados a causa de dicho proceso. Así, en esta ciudad, el convento dominico de San Pablo acogió inicialmente un hospital militar que atendía a los heridos de la Primera Guerra Carlista; el de San Ildefonso, de agustinas, situado entre la puerta de San Juan y la de la Margarita, pasó a ser hacienda militar y, desde 1839, parque de artillería. El convento de San Francisco alojó una factoría militar y luego al parque de intendencia, etc.

Las oligarquías locales, una vez se vio que Burgos quedaba, como casi toda la España interior, fuera del moderno proceso industrializador, optaron por impulsar su desarrollo como centro de servicios administrativos y político-militares, sin regatear unos esfuerzos que, se suponía, a la larga serían compensados. Esta tendencia se prolongó hasta bien entrado el siglo XX y comprometió a las instituciones locales, de las que exigió constantes desvelos y recursos de todo tipo. Así,  a principios de 1912, el diario de Burgos hacía referencia al mantenimiento de centros oficiales y a «los grandes esfuerzos hechos desde hace largos años para dotar a Burgos de edificios militares a la altura”. (D.B. 2.1.1912). Según Nazario González, el ayuntamiento «batalló incansablemente para que el ejército fuera el principal beneficiario de las desamortizaciones, por cuanto su posesión atraería a Burgos diversos estamentos militares que contribuirían a su prosperidad «.

A consecuencia de la desamortización, pues, Burgos pierde hasta cierto punto su viejo carácter de ciudad clerical para reforzar su rango de ciudad castrense durante las décadas centrales del siglo XIX. En esa época fueron eliminados los antiguos conventos  de órdenes contemplativas, mendicantes y jesuitas, mientras que la introducción de congregaciones nuevas (maristas, salesianos, siervas, etc), así como el retorno de aquéllas , no se dio hasta la época de la Restauración.

Hemos intentado explicar con algún detalle el significado de la capitanía general para Burgos porque, como veremos, ello va a afectar mucho a Gamonal a medio y largo plazo. En este contexto de la llamada revolución liberal-burguesa, nuestro pueblo se constituyó como ayuntamiento independiente en 1835, dejando su dependencia arzobispal. Por otro lado, la desamortización produjo el abandono de muchos conventos y la enajenación de sus propiedades; en particular, ello afectó a San Juan de Ortega, cuyas propiedades –entre ellas las “14 suertes” del censo de Gamonal- fueron vendidas a particulares. (Entiéndase que con la desamortización se enajenó la propiedad o dominio directo de esos 14 predios, que pasó a ser de los particulares que la adquirieron, pero siguió estando en vigor el viejo contrato de arrendamiento enfitéutico, de cuyo usufructo o dominio útil se seguían beneficiándose los 14 vecinos más antiguos de Gamonal, según normas tradicionales).[42]

 A mediados del siglo XIX, el diccionario de Pascual Madoz aporta unos interesantes datos sobre Gamonal que no difieren mucho de esas pautas de pequeño núcleo rural descrito anteriormente. Según ellos, hacia 1850 el pueblo tiene unos 200 residentes, de los que cincuenta son cabezas de familia -sólo diecisiete de ellos con derecho a voto-, y se añade que había  45 casas y una escuela mixta «concurrida por veinte alumnos». (Había crecido, pues, muy poco: recordemos que, un siglo antes, el catastro de Ensenada registraba 31,5 vecinos). La economía se basaba en una agricultura pobre -pues se dice que «el terreno es de mediana calidad «- y producía varios cereales, en especial trigo, con una ganadería y caza complementarias. También alude el Madoz a la disponibilidad de frutas y de pesca en el Pico (truchas, anguilas y cangrejos). El presupuesto municipal ascendía a 2.800 reales, que se cubren “con los productos del arriendo de una taberna «. (Esta taberna, situada en los bajos del Ayuntamiento, era el único lugar público de que disponían los vecinos). De Capiscol se dice que es un lugar con seis casas, siendo una de ellas un molino.

 EL GAMONAL CUARTELARIO

A partir de los años veinte del siglo XX, Gamonal conoce un doble proceso que va a alterar radicalmente su fisonomía y carácter: la militarización de su territorio y la industrialización. Se trata de fenómenos paralelos aunque independientes. Por el primero, el Ramo de la Guerra consigue amplios espacios en el término de Gamonal o en sus alrededores, con el fin de ubicar distintas instalaciones castrenses dependientes de la capitanía general de Burgos. El segundo consiste en la localización de empresas industriales y más tarde de un polo de desarrollo industrial. Los factores que impulsan ambos procesos son similares: la disponibilidad de amplias parcelas de terrenos baratos o incluso gratuitos; la proximidad a un núcleo urbano que es centro político y administrativo-militar, y el acceso a líneas de comunicación terrestres y ferroviarias, en la principal conexión entre el centro de la Península y el País Vasco y Francia. Y los correspondientes impulsos políticos favorables, que aportan los dineros y recursos públicos necesarios.

Se sintetizan en los siguientes apartados cronológicos los principales jalones de esa militarización del territorio.

 

PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX

En ese proceso de militarización del espacio urbano que afectó a Burgos a lo largo del siglo XIX, llegó un momento en que resultaba difícil a las distintas administraciones implicadas el allegar recursos suficientes y, sobre todo, conseguir terrenos para nuevas infraestructuras. Ya en el siglo XIX, como han estudiado autores como Lena S. Iglesias o Crespo Redondo, se ve un claro proceso de acaparación de suelo urbanizable en la ciudad y sus proximidades por parte de las oligarquías locales, proceso que está en el origen de la especulación inmobiliaria, una lacra que ha padecido la ciudad hasta nuestros días. Según Crespo, esa burguesía de propietarios urbanos manifestó a lo largo del siglo XIX un gran interés “en frenar el crecimiento urbano superficial y obtener el máximo beneficio posible del suelo que poseen dentro del recinto tradicional, que, al compás del crecimiento de población, se convierte en un bien escaso y, consiguientemente, cada vez más valioso”[43]. En un primer momento, las autoridades locales y gubernativas consiguen los solares necesarios para los cuarteles mediante el recurso a los terrenos urbanos, incluso edificios, de la desamortización eclesiástica, como hemos avanzado. Cuando, en una segunda fase, se plantea la necesidad de terrenos para nuevas instalaciones (hospital militar, barriada militar, aeródromo, etc.), las autoridades locales, actuando como representantes políticos que son de la burguesía propietaria, procuran buscarlos en zonas periféricas no inmediatamente contiguas al casco urbano consolidado, actuando así según una estrategia claramente especulativa que busca revalorizar los solares intermedios.

Por otro lado, el carácter de ciertas instalaciones (cuadras, depósitos de explosivos, etc.) hacía aconsejable su traslado a zonas no demasiado próximas al núcleo urbano. Además, el higienismo decimonónico señalaba las concentraciones humanas tipo cuartel como peligroso foco en caso de brotes infecciosos.

A Gamonal le van a afectar de modo decisivo estas circunstancias. En este orden de cosas, en 1916 el ayuntamiento de Burgos cedió gratis un solar de 11.900 metros cuadrados en el Prado de las Carderas con el fin de instalar allí un almacén de municiones y talleres de carga de cartuchos de fusil y de cañón. Este polvorín, que dependía del cuartel de San Ildefonso, aunque ubicado en los confines del término municipal de Burgos, se hallaba más cerca de Gamonal que del centro de la ciudad, a la que tenía acceso por el llamado Camino de la Planta. Este es uno de los comienzos de la militarización de Gamonal, pues más o menos por esas fechas -o incluso un poco antes- estaban surgiendo en su término municipal o alrededores otras instalaciones. A la salida de la carretera Burgos-Vitoria, a la izquierda, venía funcionando un campo de tiro y de maniobras y, más o menos enfrente, al otro lado de la carretera, existía una base aérea en el «Campo de Gamonal «, con carácter militar. Por entonces la aeronáutica daba los primeros pasos y las avionetas que recalaban en Gamonal eran más una rara curiosidad que otra cosa. La pista de aterrizaje ocupaba una amplia franja de terrenos entre la carretera de Vitoria y el ferrocarril Madrid-Valladolid-Vitoria, a la altura del P.K. 375. (Zona que en los años 60 sería desafectada para el polígono industrial).

Estos terrenos fueron cedidos gratuitamente por el ayuntamiento de Gamonal a cambio de que la Ciudad le proporcionara pastizales alternativos en el término municipal de Burgos (se sugiere la zona de casa de la Vega) y que el pueblo pudiera beneficiarse de la traída de aguas que se hiciera para el aeródromo. Una vez más se ponen en evidencia las carencias graves del pueblo en cuanto a suelo agrícola y agua potable.

El 1926, el parque de Intendencia ocupó los terrenos que aún hoy usufructúa a la salida de la carretera nacional-1 a la izquierda, donde anteriormente se solían efectuar maniobras y ejercicios de tiro, como se ha dicho. El ayuntamiento de Gamonal desea entonces «demostrar una vez más el aprecio y admiración por sus instituciones militares «, por lo que cede gratuitamente los terrenos al efecto (81.700 metros cuadrados)[44] , “ con la única condición de poder disponer libremente de la cantidad de agua para instalar una fuente pública «. El ejército, tras ocupar dichos terrenos, en efecto, construyó una fuente de piedra en 1929, que aún existe, frente al edificio del antiguo ayuntamiento. El de Burgos, por su parte, también colaboró dotando de agua a dicha fuente, así como al propio parque, al que se dio también electricidad, todo ello a cargo de las arcas municipales.

No sabemos desde qué fecha, pero probablemente antes de la Guerra Civil, el ejército también disponía de una amplia campa para maniobras y remonta de caballerías al sur del término de Gamonal, entre el camino de Capiscol, el de Orbaneja y el ferrocarril. (De ahí que, cuando recientemente se formó la junta de compensación de la urbanización denominada “Campa del silo”, el Ministerio de Defensa aparecía como propietario de una amplia parcela en la zona).

Una ley de 1927 dotó a Burgos, entre otras ciudades, un aeródromo civil de rango nacional con carácter de aduana. La propuesta entusiasmó a las autoridades locales, siempre propensas a incrementar la infraestructura militar, en el convencimiento de que ello aumentaría tanto el prestigio de la ciudad como las posibilidades de negocio para las oligarquías locales (arrendamientos, abastecimientos, etc.) Seguramente a instancias de las fuerzas vivas de la capital, el ayuntamiento de Villafría cedió al efecto un extenso terreno de más de 100 hectáreas y en Burgos se constituyó un patronato formado por el Ayuntmiento, la Diputación y la Cámara de Comercio, con el fin de impulsar y financiar las obras necesarias. La suscripción pública que se abrió al efecto reunió pronto más de quinientas mil pesetas, siendo la entrega del Estado de solo 63.000. Un dinero que sirvió para ir abordando las obras básicas de infraestructura: acceso vial, terraplenado, etc. Una vez más, la canalización de agua y el tendido eléctrico fueron a cuenta del Ayuntamiento de Burgos[45]. El diario Burgos estaba entusiasmado: » poseemos -dice el 22.3.1929- el mejor aeropuerto nacional de España”. Pero durante la II República se paralizaron las obras, en el contexto de las reformas militares de Azaña. Incluso fueron desmantelados algunos hangares y trasladados a otras localidades.

También a finales de los años veinte Alfonso XIII inauguró la barriada militar, a la que la Corporación burgalesa se había comprometido a dotar de agua y alcantarillado. La barriada ocupaba un amplio espacio al lado de la carretera de Vitoria, en el límite de los términos municipales de Gamonal y Burgos, en el camino que llevaba al ventorro del “Dos de mayo”[46]. En esta época se hizo una primera fase, con edificios pequeños para oficiales, en la zona más próxima a Burgos. Más tarde, en época de Yagüe, se terminó, con casas más altas para oficiales y suboficiales, así como capilla y academia militar).

No todo eran construcciones militares, sin embargo. Por estas fechas se inició, tímidamente, un proceso que, a la larga, iba a ser mucho más importante para este pequeño núcleo rural: la industrialización. Antes de la Guerra Civil ya había en Gamonal varios centros fabriles, entre los que se encontraban una fábrica de velas, dos molinos y dos fábricas de pieles curtidas[47]. También se alude a una gasolinera y a “nueva fábrica de chorizos” en otros documentos municipales que datan de 1938. Así mismo, se hicieron mejoras en los lavaderos junto al río Pico (una calle actual recuerda su antigua ubicación), así como una casa para el maestro, que se inauguró el 1930. El ayuntamiento de Burgos expropió entre 1934 y 1936 algunos terrenos contiguos al río Pico, cuya canalización, así como la del Vena, se planteaba entonces, sin que se llegara a hacer. Y es interesante añadir a este respecto que dichos terrenos pertenecían al censo de los 14, lo mismo que los expropiados en 1915 para un campo de tiro[48] –que suponemos se situaba donde años más tarde se construyó el parque de intendencia-. Comenzaban así las irregularidades de un proceso por el cual un grupo de 14 vecinos de Gamonal –los que en esas fechas usufructuaban el censo- consiguieron la propiedad de unos solares que desde siglos atrás eran un aprovechamiento comunal del conjunto de los vecinos. Por de pronto, el hecho mismo de la expropiación era ilegal, tratándose de bienes comunales, pero más aún lo era el hecho de que las cantidades entregadas como indemnización (5.600 pesetas en el caso de los terrenos junto al Pico) fuera a parar a los bolsillos de los citados individuos en 1940. Este asunto, como veremos, entorpecerá el proceso de anexión administrativa a Burgos y desde los primeros momentos fue deteriorando la convivencia entre unos vecinos y otros.

Por otro lado, todas estas obras e instalaciones (aeródromos, polvorín, parque de Intendencia, campo de remonta y barriada militar) van a ampliar el radio de acción del pequeño pueblo de Gamonal y, entre otras cosas, propiciaron el nexo urbanístico -no exento de problemas- entre este núcleo y la ciudad. De hecho, cuando, en plena Guerra Civil, se plantee una vez más la conveniencia de la anexión de Gamonal a Burgos, una de las razones esgrimidas será la continuidad de las edificaciones existentes entre los dos núcleos, tanto en torno a la carretera de Vitoria como en la de Logroño, donde las casas » no solamente están seguidas, sino perfectamente confundidas, continuidad que se da igualmente desde la Ventilla a la ciudad por la carretera de Logroño, donde la fiebre constructiva tiene los caracteres de verdadera locura «[49].

LA GUERRA CIVIL.

Como es sabido, a Burgos le deparó el destino un papel decisivo durante la última guerra civil, pues los militares sublevados contra el gobierno de la II República decidieron emplazar en la vieja ‘Caput Castellae’ las juntas (primero, la  de Defensa, luego la Técnica), que más adelante darían lugar al llamado gobierno de Burgos. Y, por otro lado, desde esta capitanía general (o, mejor dicho, División Orgánica, que era el nombre oficial republicano) se coordinaron las primeras operaciones militares del ejército del Norte, al mando del general Mola. Muerto este en junio de 1937, Franco trasladó a Burgos su cuartel general y, en el palacio de la Isla, su residencia oficial,  se situó la dirección bélica del sedicente «bando nacional».

Una vez más, los avatares de la historia colocaron a esta ciudad y a su provincia en una posición de importancia. Jugaban a su favor factores no muy distintos de los que habían influido en otras épocas: cercanía a los frentes de guerra, existencia de importante infraestructura militar, vías terrestres y ferroviarias, etc. Y, ciertamente, buena parte de la población burguesa -en especial el clero, las oligarquías y las masas de pequeños y medianos campesinos- habían mostrado un apoyo caluroso a lo que al principio se mostraba como » movimiento nacional redentor de España «.

Varios fueron los antecedentes que llevaron a la guerra; aquí sólo aludiremos a los más determinantes en el caso de Burgos: los planteamientos laicistas de la II República (que chocaban con los intereses económicos del clero no menos que con su ideología, entonces aún anclada en el integrismo), el desarrollo autonómico previsto en la Constitución (que para muchos sectores de la España interior daba ventajas comparativas a regiones como Cataluña y podía llevar a la ruptura de España) y  las reformas agrarias, seguramente el factor más importante de todos.

Pero, en el contexto de lo que venimos exponiendo, también influyó el reformismo republicano en el ámbito militar.  La política de Azaña durante el primer bienio (1931-33) impulsaba una serie de cambios encaminados a modernizar las fuerzas armadas españolas y a someterlas claramente al poder civil y al orden constitucional. Y, aunque se haya reconocido que tales objetivos eran congruentes con la situación de atraso y con las tendencias cesaristas del ejército español, también se ha añadido que a Azaña le faltó habilidad a la hora de convencer a sus altos mandos. (Cabe dudar, sin embargo, a la vista de lo que muchos de estos dijeron e hicieron entonces y posteriormente -«Sanjurjada», sucesos de octubre del 34, Alzamiento- hubieran asumido el reformismo republicano, por muy moderado que fuera, que ya lo fue bastante).

En la práctica, la política de Azaña supuso que Burgos viera convertida su capitanía general en división orgánica, mandada por un general de división, pues el rango de capitán general, de origen dieciochesco, fue eliminado. Se mantuvieron, sin embargo las unidades más importantes, que eran los regimientos de infantería, caballería y artillería. Pero, al parecer, se eliminaron o redimensionados algunas unidades menores. En este sentido, lo más llamativo para las autoridades burgalesas fue la eliminación del aeródromo militar de Gamonal, al ser trasladadas sus tropas y hangares a otras localidades. No hemos hallado datos exactos sobre la dotación militar de este aeródromo, pero teniendo en cuenta lo menguado de la fuerza aérea española a principios de los años treinta (unos 300 aparatos repartidos en unas doce bases aéreas de la Península y del África española), es dudoso que hubiera en Gamonal algo más de una escuadrilla[50].

Coincide este hecho con una pérdida de interés gubernativo por el aeródromo civil de Villafría, si bien habría que achacar ese cambio de actitud al Directorio de Primo de Rivera. Este había proyectado ese aeródromo en 1927, pero dos años después era creado el de Irún también con funciones aduaneras, (que previamente se esperaba realizase el de Burgos). En lo sucesivo , los gobiernos se desentendieron prácticamente de estos campos de aviación, mucho antes de que llegaran a estar totalmente operativos.

Como hemos apuntado, las fuerzas vivas burguesas se habían volcado en el impulso del aeródromo civil, a través de un patronato al cual habían aportado todo tipo de recursos, que ahora se veían baldíos. Así, en mayo de 1933, uno de los técnicos implicados » hace resaltar el peligro que actualmente existente de que, si no se refunden los servicios de ambos campos de aviación, desaparezcan totalmente tanto uno y otro»[51] (sic).

 Fueron muchas las gestiones que los representantes políticos e institucionales de Burgos hicieron ante el gobierno para mantener los aeródromos: escritos, visitas a centros oficiales en Madrid, artículos de prensa, etc. Mientras, se seguían haciendo pequeñas inversiones de mantenimiento y mejora en Villafría. Pero no debían encontrar mucho eco tales iniciativas, ni siquiera cuando cambió el gobierno en una dirección política que, en principio, se podía esperar más favorable a esos intereses. (Nos referimos al bienio derechista 1934-36).  A principios del año 1935 hay un escrito de varios vecinos de Gamonal que piden «no se lleve a Alcalá de Henares los dos únicos hangares que quedan en el campo de aviación» y piden nuevas gestiones para evitarlo y recuperar lo que previamente albergaba: al menos, una escuadrilla. Manuel Ruera, entonces diputado por Burgos hizo gestiones ante el ministerio de la Guerra[52], que sólo encontró respuestas evasivas. Francisco Franco, entonces jefe del Estado Mayor central, le contestó con fecha de 17.10.35, que » según me indica el Jefe de la Aviación Militar, en la actualidad no existe plantilla para ello y, caso de que se llegara a tener, habría que efectuar obras en el aeródromo, para poderlas destinar a esa base»[53].

Los responsables del patronato, sin embargo, consideraron que, a pesar de todo, debían seguir manteniendo ambos campos, dándoles un carácter «cívico-militar (…) debiendo procurarse que los edificios civiles y militares estén debidamente separados por su distinta finalidad sin perjuicio de que existan algunos edificios comunes»[54]. Tantos esfuerzos continuos dieron finalmente algún fruto: a finales de 1935 se anunciaron dos subvenciones de la Dirección General de Aeronáutica y su jefe, el general Goded, visitó los campos de aviación con algunos altos mandos, apuntando » la necesidad de unificarles y la posibilidad de que, cuando se adquieran nuevos bimotores, daría preferencia a Burgos para destinar una escuadrilla «.

 No consta, sin embargo, que tal cosa se hiciera en los meses subsiguientes. Tengamos presente que en febrero de 1936 las elecciones legislativas dieron el gobierno al Frente Popular, lo que supuso un drástico giro a los rumbos políticos españoles, así como una agudización de las tensiones sociales y políticas. El Frente Popular concentró la fuerza aérea en los aeródromos de confianza y obviamente Burgos no estaba entre ellos. Por eso, cabe suponer que la operatividad de estos durante la guerra civil fue algo logrado a posteriori, una vez iniciado el conflicto.

Los aeródromos jugaron un papel muy importante en la guerra, mucho más de lo que cabía esperar en una provincia y una región militar que carecían prácticamente de aviación en julio de 1936. Según Ramón Salas Larrazábal, el 19 de julio no había avión alguno en Burgos y muy pocos en toda el área de influencia del ejército del Norte, al mando del general Mola. Algo lógico según lo que hemos apuntado: el aeródromo militar de Gamonal estaba desmantelado y el del Villafría aún no se hallaba operativo del todo. Prueba de ello es que en Burgos, como en otras ciudades ,muy pronto se organizó una suscripción popular “pro avión Burgos”, encaminada a comprar un aparato que  sería luego cedido al ejército, para que protegiera a la ciudad de eventuales ataques aéreos enemigos[55].

A pesar de todo, el aeródromo fue usado frecuentemente por los generales rebeldes; al principio, sobre todo, como punto de comunicación entre los mandos de los distintos frentes. Así, el 20 de julio de 1936 se esperaba con gran expectación en el campo de Gamonal la llegada del general Sanjurjo, que iba a venir desde Lisboa, donde se hallaba desterrado, para ponerse a la cabeza del gobierno de los insurrectos en Burgos. Las tropas y autoridades que se desplazan al campo de aviación vieron pasar las horas sin que la avioneta pilotada por el falangista Ansaldo apareciese por los aires, hasta que llegó la noticia de que el  aparato se había estrellado a poco de despegar debido al exceso de carga. Sanjurjo murió en el acto y, según la versión de Ansaldo, que sobrevivió, él mismo fue el causante de su suerte, pues quiso llevar un voluminoso equipaje a pesar de sus advertencias

Mola llegó a Gamonal el día 21, proveniente de Pamplona, para hacerse cargo de la situación (muerto Sanjurjo, el ejército de África al mando de Franco aún tardaría varios meses en acercarse a Madrid). Y Franco mismo aterrizó varias veces en Gamonal: la primera fue y 16 de agosto del 36, momento en que la población de Burgos le recibió apoteósicamente y el arzobispo de Castro le dedicó una misa solemne en la catedral. Aún mayor delirio de masas se manifestó el 31 de septiembre y el 1 de octubre, cuando Franco acude a recibir la pleitesía de todas las autoridades y de sus generales, que le habían nombrado Generalísimo de los tres ejércitos y «Jefe del Gobierno del Estado Español» . Es de suponer que los vecinos de Gamonal asistirían, al menos como espectadores, al paso de las comitivas que iban y venían del campo de aviación a Burgos, pues las autoridades  solían llevar un amplio séquito.

A pesar de todo, los rebeldes no disponían de una fuerza aérea de importancia al comienzo de la contienda. En esta zona norte, según el general Kindelán, a quien  se da el mando supremo de esa fuerza en agosto de 1936, había al principio docena y media de aparatos que, repartidos entre Burgos, Logroño y León, debían hacer hasta cinco y seis servicios de vuelo diarios. Pero pronto debió cambiar la situación. A los pocos días de iniciarse la sublevación llegaron del sur siete aviones (cuyos pilotos se sumaron a ella) y desde finales de 1936 hasta la liquidación del frente norte -agosto de 1937- Burgos fue un importante enclave aeronáutico, ya que sirvió de base a parte de la aviación franquista y de los pilotos nazis y fascistas que le apoyaban, siendo sus zonas de operaciones el frente norte, mientras duró, y la sierra de Madrid. A principios de agosto debía haber en Gamonal aparatos italianos, pues consta que hubo un intento de destruir allí algunos trimotores “Caproni” y a finales de 1936 allí se encontraba la tercera escuadrilla de la Legión Cóndor, compuesta por diez bombarderos Ju-52, que tomaron parte en ataques como el bombardeo de las instalaciones de CAMPSA  Bilbao a principios de enero de 1937.

Cuando, a finales de marzo de ese año, el mando franquista decide reactivar el frente Norte, (ya que se veía imposible, de momento la toma de Madrid), los aeródromos de Burgos adquirieron aún mayor actividad. Entonces se decidió ubicar en Burgos y Vitoria el grueso de la Legión Cóndor, con algo más de cien aparatos, entre los que se encontraban los nuevos cazas BF-109, los cuales dieron un apoyo decisivo a las ofensivas terrestres  en el frente Vasco. A finales de abril de 1937 había en los aeródromos de Burgos 37 aviones, que integraban el grupo K/88 (con 23 aparatos Ju-52, 2 He-70 y 2 W-34) y la escuadrilla VB/88 (con 4 He-111, 3 Ju-86 y 3 Do-17)  Cómo es sabido, entre las misiones de estos aparatos no solo había objetivos militares, sino también infraestructuras y centros industriales (Mola llegó a amenazar con arrasar toda la industria vasca si no había una rendición inmediata), así como la propia población civil, incluso en zonas de retaguardia. El bombardeo y ametrallamiento sistemático de núcleos de  población  era entonces una novedad en las prácticas de la barbarie bélica, por lo cual no es de extrañar el escándalo y la indignación que provocaron los ataques aéreos a pueblos y ciudades vascos, siendo el caso de Guernica el más conocido. Precisamente de Burgos salieron los 19 Ju-52 que constituyeron la parte principal de la formación aérea que bombardeó ese pueblo vasco el 26 de abril de 1937, arrojando unas 28 toneladas de bombas[56]. Más tarde, las operaciones aéreas iban encaminadas a la ruptura del “Cinturón de hierro” de Bilbao. En conjunto, se utilizaron en esas operaciones 70 bombarderos y 50 cazas[57], y, en el mes inicial de la ofensiva (junio de 1937), de Burgos salieron 26 vuelos con el fin de atacar distintos núcleos vascos.

Toda esta actividad exigió la consolidación y ampliación de los aeródromos. Suponemos que esta se hizo con el asesoramiento de la ‘Luftwaffe’ alemana y con la colaboración del ayuntamiento de Burgos, una vez más. Las más de 500.000 pesetas que recaudó la suscripción del “avión Burgos”, así como los fondos del patronato del aeropuerto –que desaparece como tal al comenzar la guerra- fueron invertidos en ello y el gobernador civil Antonio Almagro ordenó la incautación de las vigas y carriles de hierro del antiguo ferrocarril minero con ese fin.

Buena parte de los aviadores alemanes e italianos tuvieron en Burgos su residencia más o menos habitual, y aquí se ubicó su alto mando cuando Franco fijó en Burgos su Gobierno. Por ello, el hotel “Infanta Isabel” de la plaza de Castilla –perteneciente a la familia Liniers y muy próximo a la residencia de Franco, que había pertenecido a los Muguiro- estuvo mucho tiempo monopolizado por los pilotos alemanes –todos ellos con rango de oficial- y tenía la esvástica ondeando en su fachada; y también ocuparon la escuela normal de los Vadillos y el seminario San José (que antes había albergado a las milicias). Pero no fueron  los únicos locales expropiados para alojar tropas extranjeras, cuyos oficiales, además, tenían precedencia sobre civiles españoles al pernoctar en los abarrotados hoteles burgaleses. En los Pisones se incautó un chalet para que sirviera de residencia al general Von Richtoffen, que era el jefe de la Legión Cóndor en esa época.

No solo los aeródromos fueron usados a pleno rendimiento durante la contienda; lo mismo cabe decir de otras dependencias castrenses de Gamonal y sus alrededores: el  polvorín de las Carderas –donde llegó a haber mano de obra femenina-, los talleres de automóviles en el “Dos de Mayo”, que fueron cedidos a precario por el ayuntamiento de Burgos, y el Parque de Intendencia.  Ello debió aumentar sensiblemente el flujo de población favorable a Gamonal. En el informe del secretario del ayuntamiento de Burgos de octubre de 1938 –al que más adelante haremos referencia- se dice que el vecindario de Gamonal es de 584 habitantes “pero al lado de esa población hay otras dos, cualquiera de ellas mucho mayor que la que figura en tal censo: nos referimos a la fija de talleres, parques y aeródromo y a la que concurre a diario en misiones oficiales y de trabajo a los Centros Militares[58]”.

Además de la dinámica impuesta por la guerra – y seguramente influida por ella- hay también en esos años una notable actividad edificatoria civil en Gamonal y sus alrededores. “Las edificaciones de Burgos y Gamonal –se añade en ese informe del secretario municipal- no solamente están seguidas, sino que están perfectamente confundidas, continuidad que se da igualmente desde la Ventilla a la Ciudad por la carretera de Logroño, donde la fiebre constructiva tiene los caracteres de verdadera locura” .


PRECEDENTES DE LA ANEXIÓN A BURGOS

Una vez que las ciudades españolas fueron creciendo más o menos a lo largo de la época contemporánea,  tendieron a ensanchar sus cascos urbanos y sus términos municipales. En ese proceso, muchos pequeños municipios y pedanías circundantes fueron absorbidos por núcleos urbanos en crecimiento que necesitaban terrenos donde proyectar su desarrollo urbano y sus infraestructuras. Ese fue por cierto el caso de Burgos, que, a principios del siglo XX ya se había anexionado los vecinos municipios de Cótar, Cortes, Villatoro, Villímar, Castañares y Villayuda. En esa tendencia, resultaba obvio el interés de hacer lo mismo con dos pueblos como Gamonal y Villafría, situados tan estratégicamente. Sin embargo, por diferentes motivos, la anexión de estos municipios resultó bastante problemática, de modo que no se culminó hasta la segunda mitad del siglo XX (momento que queda fuera de los límites del presente estudio).

Según Begoña Bernal, los intentos de absorción de Gamonal fueron múltiples y los primeros se remontan al siglo XIX . Están documentados los de 1867, 1898 y 1933, que acabaron frustrándose[59]. La legislación vigente al respecto exigía el mutuo acuerdo de ambas partes –los ayuntamientos respectivos-, así como el visto bueno del gobierno, que finalmente emitía un decreto sancionando la agregación administrativa. Pero los representantes municipales de Gamonal una vez y otra se resistieron a ello con fuerza suficiente como para impedirlo, a pesar de su evidente falta de peso político frente a la capital provincial. (Razón por la cual debemos suponer actuando en Burgos desde muy tempranamente grupos de presión capitalinos que también se oponían a  la citada anexión, los cuales se manifiestan abiertamente en algunos momentos, como veremos).

Es significativo que ni siquiera durante la Guerra Civil, cuando, como hemos visto, estaban funcionando a pleno rendimiento las instalaciones militares de Gamonal y sus alrededores, se llegó a materializar la unión administrativa de Gamonal a Burgos. El asunto lo planteó el alcalde de Burgos, Manuel de la Cuesta, en pleno celebrado el 6 de julio de 1938, a instancias previas de la Junta Provincial de Sanidad, que señaló la necesidad de dotar al barrio de suministro de agua potable y alcantarillado. La propuesta se justificaba además porque “aquél término municipal (Gamonal) está casi cerrado por terrenos de la ciudad y está casi completamente unido a esta en sus edificaciones”. Pero, sometido a debate, los concejales José Moliner y José Antonio Plaza se oponen alegando que “dicha anexión hará recaer sobre Burgos nuevas obligaciones que perjudicarán su economía” y, sorprendentemente, su actitud es respaldada por la mayoría, de modo que la propuesta del alcalde es rechazada por diez votos contra cuatro. En este punto conviene aclarar que Moliner y Plaza actúan en representación, al menos tácita, de los intereses contrarios a la citada anexión, los cuales eran de distinto tipo. Por lo que a Moliner y otros caciques (empleamos este término en su acepción costista) se refiere, su oposición tiene que ver con su carácter de grandes propietarios, que verían menguada su capacidad de control político y económico. Moliner era una de las grandes fortunas de Burgos, quizá la primera. Entre otras cosas, era el mayor propietario de terrenos en Gamonal, donde también tenía un polvorín y otras dependencias; en esas circunstancias, no es lo mismo tener que vérselas con el municipio de Gamonal, sobre el que tenía una evidente capacidad de presión, a la hora de fijar contribuciones o tomar decisiones urbanísticas, que con el de Burgos (donde también tenía un predicamento no despreciable). Máxime cuando estaban a la vista inminentes negocios derivados de la construcción de viviendas e industrias en la zona, como se evidenció en la inmediata posguerra.

Pero Moliner actúa en este terreno al lado de los 14 vecinos que usufructuaban el censo a principios de los años treinta. Como hemos apuntado, por esas fechas hay indicios claros de su propósito de hacerse con la propiedad de este.  De haberse llevado a cabo la anexión, cabe pensar que esas intenciones dolosas se hubieran visto impedidas o muy dificultadas. Al tratarse de un bien comunal administrado por el ayuntamiento, el de Burgos hubiera tenido mucha mayor fuerza que el de Gamonal –el cual, por otro lado, estaba controlado por “los catorce”- a la hora de impedir esa apropiación indebida.

El caso es que, una vez más, se impidió la anexión, con la consiguiente frustración para una parte de la opinión pública. Ya en abril de 1934 el Diario de Burgos había mostrado su extrañeza porque el intento de 1933 no había llegado a buen puerto. “Es de tenerse en cuenta –decía el diario- que el citado pueblo se halla rodeado de terreno perteneciente a la capital, por lo cual, dada su corta distancia a la población, disfruta de un servicio de autobuses a casi todas las horas del día, del que no disponen los demás pueblos anexionados.” Y añadía que sus vecinos “dependen económicamente de la capital, como lecheros muchos, y como obreros los más, disfrutan de los mismos beneficios que los de esta, sin contribuir como ellos a las cargas municipales”. Por todo ello, el diario sugería alguna medida de presión: dado que en la ciudad había tanto paro obrero, el ayuntamiento debía dar preferencia a los avecinados en Burgos a la hora de contratar mano de obra para obras públicas.

En 1938 el periódico local califica de “lamentable” la votación habida en el pleno municipal a propósito de la propuesta de anexión y vuelve a la carga con razones parecidas a las esgrimidas cuatro años antes. “Dado el afán constructivo despertado en Burgos, no debido a la accidental capitalidad de España con que se honra, sino iniciada ya con anterioridad y ajeno a esta circunstancia, pronto la calle de Vitoria se presentará ininterrumpida desde el campo de aviación hasta el mismo corazón de la ciudad. (…) Y entonces tendremos el absurdo de un minúsculo poblado (…) incrustado en una capital con cuyo Ayuntamiento no tiene ninguna relación”[60].

Sin embargo, los intereses partidarios de la anexión siguieron actuando con no menos fuerza. El propio gobernador civil, Antonio Almagro, interviene en el asunto tras el fracaso del pleno aludido y, en escrito dirigido a la alcaldía, manifiesta la conveniencia de la anexión, no solo por las razones ya mencionadas, sino porque, además, el ayuntamiento de Gamonal “acusa una incapacidad notoria para el gobierno del pueblo, ya que lleva cuatro años sin haber aprobado presupuesto”. Por ello, insta a que se someta de nuevo a estudio la cuestión[61].

De nuevo se pone en marcha la maquinaria administrativa. El secretario municipal de Burgos redacta un concienzudo informe donde se compendian las razones que abonan la anexión. A las ya expuestas (aislamiento de Gamonal dentro del término de Burgos, continuidad de las edificaciones, servicio de autobuses, etc) se añaden otras, como son las dificultades de fijar los límites entre los dos términos para aprovechamiento de pastos, lo cual daba lugar a litigios en la zona de Las Carderas; el abastecimiento de aguas que proporciona Burgos, que es necesario ampliar; los encauzamientos del Pico y del Vena (a los que Gamonal no ha contribuido, pero sí se beneficia de ello); la existencia de comercios en Gamonal con clientela burgalesa, pero que no contribuyen en Burgos, etc[62]. Más que este informe –que, al fin y al cabo, no hacía sino actualizar viejos planteamientos-,  seguramente fue la actitud del gobierno civil –autoridad irrecusable para un ayuntamiento, y más en plena guerra- lo que determinó que en esta ocasión se aprobara por unanimidad la propuesta de anexión de Gamonal, no sin que de nuevo Plaza, Moliner y otros concejales plantearan sus objeciones y reservas[63]. El acuerdo fue notificado al ayuntamiento de Gamonal, sin que este tomara iniciativa alguna al respecto, ni entonces ni en años sucesivos. El asunto es sorprendente, cuando menos, siendo el contexto político el que era (fin de la Guerra Civil, inmediata posguerra) y viéndose claros indicios de caos administrativo provocado interesadamente en la corporación de Gamonal. Todo ello, en circunstancias aún menos críticas, hubiera justificado de sobra una intervención gubernativa. Esta no se dio y habrían de pasar diez y seis años más para que la ansiada anexión se produjera. Para entonces, el pueblo estaba muy transformado (y más aún lo iba a estar después) y los pleitos en torno a las 14 suertes seguían su curso, siendo una de las “patatas calientes” que dejó en herencia el consistorio de Gamonal al de Burgos.

AUTOR DEL TEXTO: PROFESOR LUIS CASTRO BEJORRO PARA EL IES. FÉLIX RODRÍGUEZ DE LA FUENTE

CITAS

[1] En 2001, solo uno de cada tres adultos residentes en Gamonal , aproximadamente, era nacido en Burgos ciudad. En 1993 solo lo eran el 15 %, siendo el resto originarios de la provincia (58  %) o fuera de ella (27 %). Datos obtenidos en las Encuestas  que el Departamento de Geografía e Historia viene realizando en 2000/01 y cursos anteriores con su alumnado. Dada la amplitud de la muestra –más de 1.000 individuos en el citado curso-, creemos que los datos son extrapolables al conjunto del barrio.

[2]Y también por motivos más pedestres: “el antiguo edificio municipal estuvo habitado por gitanos durante diez años, y es cosa sabida que quemaban los legajos para calentarse durante el invierno”, dice Alejandro Céspedes, párroco de Capiscol, refiriéndose a la documentación que había en el Ayuntamiento de Gamonal. Diario de Burgos, 20 de noviembre de 1993. Suplemento, pág. 42.

[3] Como veremos, ese camino de Gamonal a Orbaneja , que iría más o menos paralelo al curso del río Pico, desaparece una vez que se implanta el polígono industrial. Lo mismo ocurre con el río, que fue desviado hacia el Arlanzón entre los P.K. 108 y 109 de la carretera N-120.

[4] El cauce o caz molinar discurre a la derecha del Arlanzón y en esta zona recorre Capiscol, la Deportiva Militar y, ya canalizado subterráneamente, va hacia el Vena, al que desagua a la altura de la actual plaza Virgen del Manzano. (Puede verse aún en sus inmediaciones). Desde épocas medievales movía varios molinos harineros; aún queda la fábrica de uno frente a la playa de Fuentes Blancas.

[5] También ha tenido la advocación posterior de Nuestra Señora de la Antigua (o la Real y Antigua) de Gamonal y de Virgen de las Candelas

[6] García González, Juan J. Y Fernández de la Mata, I. Estudios sobre la transición al feudalismo en Cantabria y la cuenca del Duero. Burgos, 1999. Pag. 241.

[7]Conferencia dictada por este autor dentro del Seminario sobre el Castillo de Burgos, organizado en mayo de 1994. Como es sabido, la otra hipótesis sobre el topónimo lo hace derivar del latín bajomedieval burgus, que viene a significar lo mismo (recinto fortuficado), pues se derivaría del griego púrgos –fortaleza-. Por derivación léxica este vocablo luego designó a los poblados situados extramuros, generalmente habitados por mercaderes y artesanos “burgueses”.

[8]Gráficamente, el profesor García Fernández, Juan J. describe los asentamientos burgaleses en torno a la “ciénaga” como “ranas en los bordes del inhóspito estanque”. Op. cit. Pag. 204. Los cauces molinares y las esguevas –pequeños cursos de agua- hacían difícil el tránsito incluso en el centro de la ciudad.

[9] En algunos momentos y lugares, se dio la emigración de mozárabes provenientes de Al-Andalus.

[10]Ramos Rebollares, Lucinio. Iglesia de Santa María la Real y Antigua de Gamonal. Burgos, 1998. Pag. 12.

[11]Martínez Díaz, Gonzalo. Los obispados de la Castilla condal hasta la consolidación del obispado de Oca enn Burgos en el Concilio de Husillos (1088). En “El factor religioso en la formación de Castilla”, de VV.AA. Burgos, 1984. Pag. 143.  Lucinio Ramos (op. cit., pags. 13-14) sostiene que se trata de dos prelados distintos. No es de extrañar que J. Cidad Pérez, en su Historia de la diócesis de Burgos hable de “todo este complejo galimatías de fechas y nombres” al tratar de este asunto (pag. 21).

[12]En Patrimonio histórico artístico de la iglesia de Santa María la Real y Antigua. Catálogo de la exposición de febrero de 1995, pags. 20-21.

[13] Cit. en VV.AA. Introducción a la historia de España, Barcelona, 1974 (4ª ed.), pag. 134. A la nómina de gentilicios habría que añadir los judíos, si bien la mayoría eran autóctonos, lo mismo que los mudéjares.

[14] En realidad había varios caminos para “bajar a Burgos”: además de la carretera de Vitoria estaban los caminos de la Plata y de la Platera, que, más al norte, iban a parar a la zona del Morco y de los Vadillos. Los vecinos de Capiscol, por su parte, iban por los caminos que bordeaban el Arlanzón.

[15] Valdivielso, Braulio. Burgos en el Camino de Santiago. Ed. Aldecoa, 1992. Cita Huidobro en pag. 38. También seguimos a Ramos, Lucinio. Iglesia de Santa Mª la Real y Antigua de Gamonal. Burgos, 1998.

[16] Martínez Díez, Gonzalo. El Camino de Santiago en la provincia de Burgos. Diputación Prov. de Burgos, 1998 pp. 105ss., 126 ss, y 149ss.

[17]Guía del peregrino medieval. (“Codex Calixtinus”). Edición de Millán Bravo Lozano. Centro de Estudios del Camino de Santiago. Sahagún, 1991, pag. 38. Es muy interesante y trillada la cita, aunque a veces se la mutila de su última sentencia. La preocupación por la falta de arbolado debió ser algo inquietante para algunos; así, en las Cortes de Valladolid de 1258, Alfonso X manda “que non fagan fuego para quemar los montes y al que lo hallaren haciendolo, que lo echen dentro”. La repoblación medieval, en su vertiente agrícola, significaba en muchos casos la desparición o reducción de la superficie arbolada. Nótese que la fórmula más repetida en los documentos al hablar de ello es: “De monte fecimus campum”.

[18] Diario de Burgos 20 de noviembre de 1993. Suplemento especial Gamonal, pag. 6.

[19] Estas dos cofradías siempre fueron muy unidas. Mientras que la de San Antón tenía un fin benéfico-asistencial, la de las Animas se preocupaba por la memoria de los difuntos. También hubo durante mucho tiempo una cofradía o hermandad de los curas que tenían relación con las parroquias de Gamonal y sus alrededores.

[20] Archivo diocesano. Libro de la Cofradía de Nuestra Señora de Gamonal, acta de octubre de 1923.

[21] A principios del siglo XVII eran 19 los pueblos asociados a Gamonal en esta veneración: San Medel, Castañares, Villayuda, Orbaneja de Río Pico, Quintanilla de Río Pico, Cótar, Cortes, Cardeñajimeno, Hurones, Villalval, Cardeñuela, Villayerno, Fresno, Olmos (se añade en algunos apuntes “junto a Tapuerca” (sic), Villímar, Castrillo, Villafría, Rubena y Quintanapalla. En 1863 se integró Villatoro, pero en 1917 se separaron Cortes y Castañares, y en 1935, Villaval. Estos dos últimos pueblos se volvieron a unir en 1936.

[22] Sin embargo, el párroco actual, D. Nicolás Dulanto, afirma que ese itinerario de 1976 y 1987 fue puramente casual, y que en otras ocasiones anteriores la procesión discurría por otros pagos.

[23] Al parecer, su origen está en la dotación de la vivienda del “Capiscol” (caput scholae), maestro del coro de la catedral. Por lo tanto, tendría en común con Gamonal su dependencia del obispado durante el antiguo Régimen.

[24] De Gamonal a Burgos., Bernal, Begoña. Burgos, 1996.

[25] El catastro de Ensenada en Burgos. Camarero, Concepción. C.A.M. de Burgos, 1989.

[26] VV.AA. Historia de Burgos, Diario 16-Burgos. Pag. 577.

[27]Albarellos, Juan. Efemérides burgalesas. Ed. Diario de Burgos, 1980. (4ª ed.) Pag. 173-4. Como curiosidad añade que en el alto de Rodilla, donde se descubre una amplia panorámica, se instaló una brújula con el fin de que los viandantes pudieran hacer sus observaciones. De ahí viene el nombre que actualmente tiene ese paraje.

[28] Obviamente, esta constatación es válida para otras guerras: la de Sucesión, las carlistas, la Guerra Civil, etc.

[29] Sostenemos por ello que, ya que el Arco del Triunfo de París conmemora con inscripciones los lugares de las victorias napoleónicas, allí debía figurar Gamonal  y no Burgos, como de hecho ocurre.

[30] Ortega Barriuso, F. Breve historia de la ciudad de Burgos. Burgos, 1996. Pag. 104.

[31] Libro de la Cuadrilla de Nuestra Señora…

[32] Los datos que van a continuación deben ser convenientemente matizados: el diezmo se cobraba al llamado “territorio campanil” de la parroquia de Gamonal; ahora bien: había zonas que se incluían en él (Capiscol y las fincas de la Casa de la Vega) que no pertenecían al término municipal. Y, a la inversa, los predios de las “14 suertes” que estaban en Gamonal (y que eran la menor parte) estaban exentos de ese derecho eclesiástico.

[33] Archivo diocesano. Parroquia Nª Sª la Antigua de Gamonal. Libro de tazmías, 1813-1836. En este libro van dos hojas sueltas con datos de 1733 a 1735. Y en la visita del canónigo enviado por el arzobispado en 1819 se dice que el libro de tazmías anterior a 1813 está extraviado “por  el enemigo francés”.

[34] También es interesante reseñar que el concejo pagaba 9 fanegas y 6 celemines de trigo como diezmo, lo cual nos indica que tenía en explotación, seguramente arrendadas, algunas parcelas de propios. Así mismo, la parroquia tenía arrendadas algunas tierras, tanto en Gamonal como en otros pueblos, por las que recibía las correspondientes rentas.

[35] Como es sabido, Burgos alcanzó la dignidad arzobispal en 1578, durante el reinado de Felipe II.

[36]García Picón, José Luis. Sobre las catorce suertes. Programa de fiestas de las Candelas. Gamonal, 2000. 

[37] Bernal, B. Op. Cit. Pag. 39

[38] El fenómeno no es sólo español, ni mucho menos: entre los factores causales de la Revolución Francesa hay algo análogo. Seguimos en este punto el esquema interpretativo de Pérez Moreda, Vicente. Las crisis de mortalidad en la España interior. Madrid, 1980. pags. 375ss.

[39] Archivo diocesano de Burgos. Libros de difuntos. Faltan las páginas correspondientes los óbitos habidos entre junio de 1805 y enero de 1808, al parecer por destrozos achacados a los franceses.

[40] Crespo Redondo, Jesús. Desarrollo urbano y desamortización: el caso de Burgos. I Congreso de Geografía de Castilla y León. Valladolid, 1981.

[41] Oyarzun, Ramón. Historia del carlismo. Eds. FE, 1939.

[42] Bernal, Begoña. Op. Cit.

[43] Crespo, Jesús. Op. cit.

[44] A.M.B. Libro de actas del pleno del Ayuntamiento de Gamonal. 11.3.1926.

[45] Ortega, Domingo. La Cámara de Comercio de Burgos. Pags. 328 y ss.

[46] Este era un lugar de esparcimiento próximo al río, en la zona que actualmente ocupa el campo de fútbol.

[47] Bernal, B. Op. Cit. Pag. 30. En un mapa de 1908 que pudimos ver en el Servicio Municpal de Urbanismo figuraban tres molinos.

[48] Bernal, B. Op. cit., pags. 64-65.

[49] A.M.B. Informe del Secretario al Pleno del ayuntamiento de Burgos. 4.10.1938.

[50] La escuadrilla era la unidad táctica básica en aviación y se componía de tres secciones de tres aviones cada una, con algunos aparatos más de reserva. Su mando era un capitán.

[51] A.M.B. Libro de actas de la Junta del Aeropuerto Nacional de Burgos.

[52] Como es sabido, el arma aérea, por esas fechas, carecía de un departamento propio en el gobierno. El ministerio del Aire se creó al acabar la guerra, siendo su primer responsable el general Yagüe.

[53]A.M.B. Distintos expedientes relativos al aeródromo. La carta de Franco, con firma autógrafa, lleva el 2.219 como número de salida.

[54]A.M.B. Libro de actas de la Junta del Aeropuerto. 28.9.1935.

[55]La ciudad sufrió algunos ataques de la aviación republicana. El más fuerte fue el de 2.7.1937, que ocasionó 18 muertos en el barrio de San Julián, la mayoría mujeres y niños. (Diario de Burgos, 3.7.1937).

[56] Los bombarderos Ju-52 iban acompañados de algunos cazas que despegaron de Vitoria y Soria. Salas Larrazábal, Jesús. Guernika, pag. 276 y apéndice nº 37. RIALP, Madrid, 1987.

[57]Diccionario enciclopédico Espasa Calpe. Apéndice 1. Pags. 1534-35.

[58] A.M.B. Informe del Secretario del Ayuntamiento de Burgos sobre la anexión a Burgos del municipio de Gamonal. 14 de octubre de 1938, tratado en pleno celebrado ese día.

[59] Bernal, B. Op. Cit. Pags. 13-16.

[60] Diario de Burgos. 6.4.1934; 7 y 8.1938. Villafría tampoco se hallaba anexionado en esas fechas (No lo haría hasta los años sesenta). El aeródromo civil, que se consideraba propiedad de Burgos, ocupaba terrenos de Villafría y de Burgos, y hacía de límite entre los dos lugares.

[61] A.M.B. Gobierno, 1.542.

[62] Informe del Secretario Municipal citado en nota 37.

[63] A.M.B. Libro de actas del pleno del Ayuntamiento de Burgos. 14 de octubre de 1938.

– En Gamonal se rememora la batalla de Gamonal.

– En Gamonal se reparten los Titos de San Antón.

– En Gamonal puedes ver la iglesia de la Real y Antigua de Gamonal.

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